Más allá de la información…
Mucha moda en Recursos Humanos, se cambian palabras, se regalan muchos termos de mate y mochilas, agendas y demás, pero aun así a las personas se las sigue considerando de la misma manera.
Mucha moda en Recursos Humanos, se cambian palabras, se regalan muchos termos de mate y mochilas, agendas y demás, pero aun así las personas se las sigue considerando igual.
La tan desdeñada inducción laboral, ahora llamada onboarding, sigue siendo en algunos casos un momento protocolar, informativo, desprovisto de su esencia primordial… La socialización del nuevo empleado y/o colaborador. A veces ni siquiera aparece la información.
¿Por qué deberíamos darle importa
La tan desdeñada inducción laboral, ahora llamada onboarding, sigue siendo en algunos casos un momento protocolar, informativo, desprovisto de su esencia primordial… La socialización del nuevo empleado y/o colaborador. A veces ni siquiera aparece la información.
¿Por qué deberíamos darle importancia a este proceso en la gestión de personas? En primer lugar, porque es la continuación de ese primer encuentro y conocimiento que tuvo que haber sucedido en la selección, segundo; su implementación tendrá mucho que ver en la decisión futura de quedarme o no en la empresa y tercero, tendrá incidencia en nuestro desempeño productivo.
A menudo nos encontramos en nuestras organizaciones con personas desmotivadas, inseguras, frustradas que nos generan ciertas dudas sobre la productividad de sus trabajos; pero muy pocas veces indagamos de manera seria e interesada que sucede con tales personas en su vida laboral. A modo de acto reflejo, solemos juzgarlas con demasiada rapidez.
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Algunas de estas personas llevan cierto tiempo en sus trabajos y otras no tanto, pero la insatisfacción es un común denominador que se refleja en sus caras.
Para aquellos que recién comienzan una vida laboral, resulta trascendental poder familiarizarse con todos los aspectos que hacen y rodean a su puesto de trabajo. No se trata solo de brindarles información, sino también de lograr una socialización que les permita orientar su voluntad a realizar un mejor desempeño, sintiéndose parte de un propósito, una idea, proyecto, etc. Esta, tal vez sea una de las formas de lograr que las personas se queden en nuestras empresas. ¡Retenerlas!, es el concepto que manejan muchos colegas.
La desmotivación y el desconcierto suelen ser los síntomas de personas que están complicadas con la adaptación activa.
Cuando no están claros los objetivos y/o las tareas del puesto y no hay acompañamiento del superior, la psiquis de cualquier individuo comienza a experimentar algunos “ruidos” que le generan presión; si a ello le sumamos que le llevará tiempo apropiarse de ciertos códigos de la cultura organizacional, observaremos que el estrés irá creciendo. Peor será, cuando se encuentre que en dicha organización se practica “el pagar el derecho de piso”, entonces sentirá que está condenado a expiar viejas culpas.
A no extrañarse cuando aparecen preguntas tales como ¿Qué hago acá? ¿Cuándo finaliza todo esto? Adiós no vuelvo más.
Un deficiente proceso de selección y un inexistente proceso de inducción tarde o temprano ocasionará perdidas internas en la empresa y el mal desempeño del empleado será percibido por los clientes incondicionales y potenciales.
La contracara es trabajar en la construcción de un entorno laboral saludable, claro en los objetivos a concretar y orientado al crecimiento de las personas en todo sentido. Las empresas interesadas en el cuidado y desarrollo de su personal invierten tiempo y recursos para lograr en sus nuevos empleados un sentido de pertenencia, de familiaridad y de integración que va más allá de la información y ello se logra con aprendizaje.