PUERTAS CERRADAS
PUERTAS CERRADAS
Juan 20:19 (LBLA)
19 “Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros”.
Puertas cerradas, hombros caídos. Un mortal silencio interrumpido por suspiros de discípulos desalentados. Alguien casi arrastra los pies al asomarse a la ventana para ver si las autoridades judías se acercan. Esta son las cosas que podríamos haber visto y oído si hubiéramos estado con los discípulos después de la muerte y sepultura de Cristo.
En ese escenario, ¡de repente se presenta Jesús resucitado! No se abrió ninguna puerta, y sin embargo Él estaba entre sus amigos, resucitado, vivo con carne que de alguna manera era inmortal y sin embargo tenía las cicatrices de las heridas que había llevado para comprar la salvación de ellos.
¿Cómo recibieron ellos esto? ¿Sacudiendo la cabeza y frotándose los ojos? Tal vez hubo bocas abiertas y expresiones contenidas de asombro: “¡Señor!” o “¡Rabí!” mientras sus voces se elevaban en exclamación, Jesús les dijo: “Paz a ustedes.” Con certeza el silencio se esparció al darse cuenta de que era Él. Al mostrarles Él las cicatrices, toda duda quedó removida, ¡y ellos se regocijaron!
El poder de la resurrección es para todos los creyentes. Usted ha experimentado un milagro si ha venido a la nueva vida en Cristo.