¿Por qué compramos lo que compramos?
Hoy quiero hablar sobre una de las 4 cosas que puedes hacer con tu dinero y es lo que todos sabemos y nos encanta hacer. Gastar.
¿Cuáles son las otras 3 funciones que puede hacer tu dinero aparte de gastar? Ahorrar, Invertir y Donar. Pero hoy no nos vamos a centrar en esas solo en GASTAR. Porque es bien divertido hablar y chismear de nuestros shoppings con los amigos ¿no? ¿Apoco no te pasa que tan pronto te compras algo vas y lo presumimos?
Se lo cuentas a tu pareja, tus padres, ese vecino que odias, le tomas fotito, videito, la subes al Instagram, taggeas a la marca. Hasta hacemos el Unboxing en vivo en redes sociales. Lo compartes a todo mundo sobre los beneficios que tiene tu compra para tratar de justificarte.
¿Pero que pasa cuando no te gusta esa compra que hiciste? ¿Que pasa cuando al poco tiempo te arrepientes de haber comprado eso? Hoy vamos a hablar del costo y el rendimiento emocional de las compras.
¿Por que compramos? ¿Te lo habías preguntado?
Los únicos motivadores que te impulsan a darle clic al botón de “proceder al pago” o de sacar la tarjeta en la tienda son solo dos:
Amor o Miedo
Quiero que recuerdes la última compra que hiciste. O fíjate en esto la siguiente vez que vayas a comprar algo. Cuando tú tomas la decisión definitiva de comprar algo es por conciencia o por impulso.
Deja te pongo unos ejemplos para aterrizar
El punto es que te cuestiones siempre si estás comprando por impulso o por conciencia. Porque el amor está más relacionado con la conciencia y el impulso con el miedo.
Creo que queda muy claro porque digo que la conciencia se relaciona con el amor. El amor a uno mismo, tu familia o amigos. Por eso compramos regalos, seguros de vida o cosas que DE VERDAD necesitamos (siendo bien sinceros con uno mismo).
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¿Pero por que el impulso lo asociamos con el miedo? Y más importante, porque este motivador es mucho más fuerte que el amor.
Para explicar esto voy a citar al padre de la economía conductual, Daniel Kahneman. En 1979 estructuró a detalle el porque compramos lo que compramos. Esto ha estado en la mente de los economistas y financieros desde 1700. El primero en hablar sobre esto fue Adam Smith, el abuelo de la economía conductual.
Existe algo que denominan “aversión a la perdida”. Es decir
Nos motiva más hacer algo con tal de no perder, que en lugar de ganar.
Para comprobar esta aversión, se han hecho experimentos con la gente, y es algo que puedes probar contigo o tus amigos. ¿Si aventamos una moneda al aire que prefieres elegir entre estas dos pociones?
Lo más probable es que prefieras el segundo. Donde ni siquiera existe la posibilidad de perder.
El verdadero problema con esta aversión surge cuando las marcas y empresas lo explotan por medio del marketing. Piénsalo, siempre que te pongan en un anuncio “No te lo pierdas”, “Última oportunidad”, “No lo volverás a ver”. Están apelando a tu impulso de comprar por medio del miedo. ¿Ya te diste cuenta? Muchas de estas compras son las que realmente no se presumen en redes o de las que te arrepientes de haber hecho.
En resumen, es más costoso emocionalmente comprar por impulso. En cambio cuando compras por amor, se nota el rendimiento. No solo emocional sino muchas veces también el rendimiento financiero. Quiero invitarte a que a partir de hoy seas un comprador consciente. Que identifiques si la compra la vas a hacer por amor o por miedo. Que seas sincero contigo y notes si están apelando a tu aversión a la perdida.
Una gran forma de comprar por amor es comprar para el largo plazo, productos de calidad, que tengan algún impacto positivo ya sea social o ambiental y no solo comprar por comprar lo que está en oferta, por precio o por que “ya no lo volverás a ver”. Compra porque buscas seguridad para ti y tu familia. No por miedo. Si quieres invertir en tu futuro, con gusto cuentas con mi asesoría.
-El Barbón Financiero