MERCADO O PRODUCTIVIDAD, CUÁL ES EL PRIORITARIO EN EL AGRO, ¡QUE CH’AMPAY!

Blog: jorgelazoz.com

En la mayoría de artículos escritos sobre la problemática del agro peruano, se exponen como las grandes soluciones, el incremento de la productividad y la reducción de los costos de producción, pero ¿qué pasaría si los agricultores en verdad incrementan la oferta de sus productos?, estoy seguro que los productores colapsarían, y ello en virtud que el crecimiento de la demanda de productos agrícolas en el Perú se ha producido casi exclusivamente por el incremento demográfico. ¿Cómo explicar tal contradicción de que si más produces, colapsas?

Analizando los sistemas agroalimentarios del mundo en el siglo pasado, estos estaban abocados a responder a las necesidades de demanda alimentaria de la población, debido a la impresionante explosión demográfica y el hambre reinante en el mundo (revolución verde)[1]. Pero algunos países pasaron de condiciones de escasez a exportadores, y dejaron de poner énfasis en la oferta. Amartya Sen, Poverty and Famines 1997, mencionan que hoy en día el problema para enfrentar la pobreza y el hambre radica en el acceso a los alimentos, y no en la producción agrícola (oferta).

Por otro lado para cumplir con el aumento en la demanda de alimentos proyectada para el 2050, se estima que la producción alimentaria global tendría que aumentar en 60% desde sus niveles del 2005-2007 (Alexandratos and Bruinsma, 2012). Sin embargo, incrementar la producción con la misma matriz productiva de hoy, es decir con un alto sesgo a favor de la agricultura intensiva e industrial, ejercerá aún más presión sobre los límites naturales del planeta, y no serán las harinas las llamadas a suplir este déficit como lo explico más adelante.

Pero la agricultura peruana aún se encuentra inmersa en la tecnología de la revolución verde, y al parecer los agricultores, opinólogos, y nuestros funcionarios del MINAGRI, persisten en el concepto de incremento de productividad como principal solución al problema de la agricultura familiar del Perú (82% de las tierras productivas tienen menos de tres hectáreas. CENAGRO, 2012), sin tomar en cuenta la valiosa opinión de los consumidores de hoy (demanda).

Por ejemplo, el clamor popular es que los peruanos debemos consumir más papa, porque es peruana y sabrosa, pero ¿los peruanos de hoy quieren consumir más papa? La respuesta pareciera ser no, el consumidor de hoy es mucho más enterado y con mayor capacidad de compra, por lo que las dietas en el Perú y el mundo, caminan hacia el consumo de verduras, frutas y proteínas, y no hacia las harinas.

Según la FAO 2016, en su informe anual, establece que las dietas en los países en vías de desarrollo están conformadas hasta por 1400 calorías provenientes de las harinas, en cambio en las economías desarrolladas solo se consume 800 calorías provenientes de las harinas. Esta es la razón principal del porqué los paperos peruanos no tendrán una mayor demanda ni a corto ni mediano o largo plazo. Recordemos que la demanda en el Perú es por efecto demográfico, y en el mundo la papa peruana no se consume. Está claro que como consecuencia, las casi 330 mil hectáreas dedicadas a la producción de papa tendrán que reducirse, conforme la productividad se incremente.

Por otro lado, casi exclusivamente los reclamos y exigencias de los gremios de agricultores peruanos son por apoyo, subvención y otras modalidades para incrementar la oferta (productividad), pareciera que han olvidado que la agregación de valor en la agricultura, es una cartera de prácticas agrícolas que permiten que los productores se alineen y satisfagan las demandas de los consumidores por productos alimenticios en forma, espacio, tiempo, identidad y calidad, que normalmente no están presentes en la producción tradicional, Lazo J. (2018). Sin embargo la agricultura familiar tiene un rol preponderante en reducir la pobreza rural, enfrentar la inseguridad alimentaria, malnutrición, y promover un sistema alimentario.

Sin duda las áreas rurales enfrentan desafíos particulares. Sus indicadores socio-económicos tienden a ser persistentemente peores que en las áreas urbanas, y ello se ve reflejado en un difícil  acceso a servicios sostenibles públicos como educación, salud y vivienda, falta de infraestructura básica como calles, sistemas de irrigación y comunicación, y desigual acceso y disponibilidad de tierra y agua. Estas condiciones afectan además de manera desproporcionada a los pueblos originarios y a las mujeres. A pesar de estos problemas y una creciente diversificación de las fuentes de ingreso, la agricultura sigue siendo el eje a partir del cual se determina la estructura productiva, las relaciones sociales y la interacción con la naturaleza circundante en las áreas rurales, son las apreciaciones de Luiz Carlos Beduschi, Raúl Contreras, Raúl Holz (2017)[2].

Por lo expuesto hasta aquí pareciera que los agricultores peruanos y sus dirigentes, solo se encuentran pensando en la oferta de productos que les permita ingresos para  satisfacer sus necesidades básicas fundamentales. Razones muy valederas por cierto, una suerte de si yo lo produzco, ustedes tienen que comprarlo (como se puede graficar en la foto N° 1), lamentablemente y como hemos podido establecer, los demandantes están más interesados en productos con otras cualidades y calidades. Además, el tamaño del mercado de consumo interno no se incrementará si se mantienen las tasas de crecimiento actuales. O sea las políticas y estrategias que solo promuevan incrementar la productividad para incrementar los ingresos ya no son válidas, por la sencilla razón que ya no hay más compradores. Qué hacemos ahora.

