Luces y sombras del teletrabajo: el cambio de paradigma que llegó para quedarse
Lo primero de todo, hay que saber de dónde venimos y cuál es la tendencia futura que apuntan los expertos. Hay un antes y un después de la crisis del Covid 19. Hasta que comenzó el confinamiento, apenas el 4% de los empleados teletrabajaban. Después de la crisis sanitaria se estima que hasta un 20% de los empleados van a teletrabajar, o al menos a mantener un trabajo mixto sólo semi presencial.
También se ha producido un interesante cambio normativo por causa de la fuerza mayor, ya que, mientras antes del Covid 19 la regulación del teletrabajo se realizaba en el marco de la negociación colectiva a todos los niveles (incluso ha sido una de las pocas materias laborales que en la UE se han tratado en el ámbito de los pactos entre los agentes sociales), con los sucesivos decretos de estado de alarma unas 20 normas legales y reglamentarias han pasado a afectar directamente a un sistema de teletrabajo que, saliendo del ámbito de la negociación entre empleador y trabajador, se ha impuesto por criterios de urgencia sanitaria.
Antes de la pandemia normalmente sólo se tomaban en consideración un par de ventajas evidentes del teletrabajo: la mejora medioambiental (al haber menor número de desplazamientos en transporte público y/o privado) y la mejor conciliación entre la vida laboral y familiar. Pero después del estado de alarma, y ante el incremento en esta actividad profesional no presencial, hay muchos más flecos a tomar en consideración (además de los dos ya enunciados), unos positivos y otros no tanto, que me gustaría enumerar para nuestros lectores de LinkedIn:
- La reducción de un 15-20% en el número de desplazamientos diarios va a suponer claramente una mayor vida útil de vehículos públicos y privados y, por tanto, a medio y largo plazo una menor venta de los mismos, así como un menor consumo de los diferentes formatos de combustible, con el correspondiente efecto sobre los fabricantes de vehículos, la postventa de los mismos y las estaciones de servicio.
- Las viviendas particulares van a cambiar radicalmente. Ya no será imprescindible vivir cerca del trabajo, puesto que se va a teletrabajar. Además, querremos tener en nuestras viviendas un espacio diferenciado para poder trabajar, así como una zona de terraza o jardín, para mejorar la calidad de vida en caso de un nuevo confinamiento. Ésto va a primar las viviendas unifamiliares de las afueras de nuestras ciudades, en detrimento de los pisos pequeños y céntricos.
- Hay que definir bien las condiciones del tiempo de trabajo, los gastos que debería asumir la empresa, etc., para evitar convertir a los teletrabajadores en tele esclavos modernos. Además, debería respetarse una flexibilidad de horarios que permitiera la conciliación con la vida familiar.
- Es probable que se reduzca el uso de guarderías y jardines de infancia, mientras que se incrementarán los cuidados a domicilio, tanto de personas mayores como de niños. Las empresas de asistencia domiciliaria tendrán un futuro brillante en los próximos años.
- Si un 20% de los empleados teletrabajan, las sedes corporativas de las empresas podrán ser más reducidas, habiendo un staff mínimo que trabaje presencialmente y compartiendo el resto de empleados puestos volantes de coworking. Por tanto, va a sobrar mucho espacio de oficinas, y los patrimonialistas de las mismas pasarán por dificultades, quedándose con espacios libres o teniendo que renegociar rentas a la baja para que sus empresas inquilinas no se vayan.
- Se van a necesitar menos caterings empresariales, menos alquileres de salas, menos comidas de trabajo, menos menús del día, etc. La hotelería, los centros de negocios, las empresas de eventos y la restauración de las zonas corporativas de empresas van a sufrir una sensible caída de ingresos.
- Por último, hay que ver cómo gestionar la cultura de empresa, el trabajo en grupo, las reuniones telemáticas y presenciales, etc., es decir, no perder le eficiencia operativa por teletrabajar. Y también hay que evitar crear una "casta" de teletrabajadores privilegiados, frente a los trabajadores de la distribución, el transporte, la construcción o la industria, que lógicamente no pueden teletrabajar (curiosamente, trabajos en general con menor valor añadido).
Como se puede ver, un cambio de paradigma que afecta mucho más allá de las ventajas de conciliación o cuidado del medio ambiente, llegando los cambios al sector inmobiliario (residencia y terciario), a la hotelería y la restauración, a las empresas de sistemas de información, a las de asistencia domiciliaria o incluso a la industria del automóvil o a las estaciones de servicio. Hay que huir de simplificaciones, analizar bien todas las aristas de este fenómeno, y buscar el nuevo equilibrio personal y empresarial para todos los sectores implicados.
Y, desde luego, eliminar el ambiente de excepcionalidad de los decretos de la alarma, devolviendo el marco regulatorio del teletrabajo al ámbito de la negociación colectiva entre empresarios y sindicatos, y al ámbito de la negociación individual entre empleadores y empleados.
Directora Financiera en Oido Cocina Gourmet en Croquetas - Oído Cocina Gourmet
4 añosMuy interesante Félix , sin duda se suscitan ahora dudas laborales y de repercusión económica que tendremos que resolver.
External Consultant - Lineal Cuatro S.L.
4 añosFelix Como diría mi mecánico de Toda Ka Vida.. FETEN!! Sin riesgos no hay cambios y ponerle vallas al Futuro es inaudito. VERDAD que hay Que regularlo desde YA y como todo en la vida será un equilibrio de Costes y Confianza entre Ambas Partes Pero.. NO vuelve atras ni Loco!@
Abogado RENFE, gerente de procesal y arbitraje
4 añosGracias por el artículo Félix, totalmente de acuerdo con tus reflexiones, el tele trabajo ha llegado para quedarse pero cuidado con el desarrollo en su implantación. Toca regularlo y analizar a conciencia sus riesgos y fortalezas.
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4 añosEncontrar el equilibrio será una parte de los retos que nos esperan en los próximos años. Gracias por compartir tu reflexión Félix María Aguado Carrero !