¿Qué creencias limitan tu organización?

Nos aferramos a nuestras creencias y hacemos cualquier cosa por mantenernos fieles a ellas. Sirva, como ejemplo, una anécdota que se atribuye a Abraham Maslow.

Maslow trabajaba con un paciente que creía ser un cadáver y trataba de convencerlo con argumentos lógicos de que no era así. Desesperado porque no conseguía hacer entrar en razones a su paciente le preguntó si un cadáver podría sangrar.

El hombre, supongo que sorprendido por la evidencia de la pregunta, respondió que no, que la pregunta era absurda, convencido de que un cadáver no sangra.

Así que, apoyándose en esta respuesta, Maslow pidió permiso a su cliente para pincharle en un dedo y, evidentemente, el dedo sangró.

Completamente atónito, el paciente miró su dedo y exclamó: “¡Que me aspen! ¡Ahora resulta que los cadáveres sangran!”

“¡Que me aspen! ¡Ahora resulta que los cadáveres sangran!”

Así como Ptolomeo, que sostenía que la Tierra era el centro del Universo, Ferndinand Foch, que creía que los aviones no tenían valor militar y Lee de Forest, que defendía que, independientemente de los avances científicos que pudiera haber, el hombre nunca llegaría a la Luna, cada uno de nosotros mantenemos un conjunto de creencias que pueden estar limitando nuestro desempeño.

Te invitamos a una última reflexión en nuestro blog https://bit.ly/2o7LvMN.