La inteligencia artificial y la educación: ¿Cuáles son los retos y las oportunidades?
Ya se ha definido de muchas maneras que las IA son la mayor revolución que ha tenido la humanidad en los últimos años. Su uso y aplicabilidad crece día a día entre muchos usuarios que la ven como un instrumento práctico para resolver sus actividades cotidianas y otros que sienten que su avance deja en evidencia la utilidad de sus aprendizajes. Pero, ¿qué podemos decir sobre la educación y el ejercicio docente? El primer reto es de carácter ético, pues es necesario que el avance tecnológico esté acompañado de unos marcos éticos que permitan hacer un uso responsable y analítico de sus instrumentos. Por ejemplo, la automatización de los procesos educativos de enseñanza y evaluación son más eficientes por cuenta de las IA, sin embargo, el riesgo de la interactividad de esos procesos entre profesor-estudiante puede verse afectado si se deja que los estudiantes usen las IA sin asesoramiento. El primer objetivo es no remplazar la interacción humana por la interactividad digital. Si planteáramos la cuestión filosófica sobre: Qué tenemos que aportarle los humanos al desarrollo de las IA, que no pase por el simple ejercicio de información y conocimiento, diríamos que la interacción, la espontaneidad, la construcción de valores y principios que fundamentan precisamente el significado de lo humano.
Otro reto de parte de los profesores es el sesgo cultural y etnográfico que puede manifestarse por cuenta del desarrollo de los algoritmos. La construcción e industria de los algoritmos no trabaja con lineamientos éticos y responsables que tengan por objetivo corregir las diferentes asimetrías de información que se presentan entre los que producen el conocimiento y los que lo utilizan.
No obstante, las oportunidades son superiores en muchos campos. La mayor ventaja es la educación personalizada, las IA puede presentar datos concretos sobre el rendimiento de un estudiante, sus fortalezas y debilidades y medirlas de manera rápida para que la intervención sea más progresiva y se adapte a un ritmo de aprendizaje con necesidades específicas. Esa oportunidad hace que la enseñanza y el ejercicio docente tenga más impacto en la comprensión de contenidos, pero también en una motivación de aprendizaje con un enfoque diferenciado. La eficiencia, que durante mucho tiempo ha sido tan cuestionada por los diferentes modelos de evaluación docente, con la IA, puede darse de forma autónoma en la que cada proceso de enseñanza tenga que ver con la intervención personalizada del docente.
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Otra gran ventaja es que las IA pueden precisar las rutinas básicas de un profesor como la corrección de exámenes, la preparación de funciones, la entrega de documentos y la distribución de tareas con objetivos institucionales. La automatización de algunos de esos procesos liberarán tiempo del profesor para dedicarse a la planeación y la ejecución de actividades personalizadas y con más impacto en los estudiantes y se podrán identificar con más precisión las áreas donde los profesores necesitan más apoyo y diseñar planes de enseñanza más adaptativos a sus requisitos. De tal forma que no existe algo así como el peligro o remplazo de los trabajos por las IA, pues lo único que va a remplazar son las formas de trabajo en las que el ser humano no quiera tener un propósito. Para los profesores, las IA nos abren la posibilidad de desarrollar habilidades blandas y esenciales para el siglo XXI como por ejemplo la resolución de problemas, el pensamiento crítico, habilidades digitales y liderazgo. Al utilizar las herramientas de las IA, los estudiantes pueden aprender a aplicar conceptos abstractos en situaciones concretas, al mismo tiempo que analizan y evalúan por sí mismos la información de manera crítica.
En resumen, lo que debemos tener claro sobre el supuesto temor en el que las IA remplazarán a los maestros es que el ejercicio de educar tiene que ver con aspectos que van más allá de la simple trasmisión de conocimientos. Los profesores en muchos casos hemos sido guías y mentores sobre proyectos de vida, hemos ido resolviendo conflictos emocionales en los estudiantes que les han permitido salir de estados traumáticos para dar un avance definitivo sobre su ideal de vida y de mundo. Por ello, nuestra mayor amenaza por ahora parece ser la falta de capacitación y los incentivos que las instituciones promuevan y encuentren para implementar un tipo de educación más innovadora y novedosa que la que hasta ahora se ha venido dando. Como siempre en materia tecnológica lo primero que hay que superar es el dogmatismo y la desinformación, los colegios y las universidades deben prepararse para el cambio que ya está en marcha, o de lo contrario, se enfrentarán a un dilema mayor en el que o acogen los nuevos requisitos de enseñanza, modificando sus tiempos de aprendizaje y currículos o los sistemas operativos en línea hackearán la importancia que hasta el momento han desempañado en la educación.
consultor: ética, responsabilidad social, educación.
1 año