Los simbolismos que cayeron como anillo al dedo

Ricardo Ortiz Esquivel

6 de agosto de 2020

El Gobierno de López Obrador entiende que ante los malos resultados en economía, salud, seguridad y finanzas públicas, deben existir situaciones adversas-ajenas o provocadas por la misma administración de la “transformación”, pero siempre con un tono que genere polémica, populismo y demagogia para que los mexicanos se enfrasquen en más que solo un debate o discusión política en su entorno diario. 

Los gobiernos anteriores han sido en gran parte los grandes responsables de generar simbolismos que no solo le caen “como anillo al dedo” a Andrés Manuel, sino también crean una perfecta combinación para ganar votos ante el hartazgo que existe con el PRI y PAN. 

En un país donde en 2020 habrá 62.5 millones de pobres (según el Coneval), cualquier simbolismo populista que tenga que ver con el pasado y sirva como un “ejemplo” de lo mal que se hacían antes las cosas, es un acierto para lo que busca el Gobierno federal obradorista: mediante simbolismos del pasado y también del presente se puede ganar popularidad, votos y hasta la confianza de los mexicanos. 

La imagen y el discurso de López Obrador son de alguien que está en contra de la corrupción, de los lujos y de acabar con los neoliberales prianistas. 

Es por eso que el avión presidencial, los casos Lozoya Austin, la corrupción del pasado y el nombre de Salinas de Gortari emiten euforia, pero también un falso patriotismo que es creado para hacerle creer a las masas que los de ahora no serán como los de antes.

El COVID-19 le cayó como anillo al dedo a López Obrador para justificar las muertes y los contagios debido a la mala calidad de vida que se tenía con los neoliberales y lo mal que le dejaron el Sector Salud. La pandemia es un simbolismo que sirve de escudo para no echarse a la espalda a todos los muertos que sufrieron por los prianistas y recalcando que si le hubieran dejado un mejor sistema de salud, entonces tendríamos hoy en México un sistema de salud como los países nórdicos. 

La inseguridad es otro simbolismo que al igual que el covid o los ya listados, se convierten en simbolismos que la “cuarta transformación” utiliza para justificarse o victimizarse ante lo que les dejó el pasado. 

Y el problema no es el que Andrés Manuel o todo su Gobierno se justifiquen o rebuznen por lo mal que dejaron los neoliberales a México, sino que cuántos años más tendrán que pasar para que esos simbolismos dejen de ser usados de manera mediocre y de verdad se pongan a trabajar en lo que ahora es su responsabilidad.

El jugo que se le está exprimiendo al avión presidencial y a los demás simbolismos es para las elecciones de 2021/2024. Es un jugo que se exprime prematuramente porque las cosas van tan mal, que ya se tiene la necesidad de sacar las armas que se deberían guardar para cuando de verdad es necesario. 

Por el momento todo cae como anillo al dedo, pero después todos esos cúmulos de simbolismos pueden apestar a podrido. 

Cuando ya huelan a podrido, entonces serán problemas gratuitos para un gobierno que siempre se enfrascó en la mediocridad de culpar al pasado de todo lo que le salía mal. 

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