Liam Echavarria Molloy
PARTE DE LA MÚSICA.
Pitágoras llegó a desentrañar las relaciones numéricas entre los sonidos consonantes, es decir aquellos cuya producción simultánea origina una sensación agradable en nuestro oído: el tono, la octava, la quinta y la cuarta. Pero está la otra armonía y apego a la música, el arrullo de la mujer, la canción nocturna o en el campo, una tarde de lluvia en que no hay nada que hacer. Allí y así son las cosas, ese arrullo el mito se lo adjudica a la Musa....el lado izquierdo...el cerebro y el corazón. A veces la magnitud incalculable de las esferas del universo, se manifiesta en una metro cuadrado, la cuna con el niño o niña bebé, el pie descalzo de la madre y el arrullo que trae esa indefinida sensación que se parece a la muerte, el sueño.
La emoción es un continente femenino, eso no quiere decir que el hombre no sea emotivo, los hay y con creces, pero lo que intento decir es que la relación con la mujer siempre el leitmotiv es la emoción, algo así como la configuración de los trópicos el calor es la constante. Bien, Pitágora descubre los círculos, las esferas musicales, ¿ pero quién le canta o susurra las canciones a los niños para que encuentren la paz mientras les llega el sueño, esa manta misteriosa tan parecida a la muerte?... La mujer, verdad?. El dogma del hombre es la obediencia, el de la mujer es principio de identidad con las formas vivas, nadar y bucear al ritmo del corazón, no con la raíz cuadrada o la reducción al absurdo. Ella siempre está de la forma en que se pueda hacer y concebir. No hay una oración que diga: Madre nuestra que estás en los cielos, por más cierto que sea, ella siempre está aquí y así, en la forma en que se puede, desligada de lo que se debe. Si el hombre le dio el comienzo, la mujer profundizó su uso.... Mujer es una cifra musical. Recuerdo esto por la charla con un amigo ya fallecido. Yo había preguntado, ¿ cuál o como sería la religión que empezara con una la "cifra", Madre nuestra que estás en los cielos....¿ qué tan diferente serían nuestros credos?, ¿ Qué tanto hubieran variado los tonos psicológicos de esa religión?. Me contestó con sabiduría: " No la hay me dijo el Gordo, Ella siempre está aquí o por aquí". La historia masculina parece tener siempre un mismo principio y fin, conquistas y comercio. La de la mujer es suavizar las puntas hirientes de la vida, encender la candela sobre la mesa, guardar la historia de la especie como memoria, como Musas, deletrear la poesía, respetar los testimonios del dolor y las tragedias, usar los colores imitando a la naturaleza sin sumisión, sino con persuasión; guiarnos a una paz universal. Dona Nobis Pacem....
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