La Galana
Los pueblos y las zonas rurales son escenarios propicios para historias épicas, personas y personajes extraordinarios, no porque abunden más, creo, sino porque sobresalen de entre el resto. O quizás, porque lo diferente es más llamativo.
Una de esas personas que se salía de la media era Dolores Sánchez Buergo, “La Galana” (1937-2024), poeta y trabajadora del campo a partes iguales. Pero antes, vamos a ponernos en contexto geográfico situando Piñeres, donde nació y vivió, un pequeño pueblo del oriente asturiano y perteneciente a la parroquia de Pría, al lado de los famosos Bufones de Pría y a un par de kilómetros de Nueva de Llanes, una preciosa zona en la que tengo tanto vinculo familiar como sentimental.
Dolores nació en plena guerra civil en la mencionada zona llanisca, hija de un maestro de Pravia y una ayudante de modista, que nunca llegaron a casarse porque al hombre lo mataron antes. Se dice que La Galana ya recitaba a los tres años y a los siete compuso su primera poesía, pasión heredada de su padre por los escritos que él mismo dejó. Ella estudió en la escuela de Pría hasta que a los once años la maestra le dijo: “Yo ya no puedo enseñarte más", y con las mismas se fue para Oviedo a seguir formándose y aprendiendo, pero un par de años después se vio obligada a dejar de lado sus estudios para volver a la casa familiar de Piñeres.
A pesar de las dificultades y la falta de recursos, Dolores, La Galana, nunca dejó su poesía. Se casó, crió hijos, labró la tierra y mantuvo a su familia, pero nunca dejó de componer poesía, de leer, de estudiar; creaba y aprendía para seguir creando. “Mi alegría y mi ilusión están en la poesía”, decía.
Al final fueron cientos de poemas y dos libros publicados. Creaba en castellano, pero sobre todo en asturiano, el asturiano propio de la zona de donde era: “La Jabla”, una de las últimas creadoras en ese dialecto y a la que podemos agradecer que se mantenga vivo, no solo en el hablar del día a día, sino en negro sobre blanco, con estructura literaria y poética.
Aún recuerdo a La Galana de cuando era niño y la veía bajar al mercado de Nueva en su pequeño tractor, engalanada para la ocasión con sus vestidos de flores, su gorro y su bolso; y ya de aquella, y sin saber mucho de ella, sabías que era especial, que estabas ante una de esas personas extraordinarias, de las que te encuentras una entre cientos y las que, queriendo o no, acaban siendo eternas.
“Curar la herba y llueve”
Tien un golor d’alloru,
jenoyu y jueya;
tien un color d’ablana
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de miel y cera,
sal un solín gayeru,
¡yá se mi seca!
Yá ta segáu d’ayeri,
téngolo en tienda.
Calla, que ya mi orbaya,
que diba da-y güelta.
¡Virxe, que ta nubláu,
per Jarconeda!
¡Va empezar a tronar!
¡Caen goteras!
¡Pa mi acabóse'l mundiu!
¡Yá se mi mueya!
Publicaciones:
Manoyos Escoyíos 1999, editorial Trabe
Goteras d’orbayu 2003, editorial Trabe