Las patologías del Poder
Durante miles de años, las imágenes han servido para introducir a los hombres en un sistema de correspondencia simbólica, orden cósmico y orden social. Y es aquí, justo en el orden social donde la imagen ha servido a los intereses personales, religiosos, económicos, políticos o ideológicos. Es en el orden social donde la imagen ha servido, en su vertiente propagandística, insisto en ello, para mantener o acceder al poder. Y es en el orden social y la utilización de la imagen con su efecto persuasivo donde podemos estudiar en profundidad la salud mental de quienes ostentan el poder en cada época.
En este punto considero conveniente que hagamos un repaso a los trastornos de la personalidad para centrar el tema:
La personalidad paranoide: Presenta un patrón de conducta que gira alrededor de la suspicacia y la desconfianza permanentes. Quien exhibe una personalidad paranoide salta a la mínima, interpretando de forma negativa y con malicia la intención de los demás. Su respuesta es habitualmente agresiva y rígida, convencerles con la razón es prácticamente imposible. Hitler, Mussolini, Jesús Gil y ciertos emperadores romanos fueron políticos paranoides, algunos evidentemente en sus formas más extremas.
Personalidad esquizoide: Don Quijote sería fiel reflejo de este trastorno de personalidad. Poca sintonía con los demás, desconexión con las relaciones sociales y dificultad para expresar emociones. Mundo interior que prevalece sobre el exterior y proyección de ideas poco realistas. Aún siendo difícil ser político con este trastorno de la personalidad han existido grandes figuras históricas y Gandhi es el mejor ejemplo.
Personalidad esquizotípica: Aumento y sobrevaloración del mundo interior de la persona. Esta situación produce malestar y conflicto en las relaciones con los demás. Las personalidades esquizotípicas tienden a deformar la realidad para hacerla coincidir con su modelo; lo cual lleva a conductas excéntricas e incomprensibles. Es difícil encontrar un político con cargo y personalidad esquizotípica. Quizás sí lo encontraremos enrolado en cualquier partido político, donde pueden hacer una labor importante de base pero callada.
Personalidad histriónica: El histriónico hace gala de una grave inmadurez emocional que le lleva a llamar la atención de forma permanente. Pasa por crisis afectivas intensas de llanto o excitación y siempre en función de cómo van a quedar ante los demás. Se suele dar este tipo de personalidad en el mundo del espectáculo.
Hoy día en los programas de la telebasura hay muchos; el problema es que además quieren ser líderes de opinión ante las masas. Si unimos la personalidad histriónica con la paranoide podemos encontrar sorpresas muy negativas en la política internacional (caso Chávez, en su momento o Nicolás Maduro, por ejemplo).
Personalidad narcisista: Todo gira alrededor de estas personas y del patrón de grandiosidad que se han creado: son más guapos, más listos y más eficaces que los demás. Necesitan ser admirados pero siempre chocan con la realidad.
El narcisismo produce inmadurez grave y falta de autocrítica que provoca en estas personas que no se den cuenta de sus errores. Pueden, no obstante, ser grandes políticos y generar grandes influencias sobre los ciudadanos; casos de políticos narcisistas fueron Churchill y Perón.
Personalidad disocial: Antes se les llamaba psicópatas. Tienen trastornos antisociales y suelen romper la línea de la Ley. Desprecian de forma explícita las normas, desprecian los derechos de los demás, reaccionan sin reflexión y tienen poca afectividad, por lo que no tienen remordimientos por su forma de actuar. Sin ningún escrúpulo es muy difícil hoy día conseguir un puesto dirigente en un partido político democrático, salvo que hablemos de ciertos autoritarismos o dictaduras.
Personalidad límite: Exhibe grave deterioro de la auto imagen y auto estima, afectividad inestable e impulsividad desbordada. Claramente el control del límite es casi imposible. Las relaciones con los demás son difíciles por los cambios de ánimo y de conducta constantes. Esta personalidad es incompatible con cargos de poder o liderazgo. Encontramos casos en mundos como el arte o las letras pero no en la política.
Personalidad obsesiva: El patrón de esta personalidad obsesivocompulsiva es la preocupación excesiva que raya en la enfermedad por el orden, el perfeccionismo y el control. Si no se consigue ese orden enfermizo la angustia y la desazón son intensos. Recurren a rituales para tranquilizarse. Ello no es óbice para que puedan desarrollar una gran actividad. Ejemplos históricos Lenin o el canciller alemán Adenauer.
Personalidad dependiente: La persona es sumisa, necesita ser cuidada, mimada y protegida. Exhiben inmadurez afectiva y pérdida de identidad. Muchos casos de enamoramiento patológico caminan por esta senda y suelen acabar mal; espero que no os pase a alguno de vosotros.
Personalidad por evitación: Es lo contrario a la anterior. La persona cree que es más incompetente de lo que es en realidad. La conducta de estas personas es inhibidora, ausente de toma de decisiones y ocultación ante debates o huida en momentos de posible enfrentamiento. Es difícil ser político con esta personalidad aunque se dan muchos casos.
Espero que este breve repaso de las patologías de la imagen os sirva, cualquier duda o pregunta podéis hacérmela.(Paco Roldán, consultor. 658507321)