¿Por qué intentar cambiar a las personas no funciona?
Muchos directivos están gastando tiempo, dinero y energía en intentar que sus empleados "se cambien a sí mismos". Esperan que, con suficientes capacitaciones y discursos motivacionales, las personas adopten nuevas actitudes y comportamientos. Sin embargo, esta estrategia rara vez genera los resultados esperados, y en algunos casos, hasta provoca resistencia o desmotivación en los equipos. ¿Por qué? Porque esta estrategia ignora un factor fundamental: el entorno laboral.
Pedirle a una persona que se transforme sin tocar el ambiente que la rodea es, en el mejor de los casos, un esfuerzo ineficaz, y en el peor, una receta para la frustración.
Casi todos respondemos de manera natural a nuestro entorno. Los empleados no son diferentes. Pueden tener las mejores intenciones, pero si su entorno laboral no respalda los comportamientos que se les pide, es muy probable que vuelvan a las viejas costumbres o, peor aún, que terminen sintiéndose agotados y confundidos.
Un entorno positivo, de apoyo y alineado con los valores y objetivos de la organización no solo promueve los comportamientos deseados, sino que los refuerza a diario. Por el contrario, si el entorno no cambia, intentar cambiar a las personas es como querer que una planta crezca en un terreno estéril: se requiere mucho esfuerzo, y aun así, el resultado será limitado.
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Entonces, ¿qué debemos hacer?
Los empleados no necesitan "cambiarse a sí mismos" en un vacío. Lo que realmente necesitan es un entorno que los motive y respalde. Cuando el entorno es correcto, el cambio deja de ser forzado y se convierte en algo casi inevitable.
Crear un ambiente propicio para el crecimiento es la estrategia que funciona. La pregunta es: ¿estamos realmente comprometidos en cambiar el entorno de trabajo, o seguiremos culpando a los empleados por no cambiar?