MI AMIGO EL PAPA
La ventaja de las personas de nuestra edad, es lo que les pasa a mi grupo de amigos septuagenarios. Podemos referir todas las semanas los mismos cuentos, con la suerte que, de una para otra, ya se les ha olvidado y los celebran con el mismo entusiasmo...
MI AMIGO EL PAPA…
Ahora que sopla de vez en cuando el aire frío que baja del Ávila y al mismo tiempo me vienen desde la distancia imágenes de lugar y tiempo, los recuerdos de aquella lejana tierra, parece revivir y en el mismo lapso todo sucede como si fuese ayer cuando se celebraban las fiestas patronales de la iglesia San Roque.
El cura párroco de ese entonces, el reverendo Stanley, un lituano gigantesco que llego desde muy joven del otro lado del mundo y nunca más se movió de la arenosa adoptándola como suya y quien tenía un carácter templado al acero y hacía arrugar al maleante más duro del lugar, tan solo con la mirada.
Las malas lenguas decían que tenía un Smith & Wesson calibre treinta y ocho en la pretina, debajo de la sotana. Mi amigo, el doctor Gustavo Domínguez, me lo juró y dice que a él le consta. Para las fiestas del patrono de la iglesia, se preparaba, además de la procesión, la misa y los fuegos artificiales, un fondo musical amenizado por la banda de viento del maestro Gacherná.
Este era un grupo de cinco o seis viejos que tenía la música como segundo oficio y además de matar tigres en matrimonios, bautizos y cumpleaños, eran tipógrafo, mecánico automotriz, zapatero, sastre y cocinero y se reunían cada vez que salía un compromiso.
El padre Stanley quien se encargaba personalmente de todos los actos concernientes a la celebración de su parroquia, contrataba también la banda de músicos. A pesar de ser en aquel tiempo tan solo era un niño, lo recuerdo como si fuera ayer, el día en que al joven párroco le toco contratar al maestro Gacherná para amenizar las fiestas.
Recomendado por LinkedIn
Este músico quien tocaba de oídas y sin partitura y quien tenía fama de gustarle el “Ron Blanco” que en aquella época fue rebautizado entre los bebedores profesionales como “gordo lobo”, al ajustar el precio por el contrato le dijo al maestro: le ofrezco diez pesos más dos botellas de ron, a lo que el viejo músico le espetó casi de inmediato, padre, por qué mejor no me paga con ¡dos pesos y diez botellas de ron!
El cura gigante, a quien jamás se le había conocido ni siquiera el esbozo de una leve sonrisa, soltó una única, grave y profunda carcajada, que pareció haberle brotado de las más recónditas profundidades de sus entrañas. Nunca más vi siquiera sonreír por equivocación, hasta el día de su muerte, al célebre cura lituano.
Mi otro amigo, por el contrario, le tocó ir a la Universidad de Salamanca a estudiar derecho Canónico. Lo conocí cuando yo tenía diez años y él acababa de salir del Seminario. Muy conveniente, le dije, tengo uno que otro pecadillo y de seguro voy a necesitar un buen abogado cuando llegue el momento. Mantuvimos la comunicación con largos debates filosóficos algunas veces, otros, solamente mundanos, cuando en aquella época se utilizaba lápiz y papel y existió algo llamado estampilla.
No sé si el arte de conservarlas se ha valorizado o, todo lo contrario: ese tema se lo dejo a los expertos. Luego fue a Roma a un cargo burocrático en “La Santa Congregación para la doctrina de la fe” y finalmente, como de seguro nos va a tocar a todos, regresó a nuestra tierra donde primero fue Obispo y ya casi retirado, rector del Seminario Mayor en una ciudad ubicada en una esquina donde confluyen el mar Caribe con el río Magdalena y donde Shakira tarareo sus primeras canciones, antes de ser una de las cantantes más famosas del mundo.
En el último conclave ese mes de marzo, le dije te deseo éxito en esta elección, porque me daría tremenda vitrina, decirle a la pila de viejos amigos míos los viernes cuando nos reunimos los treinta a tomar un par de amarillitos, aunque estemos regados por todos los rincones del mundo, “espérenme un momento ya vengo y no hablen mal de mi mientras regreso, porque voy a llamar por WhatsApp a mi amigo el papa…”
Caracas, 22 marzo de 2013