Foto 1. Papa empacada lista para su comercialización

Fuente: Fotografía tomada y publicada por el Ing. Aurelio Pulcha

Lazo J. 2018 en su artículo El camino más rápido hacia la competitividad, explica que no se trata de ofrecer el mejor producto o servicio, sino lograr que los clientes se convenzan que lo son.  Cuando existen marcas dominantes establecidas y se encuentran afianzadas, lo que se puede hacer es crear otro sector para poder ser competitivo en él. En otras palabras, se debe entrar a competir en el mercado satisfaciendo los requerimientos de los demandantes o ampliando el mercado, un buen ejemplo de ello son nuestros agroexportadores.

Parece entonces que el mercado es el prioritario en la solución a la difícil situación de la agricultura familiar del Perú, y no el incremento de la productividad. La construcción social de mercado parte de la premisa de que los mercados perfectos, como se describen a partir de la economía neoclásica[3], no existen. De esta manera, los mercados son productos sociales, espacios de coordinación socio-económico que reflejan, entre otros, relaciones de poder y aspectos culturales. Los mercados pueden ser entendidos también como espacios para la cooperación, y no sólo para que rijan los imperativos de competencia y requisitos de acumulación de riqueza. A partir de esta mirada, se puede argumentar a favor de políticas públicas que promuevan la construcción de espacios de intercambio que faciliten el acceso y salida a los mercados de la agricultura familiar con el objetivo de alcanzar un sistema alimentario inclusivo, según lo argumenta Beduschi L. (2017).

Pero en el Perú ¿tenemos estos espacios sociales donde se pueda realizar esta labor de enlazar la cadena productiva del sistema agroalimentario? No lo tenemos. Por ejemplo en Ayacucho (con las disculpa de los ayacuchanos),  existe el mercado mayorista  de ciudad intermedia denominado Nery García, que en términos gráficos es un corralón lúgubre donde el desorden y la inmundicia son sus características principales, y donde es imposible establecer el contacto entre el productor y el consumidor. Hay que recordar que la innovación de productos es más fácil que se dé cuando hay cercanía entre la oferta y la demanda, sobre todo la innovación de productos nuevos. En el caso de la agricultura familiar esto es de vital importancia.

En general todas las denominadas ciudades intermedias del Perú cuentan con este tipo de mercados como el descrito en el párrafo anterior, olvidando sus autoridades y gremios de agricultores que para el 2030 las poblaciones migrarán hacia las ciudades intermedias donde, según la FAO 2017, se establecerá el 40% de la población. Es de resaltar que la cercanía del productor y consumidor permite redistribuir las ganancias del proceso productivo al saltarse los mediadores que tienden a concentrar un porcentaje mayor, como lo mostramos en la ilustración N° 1. Por otro lado los agricultores no puedan acceder a estas nuevas oportunidades de mercado, por encontrarse atrapados en mecanismos informales del mercado, como son las ventas anticipadas para la obtención de crédito y la dependencia de los intermediarios.

Ilustración 1, Valor agregado de quinua orgánica

Fuente: Mercados Mayorista de Lima Metropolitana, 2017 – MINAGRI-DGESEP-DEA-Área de comercialización. Elaborado por el autor y publicado en el artículo denominado PARTICIPACIÓN DEL PRODUCTOR AGRÍCOLA PRIMARIO EN LA CADENA DE VALOR.

En conclusión, los agricultores y sus organizaciones deberán priorizar en su agenda estratégica de reclamos, la creación de nuevos mercados en ciudades intermedias que permitan el intercambio de productos, y sobre todo de ligar al productor con el consumidor, ya que los actuales no tienen forma de cumplir esta función, y solo son buenos para la concentración de intermediarios y fomento de grandes cadenas de abastecimiento que genera mayores precios, costo de energía y pérdida de calidad de los productos.

Es de vital importancia la priorización de apertura de nuevos mercados que permita recibir la oferta de los productores, quienes deberán tener la suficiente capacidad de cambio y entendimiento que el tema no es producir lo que se puede, sino lo que el consumidor quiere y cómo lo quiere; distinguir mercados de diferentes tipos y no solo de productos alimenticios. Las experiencias innovadoras de los mercados de servicios ecosistémicos o bioenergía, entre otros, podrían tener un alto poder palpable, ampliando las oportunidades y la gama de iniciativas que se ofrecen a los agricultores. Es momento de superar sesgos cognitivos que impiden pensar el futuro a partir de nuevas bases, de otra manera todos los años los peruanos nos veremos obligados, a través del MINAGRI, a comprar excedentes de producción. 

[1] El impacto de la Revolución Verde son evidentes, por un lado se disminuyó el hambre en el mundo, pero los costos socio-ambientales son intensos, ahora tenemos degradación ambiental (por ejemplo deforestación), erosión genética, exclusión de la mujer de la agricultura y el más claro, es el daño medio ambiental.

CH’AMPAY, Vocablo Quechua que significa “problema”

[2] Equipo de la Iniciativa Regional Agricultura Familiar y Sistemas Alimentarios Inclusivos para el Desarrollo Rural Sostenible de la FAO, liderado por el Oficial de Políticas Luiz Carlos Beduschi (2017)

[3] El neoliberalismo ya fue experimentado y si tuvo algún éxito en promover la estabilización inflacionaria o el equilibrio fiscal, por otro lado, mostró ser un fracaso absoluto en cuanto a impulsar un crecimiento económico duradero, la inclusión social y el aumento del bienestar. Ignacy Sachs, 2012.




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