La reputación, más que el dinero, es lo que crea un legado de valor

Un rico, sin buena reputación, es menos rico. Igual que ocurre con un poderoso. Y hasta pueden dejar de ser lo uno y lo otro. Para los caballeros de la Edad Media, el honor era lo más importante. Las posesiones les daban poder. Las compraban o las ganaban, pero lo que al final del día contaba era mantener el honor del apellido en alto y ser protagonistas de historias que se contaran de generación en generación. Lo que verdaderamente les importaba era su legado, no la fortuna que habían hecho. Varios siglos después, poco de ello ha cambiado.

Bill Gates, el hombre más rico del mundo, dijo en una entrevista a un diario económico europeo en 2013 que “lo que necesitamos es que los niños no mueran y que la gente tenga la oportunidad de recibir una buena educación”, menospreciando a la vez a Internet como lo que salvará al mundo. Lo que le hizo millonario no es tan importante como el destino que quiere dar a los millones ganados.

En 2011, después de la gran tormenta que azotó a Nueva York y buena parte de la costa Este de Estados Unidos, Michael Bloomberg había mostrado preocupación porque lo ocurrido afectase a su legado como “mayor”. Al dejar la alcaldía un tiempo después, afirmó que “si hay un Dios, cuando yo vaya al Cielo no me pararán para ser cuestionado, sino que entraré directo a él. Me he ganado un puesto allí”, luego de poner en marcha una iniciativa para contrarrestar la fuerza que tiene la asociación nacional que defiende el porte de armas en Estados Unidos.

A principios de marzo de este año, en Barcelona, España, Mark Zuckerberg, afirmaba en una ronda de preguntas y respuestas en un evento que lo que más le importaba era conectar al mundo. “Incluso si Facebook ya hubiese existido, mi tarea seguiría siendo la de conectar a las personas. Es lo que hago y seguiré haciendo”.

Elizabeth Holmes, de 31 años, es la joven emprendedora más rica del planeta (US$4,500 millones) y lo ha logrado a través de Theranos, una compañía que se preocupa de conseguir pruebas de sangre de manea simple y barata. Su idea partió de eliminar las agujas que tanto pavor causan a muchas personas. Su industria, dice, es la del bienestar a través de una tecnología que ella dice ayudará a “que la detección de enfermedades sea lo más temprana y fácil posible", según registró la BBC.

En un evento de negocios celebrado en 2014 en México, el excéntrico emprendedor británico Richard Branson, que posiblemente será de los primeros pasajeros de un vuelo turístico al espacio usando una nave de su Virgin Galactic, motivó a los asistentes invitándoles a seguir sus sueños. "Deben usar su vida en hacer cosas que les interesen, no sólo vivir para el dinero. Si vas a emprender un negocio, asegúrate de hacer algo que te fascine”.

Lo que vienen a decir todas estas personas, que de ninguna manera menosprecian el dinero, es que lo importante no son los millones, sino lo que sean capaces de hacer gracias a ellos y así trascender. Bill Gates quiere ser recordado como el filántropo que ayudó a erradicar varias enfermedades en el mundo. Michael Bloomberg, como quien puso en marcha iniciativas para hacer más segura la vida de la gente. Para Mark Zuckerberg, la vida habrá tenido el valor adecuado si logra la conectividad global en tiempo real. Elizabeth Holmes querrá que la recuerden como la joven que se aventuró a mejorar la salud de los ciudadanos del mundo con sus iniciativas de bienestar. Y Richard Branson seguro que se sentirá tranquilo si las generaciones futuras lo toman como ejemplo para hacer posible lo que parecía imposible divirtiéndose en el proceso.

Lo que realmente les importa es el legado que dejen y no los millones que hayan ganado. Y que eso ocurra dependerá de que hayan sabido forjarse una buena reputación mientras construyen lo que permitirá que existan como ejemplo de inspiración más allá de su vida terrenal. Es, en el fondo, lo que nos preocupa a todos. Y tarde o temprano, nos damos cuenta de ello y trabajamos para lograrlo.

(Tomado de mi columna "De esto y lo otro" en Forbes Dominicana).