Nada nuevo bajo el sol. Ostracismos
En la Atenas clásica durante casi todo el siglo V antes de nuestra era, la asamblea de ciudadanos tenía un curioso sistema de protección contra tiranos y demagogos.
Al pie de la colina del Cerámico, el barrio de los alfareros de Antenas, cada año se reunía la asamblea de ciudadanos y a mano alzada se votaba si era necesario o no proceder a un ostracismo. Si la votación era positiva, dos meses después y con un quorum, ahora ya cualificado de más de 6000 ciudadanos, cada votante debía escribir en un trozo de cerámica de los muchos vasos y tinajas rotos que había en aquella zona y que tenían forma de concha de ostra, el nombre del ciudadano que debía ser desterrado por el bien de todos. Si algún nombre alcanzaba la mayoría absoluta, debía salir de la ciudad en un plazo de diez días para cumplir su ostracismo durante diez años.
La persona exiliada no perdía sus derechos, no se le había aplicado una pena jurídica ni penal, sencillamente sus conciudadanos estaban hartos de él y querían descansar de su presencia. En votación de similares características el "ostraquizado" podía ser perdonado.
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Plutarco en su "Vidas Paralelas" cuenta una anécdota sobre Arístides el Justo, uno de los grandes héroes de las guerras medicas, que sufrió un proceso de condena al ostracismo. Se cuenta que un analfabeto, tras entregar su ostrakon a Arístides, le pidió que escribiera por él el nombre de Arístides. Este, asombrado, le preguntó si Arístides le había causado algún daño. «En absoluto ―respondió el analfabeto― ni conozco a ese hombre, pero me molesta oírle llamar por todas partes “el Justo”». Después de escucharle, Arístides no replicó: escribió su propio nombre y le devolvió el óstrakon.
No sé qué echo más de menos, si políticos tan justos como Arístides, o una asamblea de ciudadanos que cada año pudieran condenar al silencio a algunos de los muchos demagogos que nos llenan de ruido y contaminan la vida pública.
Profesor de Psicología en Universidad Pontificia Comillas - ICAI - ICADE
2 añosMe encantaría recuperar esa asamblea... ¡Buen artículo, gracias!