Orgullo agroalimentario
No sé desde dónde vendrá tu vocación por el sector agroalimentario, pero la mía viene desde muy, muy atrás. Es, junto a mi fuerte inclinación por la música (en mi perfil de Twitter me defino como ADN melómano), las dos grandes pasiones que siempre han definido mi vida.
Y es que el mundo de la alimentación humana, de los productos alimenticios, y el sector agroalimentario en su conjunto, tienen tanta historia, tanta repercusión en el ser humano, tanta trascendencia, tantas implicaciones, tantas caras a las que mirar que es una de las dedicaciones más vocacionales y más generadora de pasión que uno pueda imaginar.
Los profesionales del sector agroalimentario conformamos una cadena extensa, amplia y trascendental para la vida de las personas. Desde el agricultor, el ganadero o el pescador, hasta el community manager, pasando por el empresario, el vendedor, el científico, el cocinero, el técnico, el transportista o el operario, todos estamos engranados y engrasados para conseguir el objetivo de alimentar al mundo de una manera suficiente, cada vez más sana, saludable y divertida, de forma sostenible y a un precio suficientemente asequible, generando riqueza y permitiendo al mismo tiempo el desarrollo de la humanidad.
Trascendencia
El fin de la depredación (caza y recolección) y el inicio de la agricultura y ganadería suponen el inicio, hace 12.000 años, de un nuevo periodo de la prehistoria de la humanidad: el Neolítico.
Alimentarse es la necesidad básica por excelencia del hombre en su condición de miembro de un sistema natural global. Al igual que en el caso de otros seres vivos, sin alimentación no hay vida, ni desarrollo, ni procreación. La lucha por la supervivencia es, sobre todo, la lucha por la alimentación, y se encuentra en el origen mismo de los acontecimientos y hechos (engrandecedores y destructivos) más relevantes de la historia del ser humano.
Más allá de la propia disponibilidad de alimento, el acceso a los nutrientes necesarios y adecuados determina la salud o la enfermedad, el desarrollo o la limitación, la educación o la ignorancia, la posibilidad de realización personal o el encadenamiento a la mera supervivencia.
Porque los alimentos son incorporados a nuestro propio organismo, continuamente; se descomponen al mismo tiempo que se transforman en nuestros huesos, músculos, tejidos y células. Además, nos aportan la energía necesaria para pensar, actuar, amar y existir. O sea, los alimentos nos permiten SER y HACER.
Los alimentos son nosotros mismos, y nosotros somos los alimentos que consumimos.
Y gran parte del placer, la comunicación, las relaciones y la felicidad del ser humano están íntimamente ligados al consumo de alimentos.
Responsabilidad
Bajando más a lo terrenal, los que formamos parte del sector agroalimentario en particular asumimos una serie de responsabilidades de primer nivel frente a nuestros clientes, consumidores y entorno social.
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