La fuerza laboral recae, ahora más que nunca, en la gestión emocional
Ahora que las medidas de distanciamiento social parecen relajarse y volvemos a una cierta normalidad; el líder debe mirar lo que viene después y no solo a corto plazo. Todos queremos adaptar nuestras empresas y organizaciones lo antes posible al universo post-pandemia, para hacerlas productivas y recuperar las pérdidas de estos meses de inactividad. Sin embargo, estamos obligados a pensar más allá, a medio y largo plazo, a tener una visión panorámica, a replantearnos el futuro de la empresa en un marco repleto de incertidumbre y de altísima complejidad y también, a estar preparados para nuevas disrupciones, a que un rebrote o una nueva pandemia no nos coja desprevenidos.
Para ello, debemos tener la mente clara, que nos permita trazar un mapa que nos ofrezca certidumbres y navegar con sentido y orientación. Un mapa que ha de partir de las lecciones aprendidas -que han sido muchas en pocas semanas- y, sobre todo, de identificar las áreas sobre las que se sostiene la continuidad, la capacidad de adaptación y la mejora del negocio. Pero ese mapa no ha de incluir solo análisis financieros, métricas y objetivos comerciales.
Si tenemos una visión verdaderamente panorámica, probablemente, nos daremos cuenta de que la fuerza laboral es la fuerza de las personas y que, por lo tanto, para asegurar la adecuada transición y recuperar la productividad, deberemos apoyarnos más que nunca, en nuestros empleados. Por lo tanto, para la reconstrucción de nuestra empresa, la herramienta fundamental será la gestión de las emociones.
Estos días, hemos aprendido que somos vulnerables no solo física, sino también psíquicamente. A poco que observemos a nuestros empleados o que hagamos un ejercicio de introspección, nos daremos cuenta de que toda esta crisis sanitaria y sus consecuencias económicas, nos ha dejado desorientados y un poco perdidos en el lodo de la desconfianza. La incredulidad ante lo sucedido nos vuelve cautelosos y suspicaces. El estrés se convierte en un compañero cotidiano y crónico, y cuando las adversidades nos superan, nos sentimos agotados y rotos. Por ello, nuestra primera misión como líderes debería ser la de posibilitar un entorno empático, de bienestar y confianza, hacer un ejercicio de resiliencia; de reconstrucción individual y colectivo, que permita que toda la organización se abra a nuevas ideas.
Ante la adversidad, la frustración y las dificultades, sentimos que algo se ha fracturado y al rompemos, nos sentimos frágiles y vulnerables. Sin embargo, no todo es negativo. Recuperarnos puede transformar nuestra esencia. Frente a las adversidades y errores, hemos de saber recuperarnos, reconstruirnos y sobrellevar las cicatrices. Cicatrizar puede ser un proceso lento y complejo, pero, como bien expresa Piedad Bonnet, no hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Cada cicatriz cuenta una historia, un dolor, una fractura; pero cuenta también su resolución, el fin del sufrimiento. Las cicatrices -como ella dice en sus poemas- son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana dañándonos. La forma que el tiempo encuentra para que nunca olvidemos las heridas. Por que las heridas enseñan; son las señales de las lecciones aprendidas.
Tener un nivel de estrés elevado, tener colaboradores y empleados con niveles de estrés continuo -como puede ocurrir en esta situación de regreso a la “normalidad”-, supone el descenso del rendimiento profesional y un alto riesgo de toma de decisiones equivocadas. Es, por lo tanto, una situación que incrementa de forma considerable la posibilidad de error, de tropiezos y de las consecuentes heridas.
El impacto post crisis debe acelerar el diseño de estrategias personalizadas de prevención. Deberemos implementar nuevas capacidades en materia de salud, seguridad y contención; pero también, deberemos fomentar la resistencia, el esfuerzo, el amor propio, la comunicación, la empatía y especialmente, la calma. Calma para la toma de decisiones y para que cada uno de los miembros de nuestros equipos se adapte a las nuevas circunstancias y consiga superarlas.
Si aún así nos equivocamos, aprendamos a no esconder los errores y desaciertos. Intentemos reconstruirnos a partir de ellos; exhibamos nuestras heridas, ya que ellas, una vez cicatrizadas, acabarán mostrando nuestras fortalezas. Las cicatrices nos vuelven únicos ya que, si bien evocan el desgaste, la fragilidad, la mutabilidad de la identidad y el valor de la imperfección; también y a la vez, muestran nuestra capacidad de superación, otorgando a nuestra organización robustez y hondura.
El regreso al lugar de trabajo es ahora la prioridad de muchas organizaciones, en particular en los negocios en que la presencia física de la fuerza laboral es fundamental para la reapertura de las empresas. Debemos asegurar una transición confiable y segura, gestionando y planificando los procedimientos de trabajo y la toma de decisiones y eso, solo lo conseguiremos con calma, comunicación, confianza y resiliencia, mucha resiliencia. Reiniciar la actividad, adaptar nuestras empresas y organizaciones lo antes posible al universo post-pandemia para mantener una actividad sostenible, requerirá abordar en primer lugar, lo concerniente al gobierno y al bienestar de los empleados. El líder no debe ser solo racional. Ahora, es momento de adaptarse al cambio y, por lo tanto, es también, el tiempo de liderar desde las emociones.
Vier Ruiz - Branch Owner & CEO GrowHapp - Companies That Grow Happy
Asesor de tecnología de la información. Information technology advisor. Digital cards. Artificial intelligence. Augmented reality & Virtual reality. 3D technology. Insurance advisor company Mapfre Spain. DJ Professional.
4 añosJavier Ruiz este post escrito por tu persona refleja perfectamente la situación empresarial y personal en el post Covid-19. Lo veo diariamente en empresas, doctores y centros hospitalarios en mis gestiones diarias. Hay personal que observó que les sobrepasa la situación y no saben gestionarla con destreza.
Selection Consultant | Eurofirms Foundation
4 añosExtraordinario artículo Javier Ruiz Romero . Todas las ideas que expones son una guía de buenas prácticas para líderes y empresarios. Como bien dices es muy importante tener una visión a medio y largo plazo, se tiende en exceso a la visión cortoplacista e improvisada, la cual debilita a las organizaciones. Construir una visión compartida a largo plazo reconocer nuestras vulnerabilidades, alimentar nuestra resiliencia y cuidar y empoderar a nuestros colaboradores desde la empatía y la emoción, forman parte sin duda de la #fuerzalaboral. Gracias Javier!!