Lluvias en el horizonte
Con la temporada encima, hay una serie de precauciones al conducir y al dar mantenimiento que pueden evitar situaciones adversas
Carlos Cavazos
La temporada de lluvias llega con rayos y truenos para nutrir positivamente los mantos acuíferos, pero con el riesgo de hacer daño a nuestro automóvil. Resulta obvio que una inundación al motor es catastrófica para su continuo funcionamiento, pero los riesgos no terminan ahí. Hay varias acciones tanto preventivas como reactivas para tener en cuenta ante esta temporada además del escenario más extremo.
Si bien un chubasco repentino puede parecer atacarnos desde arriba, algunos de los efectos más amenazantes ponen en evidencia situaciones en las regiones inferiores de nuestro vehículo. Comenzando por uno de los peligros menos contemplados en caso de lluvia: la asimetría en las ruedas de nuestra unidad, en varias instancias: piso de llanta, alineación, y frenado.
El pavimento resbaladizo es amenazante para cualquier automóvil, pero defectos en la configuración serán expuestos bajo estas condiciones, con riesgo de vida. El primer problema se halla en los grados de desgaste diferenciados en alguno de los neumáticos. Si tuvimos la mala idea de sustituir solamente una llanta en caso de daño, y peor aún, si la pusimos en el eje anterior, una frenada en mojado puede provocar un giro fuera de control, pérdida de trayectoria, y choque.
Esto se previene cambiando las llantas en pares, cuando menos, pues un desgaste significativamente diferente entre un lado y otro del mismo eje dará pauta a pérdida de dirección en caso de frenado de emergencia en pavimento mojado. El sistema electrónico de estabilidad puede ayudar a reducir esta probabilidad, pero este es un apoyo, no un escape a las leyes de la física.
Otro aspecto de asimetría en configuración está lamentablemente en la alineación. Y lo lamentable de ello está en que basta en ocasiones un mal bache para perder el correcto alineado de nuestra dirección. Podemos detectarlo en caso de duda: bajo conducción en línea recta y vía nivelada el auto se desvía por sí solo hacia un lado constantemente, es la señal de acudir a servicio. Frenar en piso mojado bajo estas circunstancias puede llevarnos a un cambio de dirección inesperado, y adverso. Corregirlo implica acudir a un centro llantero, donde con el uso de sistemas computarizados regresarán a cero la diferencia en ambas ruedas, si no tenemos alguna vieleta doblada, en su caso deberá sustituirse.
El tercero y no menos importante se halla en un estado asimétrico del sistema de frenos. Este problema usualmente subyace sin dar señales cuando tenemos una conducción moderada y en seco. Es en condiciones extremas cuando, si el desgaste de pastilla o disco han sido diferenciados, una llanta tendrá una respuesta extrema y otra más moderada, provocando giro y pérdida de tracción.
Pero estos no son los únicos problemas evidenciados por las lluvias, a continuación te presentamos algunos de los más notorios y cómo prevenirlos.
Llueve sobre mojado
Algunos de los retos que la lluvia presenta a nuestro vehículo, y cómo evitarlos
Inundación al interior de motor
Sucede cuando la entrada de aire a cámaras de combustión capta agua, al pasar por agua profunda. En este de que se apague el motor en un encharcamiento profundo nunca debemos tratar de encenderlo: se requiere desarmar, secar y sustituir componentes afectados. Ya apagado y a salvo el auto, se revisa bayoneta del aceite y si en lugar del aspecto regular aparece como agua con chocolate, tenemos inundación de motor.
Llantas lisas
Si en situación de pavimento seco una llanta más allá de vida útil es problema, en lluvia es catastrófico. No basta con que tenga dibujo, si el neumático ya envejeció por tiempo, aún con canales carecerá de propiedades para frenar. Microagrietados y superficie brillante en tu llanta, aún sin aplicar abrillantador, son señales de que el caucho ha terminado su ciclo viable.
Filtraciones en cabina
Debido a daños o desgaste en empaques, o bien a un armado deficiente, la lluvia puede entrar a la cabina. Si el auto está en garantía, exijamos al concesionario la reparación. Si no, cambiemos empaque, o bien apliquemos sellador en el punto roto.
Alternador mojado
Agua en el cuerpo del alternador puede afectar su funcionamiento, evidenciada por pérdida de voltaje, disminución de intensidad de luces. Podemos prevenir esta situación evitando conducir por charcos con velocidad elevada.
Recomendado por LinkedIn
Sensores mojados
Alertas de check engine y un motor con comportamiento irregular tras pasar por encharcamiento o vado puede ser señal de agua en un sensor. Acudamos tan pronto como sea posible con nuestro mecánico para correr un diagnóstico electrónico y pidamos selle las juntas de los sensores más expuestos.
Parabrisas de baja visibilidad
Ya sea por sustancias adheridas al cristal o por falta de correcta función de las hojas de limpiaparabrisas, tener problemas de visibilidad al frente es un riesgo. La suciedad se evita con limpieza profunda y se complementa con un hidrófugo como rain-X. Las hojas de limpiaparabrisas no funcionales deben sustituirse, y si tenemos falla en motores, repararse.
Pérdida de banda
Una polea tensora que ha excedido su vida útil puede evidenciarlo al cruzar un charco, pues tenemos el riesgo de perder la banda del motor, y con ello el alternador, provocando el apagado del vehículo. Un preventivo está en cruzar lentamente los charcos y vados, y otro, sustituir polea tensora por encima de 100 mil kilómetros de uso. Obviamente si la banda presenta agrietamiento, es momento de cambiarla.
Agua en fascias
Pareciera un detalle menor pero podría provocar cortocircuitos, y puede llegar a reducir la visibilidad de nuestro vehículo ante otros conductores. Podemos prevenir sellando con silicón transparente pero lo mejor es cambiar la pieza completa por una refacción original.
Agua en piso del vehículo
Si al pasar un vado entró agua a nuestra cabina y se acumuló en el piso, es indispensable drenarla y secar la alfombra: de no hacerlo provocaremos malos olores y podemos precipitar la oxidación de panel inferior.
Pérdida de contacto por profundidad
Si la profundidad del agua está haciendo que las llantas pierdan contacto con el pavimento, estamos en elevado riesgo de perder el vehículo, por entrada de agua a motor, o peor, de ser arrastrados por la corriente. Es mejor prevenir esta situación si encendemos las alertas de clima extremo en nuestro teléfono celular y evitamos conducir cuando el clima es peligrosamente adverso. Si ya estamos en este escenario, busquemos zonas altas y esperemos.
Aquaplaneo
Fenómeno que ocurre cuando la velocidad en presencia de agua separa neumáticos del pavimento: en esta situación no hay control sobre el vehículo. Podemos prevenirlo manteniendo la velocidad baja al conducir en lluvia.
Rotura de efectos de piso
Distintas armadoras mejoran la aerodinámica de sus modelos con paneles inferiores bajo el auto, los cuales no están diseñados para resistir la fuerza del agua. Si se arrancan pueden dañar mangueras y cables, además de arrastrar contra el pavimento. De nuevo, la velocidad baja es indispensable para evitar estos daños en lluvias torrenciales.
El más típico: llantas y rines
Regularmente el agua de lluvia corriendo por asfalto será opaca, ocultando a la vista del conductor pozos, tapas ausentes, escombro y un agresivo etcétera. Peor aún después del ocaso. Si apreciamos la integridad de nuestro auto, evitemos circular en estas condiciones. Si nos vemos obligados a hacerlo, será mejor sumarnos a la mayoría, y optar por un SUV de llantas con cara alta.