La meditación como una experiencia de felicidad
Felicidad se manifiesta de diversas maneras: nos quedamos felices al ganar algo, al conquistar algún reto importante, estar en un lugar bonito, compartir con gente agradable o escuchar aquella música tan especial.
Pero hay un tipo felicidad que no es motivado por lo externo, sino por tus propios pensamientos, sentimientos y emociones. Es la felicidad que viene porque en la mente no hay preocupaciones, en el corazón no hay rencores y en la cara hay el brillo de la experiencia positiva. Esta felicidad es única…
La diferencia de este tipo con los demás es que está al alcance del ser, no importa lo que pase en su entorno: en medio de un horrible tráfico, durante una amarga discusión o aún mientras estás padeciendo de alguna enfermedad más seria, puedes invocar esta felicidad interior, pues está a distancia de un pensamiento.
La meditación abre este potencial, porque como puedes imaginar en los ejemplos dados arriba, es fácil decir que la felicidad interna está ahí, pero no será tan fácil recordar eso en medio del fuego de las situaciones.
Actúa de manera estratégica. Al meditar de forma constante y metódica, experimentando esa felicidad a diario, será posible retener esta energía que te será útil durante los periodos más difíciles.
Al meditar de forma constante y por un tiempo, podrás enfrentar el horrible tráfico con la sonrisa de la sabiduría o el entusiasmo de usar este tiempo para aprender otro idioma; en una amarga discusión podrás direccionar tu mente a buscar lo positivo y encontrar la solución, y cuando descubras tu enfermedad, la mirarás con otra perspectiva, sin lamentos o miedos.
Medita y ten constante acceso a tu felicidad.