Necesario pero insuficiente
Mientras la presión fiscal sigue siendo una de las mayores preocupaciones, para todos los actores económicos, quizás equiparable a la que genera la inflación, para el agro -derechos de exportación o retenciones mediante- el reiterado pedido de su disminución continuará al tope de los reclamos, aunque con resultados inciertos, por parte de una dirigencia gremial empresaria del agro que, por estos días, ha renovado en parte sus autoridades.
La elección de Andrea Sarnari como primera presidente en la historia de la Federación Agraria Argentina y el ascenso, también tras un acto eleccionario, de Eloísa Frederking a la vicepresidencia segunda de la Sociedad Rural Argentina, cargo que también por primera vez ocupa una mujer, puedan quizás representar una renovación positiva en la gestión de la representación sectorial. Una tarea difícil y que, en buena medida, tiene que ver con cómo los dirigentes logren “enamorar” a una base que, como sucede generalmente en la Argentina, está más ocupada y preocupada en sus urgencias cotidianas que en participar institucionalmente en un proyecto común.
Hablando de instituciones, otra noticia positiva de estos días es el anuncio, por parte del Consejo Agroindustrial Argentino, de su constitución legal. Finalmente, su Comisión Directiva está integrada por 20 cámaras y entidades agroindustriales, que incluyen a la industria de insumos tecnológicos, de la maquinaria agrícola, de la pesca, de la forestación, de los biocombustibles y de productos industrializados de origen vegetal y animal. El resto de las 60 entidades que conformaron originalmente el nucleamiento seguirán formando parte del plenario de la entidad, que promoverá, entre otras acciones, el debate legislativo de la Ley de Inversión Agroindustrial, e impulsará estudios y propuestas que deriven en un proyecto de ley de eliminación de los derechos de exportación o retenciones.
Puede parecer algo menor, pero siempre es bienvenido que las instituciones renueven sus equipos y, como en el caso del Consejo Agroindustrial Argentino, se formalice, de manera de dar a su accionar una mayor fuerza institucional ante las autoridades y entidades colegas.
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Igualmente, las realidades con las que deberán lidiar las instituciones y sus dirigentes siguen siendo desafiantes. Más allá de las cuestiones impositivas, el inicio de la campaña de granos gruesos se da en un contexto donde la sequía afecta grandes extensiones del país. Casos extremos son los de provincias del Norte y centro del país, como Córdoba, donde no llueve desde marzo o abril y que, en el caso de la provincia mediterránea, derivó una vez más en incendios, que destruyen bosques nativos y establecimientos agropecuarios.
Otro dato no menor es la situación que ya se registra en la región agrícola más productiva del país. El 64% de la Zona Núcleo, que comprende el sur de Santa Fe, el norte bonaerense y el sudeste de Córdoba, se encuentra en sequía, según el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). El relevamiento detalla que “de los casi 1,3 millones de hectáreas de trigo sembradas en la región núcleo, hay 130.000 hectáreas malas y 290.000 hectáreas regulares. En términos porcentuales, la condición regular a mala, que estaba en el 18%, trepó al 32%.
Paralelamente, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, dio sus primeras estimaciones para la cosecha gruesa, también con luces amarillas. Esas luces marcan un descenso en la producción de maíz, derivado de la menor superficie de cultivo tardío que habrá en el norte del país, a raíz de la plaga de la chicharrita. Y también indican, un menor uso de tecnologías. El productor invertirá menos, sobre todo en fertilizantes, porque la rentabilidad de los cultivos, en varias zonas y a raíz del mantenimiento de las retenciones, como en el caso de la soja en campos alquilados, es muchas veces negativa.
Puntualmente, la Bolsa de Cereales porteña proyecta una superficie total de 28,25 millones de hectáreas para los principales cultivos de verano. El área a sembrar con soja será de 19 MHa; con maíz, 6,3 MHa; con girasol, 1,9 MHa y con sorgo, 1 MHa). Estas superficies implicarían un incremento interanual para soja de 9,8%, para girasol de 5,4%, para sorgo de 5,3% y una disminución en la superficie a sembrar con maíz de 20,3%. El campo en general y los granos, en particular, seguirán siendo motor de la economía argentina. Pero vale recordar un dato que a veces se olvida: aunque claramente muy necesarios, solo el agro y la agroindustria son también insuficientes para inyectar los dólares que la economía argentina requiere.