Nada está tan mal que no pueda empeorar

Ya hace muchos años que dejé las Fuerzas Armadas, pero allí viví experiencias que me han enseñado lecciones para toda la vida.

Recuerdo una maniobra donde estábamos entrenando cómo defender posiciones en la cresta de una montaña dentro de una trinchera.

Era madrugada del segundo día y mi compañero de trinchera se quejaba del frío. Pero cuidado, además de estar exhausto y después de casi 48 horas dentro de un agujero diminuto, puede hacer frío y llover, puede hacer frío, llover y llover fuerte y como si no fuera poco, puedes estar en el diminuto agujero, con frío, empapado y bajo presión de tu “enemigo” que no te deja dormir, en fin… un caos.

En la situación que vivimos hoy, a pesar de las dificultades por las cuales estamos pasando en nuestras “trincheras”, podemos gracias a las tecnologías disponibles mantener contacto con nuestros familiares y amigos, podemos mantener nuestra actividad profesional cuando mucha gente ha perdido sus puestos de trabajo, podemos, a pesar de sentirnos unos delincuentes, salir a comprar porque no hay crisis de desabastecimiento y claro, lo más importante, estamos manteniendo nuestra salud mientras tanta gente no ha tenido la misma oportunidad…

Valoremos lo bueno porque muchas veces lo que hacemos es maximizar lo malo e infravalorar lo bueno.

Ánimo, saldremos de esta situación, seguramente mejor de lo que hemos entrado y recuérdate que nada está tan mal que no pueda empeorar.