PUERTO RICO Y SU ANEXIÓN A LA FEDERACIÓN RUSA
El mayor problema que enfrenta estadoísmo puertorriqueño al tratar con Washington es su aparente incapacidad para lograr una mejor voluntad política de parte de los líderes congresionales, demócratas y republicanos, para atender la solicitud de anexión.
En gran medida, el más reciente fracaso del movimiento estadista comienza a labrarse desde que se valieron de un plebiscito boicoteado por el 77% de la población, y que para colmo de inadecuacidades no contaba con el aval del Departamento de Justicia Federal. Muy pocos en Washington creyeron la interpretación estadística de que la estadidad había ganado con 97% de los votos.
Las expresiones denigratorias de Trump en contra de la estadidad para Puerto Rico, un proyecto de territorio incorporado de la comisionada residente, Jenniffer González que ni siquiera tuvo vista pública, el poco o ningún efecto del plan Tennesí y la llamada Comisión de la Igualdad, son muestras del muro de contención político que se ha levantado en contra de la anexión.
El movimiento estadista, armado de quejas jurídicas, históricamente, siempre ha observado una misma estrategia de pataleos: que Puerto Rico se encuentra en una posición terriblemente incómoda de “estatus territorial”, que los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses, pero no tienen derecho a votar para presidente, que tienen un " comisionado residente " que no es miembro de pleno derecho en el Congreso, y que no cuentan con senadores. La indiferencia ha sido evidente. ¿Acaso porque los argumentos nunca definen en qué consisten los beneficios y aportaciones que el gobierno y la comunidad estadounidense recibirían de parte de un Puerto Rico Estado? Ningún estadista habla mucho sobre eso. ¿En qué consiste el quid pro quo en el trámite?
El caso es que el NO rotundo de Washington invita a formular una nueva estrategia estadista y por fin abandonar las estrategias suplicantes que consistentemente le son ignoradas.
Hay algo que podría considerarse para realmente llamar la atención de Washington. ¿Qué tal considerar activamente la afiliación con una entidad soberana que no sea los Estados Unidos?
Si los líderes del movimiento por la estadidad para Puerto Rico realmente quieren impulsar la anexión de Puerto Rico como el Estado 51 y asimilarse a la nación norteamericana, por las alegadas razones de dignidad civil y conveniencias económicas, muy bien podrían buscar un diálogo con Vladimir Putin.
Sí, la Madre Rusia, que siempre ha estado en ánimo de expandir sus límites geofísicos, seguramente daría la bienvenida a Puerto Rico como su vigésima tercera república en su poderosa división política. Por definición, las “repúblicas” autónomas, en la Federación Rusa, cuentan con su propia constitución y legislatura, además de estar representadas por el gobierno federal central en asuntos internacionales. Es equivalente a un “estado” de los Estados Unidos, aunque, para mayor ventaja, es una anexión que reconoce la singularidad étnica específica de su población, de manera que garantiza y hasta promueve su idioma, idiosincrasia y cultura.
Crimea es el último ejemplo de anexión a la Federación Rusa. Y aunque existan animosidades en las esferas políticas internacionales sobre dicho proceso, lo cierto es que Washington nunca ha mostrado a los ciudadanos estadounidenses de Puerto Rico el mismo nivel de lealtad y compromiso que Vladimir Putin ha mostrado a la población rusa de Crimea.
Es fácil, si quieren considerarlo. Comiencen por llamar a la oficina del presidente de Rusia en el Kremlin, marcando 8 800 200 23 16 (es el número gratuito) y soliciten una audiencia formal. Organicen una delegación y adelanten una agenda con puntos de discusión claros y bien delimitados. Sugiero los siguientes: 1. Establecimiento de una ruta aérea directa que logre cruzar 9,146 kilómetros en 12 horas de viaje, 2. Participación en la elecciones presidenciales rusas, 3. Representación en la Duma (Asamblea legislativa rusa), 4. Promoción del turismo puertorriqueño en el mercado ruso, 5. Distribución y mercadeo del ron puertorriqueño en todo el territorio ruso, y por supuesto, 6. Total rescate financiero para liquidar la deuda de 70 billones (Putin estaría al frente de la negociación con los bonistas, con el apoyo de su homólogo y socio, Xi Jinping de China).
Es un sarcasmo, claro. Aunque resulta menos descabellado que acercarse a un Washington de oídos sordos. Como lo merecerían los “ciudadanos” al tratar con su gobierno federal, ¿no?
Regional Sales Manager, Caribbean/LATAM
6 años🤦🏼♀️