Que 2019 te pille "Digitalmente"​ preparado
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Que 2019 te pille "Digitalmente" preparado

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Hace no demasiado tiempo, Facebook ni siquiera existía, Twitter seguía siendo un sonido, la nube seguía en el cielo, 4G era una plaza de aparcamiento, las “aplicaciones” era lo que enviabas a las universidades, Big Data era un nombre genial para un rapero, y Skype, para la mayoría de la gente, era un error tipográfico.

¿Genial? La verdad es que sí. Perdonadme, pero he cogido prestado este párrafo del libro “Thank you for being late” de Thomas L. Friedman.

Esta mañana me he levantado temprano y le he hablado a un aparato que me ha costado 182,69 euros, que compre desde una aplicación en mi móvil. Le he pedido que confirmara que el Uber que reservé ayer iba a llegar a la hora. Poco después ha aparecido, y mi teléfono ha vibrado avisándome de su llegada, quizás no falte mucho para que ese mismo coche, llegue sin conductor.

Un 67% de los adultos americanos declaran informarse a través de las redes sociales. Empresas como Uber, Airbnb o Netflix han triunfado no porque tuvieran más presupuesto o mejores tecnologías, sino porque han aplicado las nuevas reglas de la economía digital, reinventando la cadena de valor de sus respectivas industrias.

Se estima que para un país altamente conectado, el impacto diario de Internet y de los servicios asociados es de un promedio de 20.500 millones de euros por cada diez millones de habitantes. Para los países con un desarrollo tecnológico intermedio, el impacto sobre el PIB asciende a 5.800 millones de euros por cada diez millones de habitantes, mientras que para los países con una economía con menor conectividad a internet supone solo unos 525 millones de euros (Deloitte 2016).

Durante 2017, asistimos a un hito sin precedentes, ya que el número de líneas móviles en todo el mundo superó por primera vez a la población mundial. En el Mobile Word Congress 2018 se anunció que el número de usuarios únicos de telefonía móvil era superior a los cinco mil millones de personas, lo que representa que un 66% de la población mundial ya cuenta con un dispositivo móvil.

En 2017 se superó la barrera del 50% de la población con conexión a Internet. Los datos nos darían para un tratado estadístico, pero no es lo que busco en este artículo.

Hablábamos al inicio, de comprender las reglas de juego de esta nueva economía digital, una economía a la que los expertos han denominado, la economía de la escasez.

En la teoría clásica de la oferta y la demanda, cuanto más escaso es un bien y mayor es su demanda, mayor es el precio y, por tanto, su beneficio. Pero en este mundo digital nos movemos en una economía de la sobreabundancia. Lo que nos lleva a un nuevo contexto de mercado, es decir, debemos ser capaces de construir artificialmente un modelo de escasez para nuestros productos o servicios, sino queremos que sus precios se desplomen irremediablemente.

El gran reto de muchas empresas tradicionales es adecuar sus estructuras y procesos al actual ecosistema digital, ya sabes, incierto, cambiante y con unos niveles de rentabilidad por debajo de lo esperado.

En esta nueva economía el usuario es el rey, y para ganarse su favor, nada mejor que situarle en el centro de todas las estrategias, escucharle y conocerle como nunca antes, y crear en nuestras empresas una cultura del dato como eje de su conocimiento. El éxito ya no está en ser una empresa digital, sino en ser capaz de poner los datos al servicio de su satisfacción.

Conviene recordar no obstante, que los datos no son un fin en sí mismo sino una herramienta de ayuda. Son “data-informed, not data-led”.

Todo ello obliga a nuestros equipos comerciales a adaptarse, a redefinirse, para ofrecer nuevos servicios de asesoría, recomendación, monitorización y evaluación. En definitiva, profesionales capaces de hacer que sus clientes puedan sacar el máximo provecho de este nuevo universo híper-tecnificado. Equipos comerciales más orientados al dato (data driven). Un papel más parecido al de los consultores que al de los vendedores tradicionales. Un perfil, para entendernos, más analítico, creativo, con habilidad para saber contar una historia para conseguir una venta, y saber cerrarla a través de una correcta negociación.

La evolución hacía el negocio digital es un cambio de procesos, de organización, y como es evidente, afecta a todos los profesionales sin excepción. Profesionales que tendrán que trabajar en un doble grupo de habilidades: Aquellas que han sido, y siguen siendo fundamentales para el ejercicio de sus tareas, y otras, más innovadoras, llamémoslas transformacionales.

Pero no nos olvidemos, la transformación no es un punto de llegada, sino un estado de permanente evolución.

Feliz 2019, y que te pille “Digitalmente” preparado.


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