Más que una victoria.
La semana pasada concluyó una de las competiciones automovilísticas más conocidas y exigentes: el Dakar.
Esta carrera es reconocida por sus condiciones extremas que llevan a pilotos y máquinas al límite de sus capacidades y donde la camaradería y el compañerismo son tan importantes como también son parte del propio espíritu del Dakar.
De esta edición 2023 quisiera destacar un aspecto que considero relevante para los tiempos que vivimos: la victoria de un vehículo de motor eléctrico en una de las categorías principales como es la categoría de coches prototipos. Es sintomático y esperanzador que un coche con propulsión alternativa venza a los clásicos de combustibles fósiles.
Aunque cada vez se ven más proyectos de propulsores totalmente alimentados por energías renovables y sostenibles con resultados más que satisfactorios, hablamos de la comunión entre eficiencia y fiabilidad, además de la destreza del piloto, para llegar a la meta en el menor tiempo posible, y así lo hizo. Parece un buen síntoma de que estamos avanzando en la dirección correcta en materia de movilidad sostenible en cuanto a vehículos de motor ese refiere.
Para concluir, quiero felicitar al piloto en cuestión, Carlos Sainz, que a sus 61 años logra ganar su cuarta corona. También a Cristina Gutiérrez, la primera española en ganar el Dakar en una categoría, y a todos y cada uno de los participantes de lo que, probablemente, sea la carrera automovilística más dura y peligrosa.