Los malos resultados no suceden sin más.
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Los malos resultados no suceden sin más.

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Todas las empresas tienen su propio ADN, y como nos sucede a las personas, ese código genético determina buena parte de nuestras fortalezas y debilidades, de manera innata.

De hecho, una de las lecciones más dolorosas que muchos hemos tenido que aprender en los últimos diez años, es que nunca se puede estar completamente seguro de nada. Para alcanzar la excelencia, hoy las organizaciones, y con ellas, las personas que las conformamos, debemos estar dispuestos a superar permanentemente nuestros propios límites, y ello empieza por reconocer, y aceptar nuestros puntos débiles.

Podríamos decir que hoy, nada es más importante que comprender como funciona la realidad, y saber cómo afrontarla. Y en ese ejercicio se encuentran muchas empresas de nuestro entorno, que pugnan por conciliar el instinto y las emociones con la razón.

Una lucha que en no pocas ocasiones lleva a confundir dos cosas: que queremos que sea cierto, y la propia realidad. En este contexto es importante no dejar que nuestros prejuicios condicionen nuestra objetividad. Toca ser más analíticos, y menos emocionales.

No somos perfectos. Conviene saberlo. Para ser capaces de mejorar, debemos buscar nuestras imperfecciones y trabajar en ellas. Reconocer nuestras debilidades no significa rendirse a ellas. Más bien, todo lo contrario.

A los puestos directivos, y no solamente a los de más alto nivel, hoy se les pide: Estrategias mentales de alto nivel, como la visualización y la priorización. Buena percepción, síntesis y un alto nivel de exigencia. Visión a múltiples niveles. Por no hablar de pensamiento lógico, disciplina, sentido práctico, buenos hábitos laborales, y una orientación claramente enfocada a resultados.

Nos encaminamos hacia un mundo emocionante. Y, como siempre, nos compensará prepararnos para afrontarlo, en vez de desear que las cosas fueran distintas.

Estamos a las puertas del gran cambio, y toca prepararse para gestionarlo. No será fácil. Una pequeña minoría lo comprenderá y lo apreciará desde el principio. Incluso a estos, les encanta.

Otros, una minoría ligeramente superior no lo soportará, y abandonará.

Pero la mayoría, se ceñirá al proceso. Mejorará con el tiempo, y llegará un momento en el que ya no reconocerá que “antes” las cosas se hacían de otra manera.

Sir Winston Churchill decía “En el liderazgo no hay nada peor que mantener falsas expectativas que pronto se desvanecen”. Tu gente necesita de tu sinceridad. Necesita conocer las realidades duras e inciertas a las que tendrá que enfrentarse, para saber cómo tendrá que prepararse para afrontarlas, y tú de camino, aprenderás mucho observando a la gente que tienes alrededor, como lo hace.

Y ahora te lo pregunto a ti, y tú, ¿Cómo vas a prepararte?

Human Business Intelligence, expertos en Optimización del Rendimiento.

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