La vida es como uno la cuenta, y con quien: Sobre el liderazgo y la comunicación
Escena 1: Una cena familiar..
Padre: Hola hijo, cómo estás?
Hijo: Bien, papi, ¿tú qué tal?
Padre: ¿Ya hiciste tus tareas?
Hijo: Tranquilo, las hago luego.
Padre: ¿Compraste el libro de matemáticas?
Hijo: Sí, papá.
Padre: Ok, si te falta dinero para el viaje, me escribes y yo te consigno. Buenas noches.
Escena 2: Una pareja al final del día..
Mujer: Hola, amor, cómo vas?
Hombre: Bien, ¿y tú qué tal?
Mujer: Oye, ¿vaciaste la canasta de la ropa sucia? ¿Por qué haces tanto desorden? No lo entiendo.
Hombre: ¿No entiendes qué? Si yo hice ayer el aseo, ¿por qué no te dignas tú a hacerlo hoy?
Mujer: No me molestes, iré a dormir. Buenas noches.
Escena 3: Un jefe en la oficina...
Empleado: Jefe, tengo un problema en mi familia...
Jefe: Espera, luego te llamo, tengo una reunión. ... Listo, me desocupé, cuéntame. ¿Tienes lo que te pedí ayer?
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Empleado: Sí, está listo, pero quería contarle...
Jefe: Ok, ve y deja los papeles en mi oficina. Mañana reunión a las 7. Buenas noches.
Escena 4: Un presidente en algún país del mundo
Presidente: Si a usted, ministro, no le gusta lo que hago ni se va a alinear a mis políticas, le recibo la carta de renuncia. Espera, ¡queda despedido! Buenas noches.
Para pensar…
La primera vez que atendí a una pareja que llevaba más de 40 años viviendo juntos y descubrieron lo poco o nada que se conocían, también fue un asombro para mí. En ese instante, los tres quedamos en absoluto asombro. Ningún libro de psicología me había advertido que se pueden compartir la cama por décadas y jamás comprender quién es en realidad aquel que paradójicamente podríamos llamar alma gemela.
Pero no es mi intención hablar sobre el amor, ya habrá tiempo para eso. Mi intención es extrapolar y hacer consciencia sobre una de las peores crisis desde que el Homo sapiens conquistó el “dominio de las especies y el uso de la razón”: una crisis de comunicación y liderazgo.
¿Cómo se puede proclamar líder un gobernante si no dialoga con su pueblo? ¿Cómo se puede proclamar líder un empresario si lo único que busca es rentabilidad para su bolsillo? ¿Cómo ser líder de la propia vida si los demás quedan reducidos a objetos de placer o poder?
Si hay algo que nos ha caracterizado a lo largo de la historia ha sido el trabajo mancomunado, el cuidado y la defensa del otro, determinantes para evolucionar como especie. Pero hoy, nos asombra la cantidad de conflictos que abundan en este tiempo. Y no nos asombra la pobreza de las conversaciones que se están tejiendo a cualquier nivel.
Nuestro idioma español tiene más de 90 mil palabras, y quién sabe cuántas más. Pero las relaciones humanas se han vuelto más instrumentales. Y las conversaciones, van desapareciendo. ¿Cómo pretendemos construir y transformar la realidad si estamos acabando con el principio creador de la especie humana que es el mismo lenguaje?
Desde varios paradigmas, unos más distantes que otros, siempre han vuelto a la palabra como fundamento para construir la realidad: “En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios” (Juan 1:1). También decía Orwell: "Si cambiamos el lenguaje, podemos cambiar el mundo". Pero quizá, y haciendo honor a nuestro majestuoso escritor Gabriel García Márquez, podría describirlo mejor en una sencilla frase: “la vida es como uno la cuenta”.
Yo añadiría que la vida es como uno la cuenta, y con quien. No se trata de hablar las noventa mil palabras del diccionario de la Real Academia Española en una misma conversación. ¡No! Se trata de usar el lenguaje para abrazar la vida y comprender al otro, para compartirla con los demás y usarlo como herramienta que fundamente un tiempo de calidad en nuestras relaciones humanas. Porque decir “hola, ¿cómo estás? y chao” he comprendido que es una forma de reduccionismo de cualquier ser humano: terminas tratando cualquier cosa, pero en el camino se te pierde la persona. La realidad podemos contarla de mil maneras, pero hace falta conversar más y mejor para cambiar la realidad.
…Volviendo al principio de la historia, luego de la escena del asombro entre la pareja y el psicólogo, la solución para que pudieran descubrirse después de 40 años fue sencilla: hablar. Y el psicólogo, en este caso yo, había sido una simple pero compleja excusa para que eso sucediera.
El: “¿En serio te disgusta el ruido? Y yo que siempre puse rock para que estuvieras contenta... ¡Ahora entiendo por qué nunca lo logré!”...
Y en medio de carcajadas, pagaron la sesión y jamás volvieron a consulta. Habían encontrado la llave para abrir las puertas de su relación y redescubrirse después de tanto tiempo.
Hagamos de la comunicación un puente que nos una y nos permita construir y dejar el mundo un poquito mejor de como lo encontramos..
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6 mesesGracias Daniel que tema tan valioso para traer mayor consciencia a las conversaciones con las personas, haciendo una retrospección me pregunto cuántas conversaciones han quedado inconclusas, cosas por decir o la respuesta que nunca di a alguien que esperaba un mensaje de vuelta.