Principales barreras de la Paternidad Consciente.

Cuando escuchamos la palabra “paternidad” nos puede surgir una interesante dualidad de ideas y emociones. Por un lado, aquellas dificultades, heridas y experiencias donde la paternidad que hemos experimentado, como hijos e hijas, nos ha dejado mucho que desear. Y por otro, la consciente o inconsciente certeza de cuán importante es el rol de la paternidad en nuestro desarrollo e incluso en el desarrollo colectivo. Sabemos, de una u otra manera, que es un tema sumamente necesario de abordar, cuestionar, sanar y ejercer de manera consciente.

¿Qué pasa con la paternidad?

Según un reciente estudio realizado por Promundo, el 85 % de los hombres manifestaron que harían "lo que fuera para estar muy involucrados" en las primeras etapas del cuidado de un recién nacido o niño o niña adoptada. Sin embargo, sabemos que este no es lo que sucede en gran parte de los casos. Según recientes estudios del INEGI, 47% de los hogares en México han sufrido de abandono paterno.

¿Qué es lo que lo está dificultando?

En primer lugar, las creencias que tenemos sobre lo que “debería” ser un hombre, y por ende, el ejemplo que debería dar como padre. El estereotipo tradicional de hombre, así como las expectativas que hay sobre los varones desde corta edad para embonar en este molde, han sido las principales barreras entre muchos hombres y una paternidad más presente, más consciente.

• "Un hombre debe saber arreglárselas solo"
• "Un hombre no debe pedir ayuda"
• "Un hombre tiene todo bajo control"
• "Un hombre debe ser fuerte todo el tiempo"
• "Llorar no es de hombrecitos"

Las cuales terminan transformándose en 

• Padres desconectados o explosivos emocionalmente
• Padres que no escuchan (adultocentrismo, la opinión y emociones del niño o niña no tienen importancia)
• Padres con expectativas irreales sobre sus hijos
• Padres insatisfechos con la relación con sus hijos
• Padres más preocupados por hacer encajar a sus hijos en sociedad, que en hacerlos sentir aceptados y amados

Y en segundo lugar, la cultura laboral. Citando al más reciente estudio de Promundo enfocado en la paternidad, se menciona que hasta el 2020 eran 115 países los que garantizaban una licencia parental remunerada para las madres. Y para los padres, 71.

Son más y más los países y empresas que van ampliando su cultura hacia una donde los padres de familia puedan disfrutar y ejercer su parte de la crianza en el desarrollo de sus hijos e hijas. Sin embargo, aún con estos avances, existe una limitante adicional: muchos padres no están tomando estas oportunidades por “miedo a ser visto como menos productivo o valioso para la empresa”.

Por mucho tiempo se ha tenido la idea “el trabajo va primero”, “tu vida personal déjala en casa”, “no puedes combinar trabajo y vida personal”. Cuando en realidad, y visto desde una perspectiva psicológica, no es ni sano ni posible separar en compartimentos las diferentes áreas de nuestra vida. La vida personal afecta nuestra vida laboral, y viceversa. No podemos seguir con una cultura laboral que siga viendo al hombre que pone a su familia en una posición prioritaria como menos productivo, menos valioso, o menos capaz. Las empresas y su cultura necesitarán irse modificando para permitir y valorar el ejercicio de la paternidad.

Si queremos ver una paternidad más consciente y presente en los hogares, hay que cuestionar las creencias que hay detrás, no sólo desde el individuo, sino también desde el colectivo. Y eso, por supuesto, incluye a las empresas.

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