Mireya Rodríguez
CUANDO NO EVOLUCIONAS, RETROCEDES:
Echar un vistazo al panorama internacional nos revela la conjunción de tres liderazgos populistas: USA, RUSIA y COREA DEL NORTE, cuyo rasgo en común es el uso de una narrativa supremacista que busca empoderar a sus naciones por encima del resto e incluso, a costa del resto.
Dicha supremacía es encarnada por hombres políticos que se sienten muy cómodos con asumir posiciones de fuerza, amenazas y coacción, todo dentro de una lógica de escalada de los conflictos y de polarización extrema. Han sido elegidos por sociedades que buscan mayor seguridad frente al clima de intensa incertidumbre que caracteriza la época que vivimos.
Este liderazgo, en vez de educar a la población y dotarlos de herramientas para insertarse con éxito a la sociedad del conocimiento y la revolución tecnológica, continúan utilizando acciones demagógicas y simplistas, de mucho impacto mediático que más la coloca en condiciones de debilidad y baja capacidad de respuesta ante una realidad en constante transformación.
La conjunción de tales factores es realmente preocupante, ya que se contrapone a la ruta donde se encuentran las soluciones en el mundo complejo de hoy: un liderazgo interdependiente con visión global, un equipo con capacidad de lograr visiones compartidas entre los diversos intereses que conforman la sociedad, el uso del diálogo para alcanzar acuerdos consensuados y sostenibles, la inclusión y el respeto a la diversidad, la transparencia y la rendición de cuentas en la gestión, entre otros factores.
Con este liderazgo supremacista en las principales potencias del mundo es esperable el incremento de las turbulencias y la incertidumbre inducida, escenario ideal que justifica sus intervenciones salvadoras.