Liderazgo, Verdad y Lealtad
Desde niño tuve en mi formación una serie de valores que me entregaron mis padres con un alto nivel de exigencia y de manera intransable. Hoy deseo comentar y abrir opiniones respecto de dos.
Decir la verdad cueste lo que cueste, a partir de una dura experiencia inolvidable, fue una de las virtudes que me quedó marcada a fuego, como dice mi mamá.
En muchas ocasiones he pensado que matices a esta norma, pudieron facilitarme la vida o al menos haberme evitado malos momentos; pero luego la distancia del tiempo y juicio diferido me han hecho valorar mis acciones y recordar con emoción aquella experiencia grabada a los 8 años.
La vida se vuelve tan sencilla cuando no hay que recordar lo que dije anteriormente o lo que comprometí mucho tiempo atrás, porque siempre es la verdad y lo que haría bajo cualquier circunstancia.
La verdad también es en ocasiones dolorosa o incomoda, pero de la mano con el respeto, resulta la mejor compañera de nuestra palabras y acciones.
La lealtad la descubrí tempranamente junto a mi padre, en aquella época en que fue funcionario de la armada y mantuve hermosas conversaciones caminando por las calles de Valparaíso y al ver a mi tío René llevarme por las mismas calles como distracción a sus reuniones clandestinas del Sindicato de estibadores de Chile.
Ambos en distintas veredas, pero con una cariño y respeto por el amor de la familia intransable.
La viví y quedo marcada como un sello, cuando a mis traviesos 10 años me culpé de la travesura que hicimos varios amigos en el colegio, pensando que todos asumirían su culpa al igual que en la épica escena de la vieja película Espartaco (1960 Kirk Douglas); pero solo fui yo.
Aun cuando recibí mi castigo, el inspector de colegio percibió lo ocurrido y valoró mi actuar destacándolo y haciéndome entender que hice lo correcto.
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En mi labor profesional he puesto en práctica ambas virtudes recibidas, pero curiosamente en ocasiones no resultan comprendidas conjuntamente.
No estar de acuerdo y presentar una opinión disidente parece ser signo de rebeldía y falta de lealtad.
Los objetivos de una organización y el cuidado de sus valores fundamentales, es la tarea que los líderes deben llevar adelante como primera. Discrepar de las acciones o métodos con opiniones honestas es parte del aporte que se espera de ellos y forma parte de la naturaleza de estos.
Pero desde mi mirada es impensado que opiniones discrepantes puedan resultar en tranzar la lealtad a los objetivos primarios.
Las organizaciones y empresas necesitan de líderes discrepantes, que se auto cuestionen y permanentemente busquen la mejora en lo que hacen, llanos a replantearse su trabajo siempre.
No sirve tener líderes autómatas y mal llamados “YES MAN” que solo pedaleen sobre la bicicleta y sean esa guía esperada, para las cuales fueron concebidos.
¿Qué opinan?
Sin quererlo, mis padres me dieron hermosas enseñanzas que orientan el liderazgo y que atesoro hasta hoy. ¿O fue a propósito?
Gerente de operaciones en Workmate (de vuelta a Casa)
1 añoMuy buena reflexión siempre se espera tener más personas capaces de plantear sus ideas aunque a veces sean disidentes, esos son lo que aportan a los que sus equipos nombran líderes.
Coach Ejecutiva | Psicóloga | Mi abuela no entiende bien qué hago | Lo explico mejor en pazcanquil.com
1 añoPodemos diferir en qué valoramos más Tú puedes valorar más la verdad, otro puede valorar más los vínculos, etc. Pero una cosa es cierta Si eres fiel a tus valores, sean los que sean, das más confianza. El resto sabe qué esperar de ti y qué no La ecuación se vuelve hermosa si compartes esos valores dentro de un equipo. Pero no hay que asumir que es así hasta que no se explicita
Ingeniero Industrial | Soporte Operativo | Continuidad Operacional | Control de Gestión | Procesos | Proyectos | Gestión de operaciones | Trabajo de campo | Customer experience |
1 añoMuy buena reflexión, además tus padres se ven impecables. Respecto a tu escrito, no da lo mismo cualquier crianza, mucho de lo que somos cuando nos toca administrar equipos de trabajo, viene de los valores y principios que nos inculcaron en nuestra formación como hijos, lamentablemente no todos tienen la fortuna de tener una familia bien constituida, es ahí el desafío para apoyar a los colaboradores a deconstruirse para ser mejores profesionales y quien sabe por consecuencia mejores personas