Las empresas no existen, las personas si.
Pio Baroja, en 1910, en la introducción de su novela Cesar o nada escribió lo siguiente:
"Lo individual (el individuo) es la única realidad en la Naturaleza y en la vida. Las agrupaciones y separaciones constituidas por la clasificación son como la cuadrícula que un dibujante pusiera delante de una figura para copiarla mejor. Estos artificios constituyen una norma dentro de nosotros mismos, pero no tienen realidad exterior."
Uno de estos artificios es el concepto de empresa. Lo creamos para entenderla y gestionarla mejor pero no tiene una realidad exterior. Como dice Baroja, solo existe el individuo, cada persona que forma la empresa.
Voy a tomar éste y otros textos de Baroja para explicar por qué todas las modas de definir valores corporativos y consagrar las empresas a entidades superiores como la sostenibilidad o el bien común tienen muy poco sentido. Son una prueba mas de la falta de humanidad de algunos de sus directivos.
Seguramente conozcáis ya los valores de vuestra empresa y sus compromisos con el desarrollo sostenible. Los podéis encontrar en la web corporativa, en las paredes, en los discursos de motivación de cierre de año; pero será difícil que los encontréis en las acciones de los individuos, de las personas, que dirigen la empresa. Esta puede ser la primera prueba de que las empresas y sus valores son un artificio que no existe. Lo que realmente define a una empresa es la suma de comportamientos de sus muy reales individuos, sobre todos los de sus directivos y mandos intermedios.
Una consecuencia negativa de esta alucinación de creer que las empresas existen y se pueden consagrar y acreditar es la necesitad de establecer un modelo al que todos los individuos deben adaptarse de manera homogénea. Escucharéis cosas como "este es nuestro ADN o nuestra cultura", otros mas de "furgol" dirán "estos son los colores de nuestra camiseta, la que tenéis que sudar". Menos mal que no nos piden intercambiarla con los compañeros al final de los partidos del trabajo diario.
Las consecuencias de esta armonía corporativa en torno a sus valores y cultura la explica mucho mejor Baroja en la misma introducción:
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"Esta armonía imaginaria hace aborrecer las contradicciones, las incongruencias de los individual. Solo cuando la inarmonía individual deja de serlo, cuando pierde sus atributos de ser excepcional, cuando el molde se desgasta y vulgariza y toma un carácter común, obtiene el aprecio de la mayoría (...) Lo vulgar y lo genérico tienen que identificarse con lo genérico y lo vulgar."
Los empleados que se salen de la norma de lo común, de lo corporativo, son visto como tipos raros por los directivos genéricos y vulgares. Tal vez los consideren originales, pero en todo caso no alineados con la empresa. Creo que así me han visto con demasiada frecuencia.
Si tenemos un estilo directivo que fomenta la uniformidad, el seguidismo al director y el miedo al cambio o a llevar la contraria estaremos gestionando artificios que no existen. Si abusamos de este estilo y seguimos pretendiendo que la empresa existe y todos tienen sus mismos valores, mientras que los directores, los individuos, hacen todo lo contrario terminaremos con empleados amotinados. Esto representa la foto del artículo. Es de la historia inicial de la película El sentido de la vida de Monthy Python, se titula The Crimson Permanent Assurance . Os recomiendo verla accediendo al link. Los empleados se rebelan contra un equipo directivo que los ignora y les hace trabajar todos en lo mismo, a la vez y de la misma manera.
Aunque ya se hace largo, para que no quede tan catastrofista, voy a hacer algunas recomendaciones que ayuden a centrarse en las personas, que existen, en vez de en la empresas, que no existen:
Esto es todo. Leed más a Baroja y ved más cine, seréis mejores personas.
Coordinador de cursos en Fyne Formación
5 mesesTotalmente de acuerdo con tus palabras, las de Baroja y las de los Monty Phyton. Pocos son los directivos que, a lo largo de mi experiencia laboral, no han utilizado el postureo y las frases motivadoras en las reuniones para exaltar el valor de la empresa. Harta de oir "todos estamos en el mismo barco" Si, si, en el mismo barco vamos, pero unos remando y otros con el látigo. He tenido la suerte de caer en mi actual empresa, pequeñita, sin definiciones fingidas, y guiada por un hombre David Hernanz que opina que, en nuestro caso, no hay buenas o malas academias. Hay buenos o malos profesores. Las empresas las hacen buenas las personas que trabajan en ellas.