Llora

Llora

Llora

Si quieres ahorrarte una pasta en terapia, en fisio y en tratamientos médicos, en serio, llora.


Hay que ver qué mal visto está llorar.

Hay que ver qué fácil nos sale eso de decir ¡no llores!


¿Por qué lloramos?

Tu cuerpo tiene varios mecanismos de limpieza y regulación, y llorar es uno de ellos.

¿Te imaginas recibir desde bebé un mensaje tipo

“No orines, ¡¡¡qué ordinariez!!. las niñas buenas no orinan”?


Morirías intoxicada.


Pues tu sistema nervioso también se regula a través del llanto.


Cuando te llevas un berrinche, un susto, un disgusto, tu cuerpo entra en estado de alerta máxima, y para normalizar ese estado, necesita llorar.


Fíjate: para llorar intervienen tus ojos, tu garganta, tu esófago, tus pulmones y tu diafragma, con espasmos que van liberando la tensión que ha generado esa situación estresante o desagradable que has vivido.


¿Y qué decimos cuando reprimimos el llanto?


Tengo un nudo en la garganta, se me cierra la boca del estómago, me falta el aire…


Tu mente, que es lista listísima y quiere que sobrevivas (no que sonrías y seas feliz) deja esas sensaciones corporales para recordarte que sigues en alerta, que llores y relajes. Igual que te avisa para que hagas pis.


Y tú, erre que erre, que no, que no te da la gana llorar.

Y tu mente erre que erre, haciéndote sentir lo mismo cada vez que piensas en lo que te ha ocurrido, para que llores.

Y tú, que no.

¿Qué nos pasas si no lloramos? Heridas emocionales y somatizaciones

Así es como te haces una herida emocional, manteniendo esta lucha por no llorar lo que necesita ser llorado.

Y así es como empiezas a somatizar y enfermas.

Tu mente sabe que mantener mucho tiempo ese nudo en la garganta, esa bola en el estómago, te pone en peligro, así que envía esa tensión a otras zonas de tu cuerpo menos comprometidas.

Bruxismo, contracturas, problemas digestivos, trastornos del sueño…Muchas veces no son más que llantos no llorados.

Así que no seas melón y LLORA.

Llora si acabas de ser madre, te ha pasado un tsunami por encima.

Llora tu diagnóstico, o el de tu madre, o tu hijo.

Llora esa rabia de no poder mandar ATPC a tu jefe o ese compañero.

Llora tus pérdidas.

Llora los daños que te hicieron y no entiendes aún por qué.


Y por favor, no colabores con esta cultura de no llorar.


Permite que tus hijos lloren: de rabia, de pena, de miedo o de cansancio.

Deja que lloren, y enséñales que llorar es natural y está bien.

No les dejes solos cuando lloran, acompaña y acoge.


Permite que tu pareja llore: de rabia, de pena, de miedo o de cansancio.

Deja que llore, y enséñale que puede llorar contigo, que no te molesta, que no es un problema.

No le dejes solo/a cuando llora, acompaña y acoge.


Busca tu manera de llorar, a solas, con otros, en casa, fuera de casa.

Crea espacios y momentos para llorar, y te ahorrarás muchos problemas de salud, física y mental.


¿Te cuesta llorar?

¿Te han criado con el mensaje de “¡NO LLORES!”?

¿Cuál es tu manera de llorar?

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