¿Qué puso en pausa la inflación: una era del crédito barato o una de burbujas en expansión?
Hay una corriente de opinión opuesta a la de los economistas que consideran que, tras la actual fase de alta inflación y alzas a las tasas de interés por los bancos centrales para contenerla, los mercados retomarán una tendencia de largo plazo de crédito barato que responde a factores estructurales. Es el punto de vista de representantes de la escuela austriaca de economía, para quienes las autoridades monetarias, más que fuente de soluciones a los problemas de coyuntura, han causado desde hace tiempo un problema de fondo.
Más que una tendencia basada en condiciones estructurales o de la economía real con perspectiva de largo plazo, como un declive demográfico en países desarrollados, lo que ven economistas de la llamada escuela austriaca de economía en las tasas de interés ultra bajas observadas por varios años hasta el final de la pandemia es una burbuja económica con un crédito artificialmente bajo, producto de la intervención de las autoridades monetarias, al inyectar cantidades masivas de dinero a los mercados.
En su opinión, esa podría ser la verdadera tendencia de largo plazo en pausa por la disrupción de la pandemia: una distorsión previa creada por una expansión monetaria producto de la intervención estatal.
Así, más que una vuelta al dinero barato tras la espiral inflacionaria post-Covid-19 y las tasas más altas recetadas por los bancos centrales, para estos economistas, lo que puede venir es el regreso al crecimiento de burbujas económicas cuyo ajuste será inevitable, tarde o temprano, los cuales serán más dolorosas en la medida que los responsables de la política monetaria y fiscal persistan en alimentarlas o retrasar con sucesivas manipulaciones su estallamiento.
De acuerdo con la teoría de Ludwig von Mises (1881-1973), una de las figuras precursoras de la escuela austriaca de economía, la cual, en general, tiende a rechazar las intervenciones del Estado, pues considera que suelen incubar caos en los mercados, cuando los bancos centrales facilitan a los bancos comerciales el otorgamiento de préstamos a tasas de interés antinaturalmente bajas se produce una expansión insostenible del crédito que tiende a canalizar recursos a procesos de producción relativamente indirectos y largos, lo que lleva a una mala asignación de recursos, con un crecimiento que la economía no siempre puede asimilar.
En esta teoría, con los fondos creados artificialmente y la inversión que hacen con ellos los prestatarios se estimula un cambio del gasto en bienes de consumo a los de capital, y cuanto más se prolongue esta situación, más perturbador será el proceso de reajuste. En ese orden de ideas, ahí hay que buscar las raíces de debacles como las que se han visto en mercados de la construcción y la vivienda. Lo mismo aplicaría a la burbuja de la que llevan tiempo alertando, alentada en gran medida, a su parecer, por la Reserva Federal.
Un artículo de Frank Shostak, académico asociado al Instituto Mises, publicado recientemente, tiene una postura explícita al respecto: “Krugman se equivoca (otra vez): los tipos de interés artificialmente bajos crearon las burbujas”.
Límites de la política monetaria
Shostak refiere que en un artículo de Krugman publicado en el New York Times –“¿Se acabó la era del dinero barato?”–, éste rebate la opinión de que la Fed ha mantenido los tipos de interés artificialmente bajos durante los últimos 10 o 20 años, cuando éstos “han inflado burbujas en todas partes, ya que los inversores buscan desesperadamente algo que les produzca una tasa de rendimiento decente”.
Señala que para el premio Nobel de Economía 2008, la Fed fija los tipos de interés a corto plazo, que a su vez determinan los de largo plazo, pues lo que importa para esa política es el tipo de interés natural, el cual, en teoría, es coherente con la estabilidad de los precios y la económica, es decir, con condiciones de equilibrio. Esto significa que el objetivo clave de las políticas monetarias debería ser orientar la tasa de política monetaria hacia la tasa natural a fin de sintonizarlas, y dado recientemente la segunda ha tendido a la baja, lo procedente es que la oficial siga el mismo camino para estar en un nivel supuestamente neutro.
En la visión de Krugman, la tendencia a la baja en las tasas previa al actual ciclo de alzas se debe a que la población en edad de trabajar crece lentamente o incluso se reduce, por lo que hay menos necesidad de inversiones: nuevos parques de oficinas, centros comerciales e incluso viviendas. De ahí la debilidad de la demanda de financiamiento y, por tanto, la reducción de su precio. En ese punto de vista, esas fuerzas demográficas no van a desaparecer; en todo caso, podrían intensificarse, así que deberíamos volver a al crédito barato.
Para él, dice Shostak, la Fed es el factor clave para la determinación de las tasas a través de su control de las de corto plazo: mediante la inyección de liquidez, las hace bajar; a la inversa, cuando la contrae, ejerce una presión al alza. En su modelo, los tipos a largo plazo podrían ser la media de los de corto plazo actuales y los previstos: si la tasa a un año de hoy es del 4% y se espera que la del año siguiente a un año sea del 5%, entonces la tasa a dos años actual debería ser 4.5%; por el contrario, si el tipo vigente a un año es 4% y se espera que la del año siguiente al mismo plazo sea 3%, la actual tasa a dos años debería ser 3.5 por ciento.
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Según esa lógica, parecería que el banco central es el quid en el proceso de determinación de las tasa de interés en el mercado, pero no es así, afirma el representante de la escuela austriaca: “Creemos que son las preferencias temporales individuales y no el banco central las que tienen la clave”.
Límites de las burbujas
En el enfoque de la escuela austriaca, de acuerdo con Shostak, el interés, o el premio que se paga a quien presta, tiene que ver, en última instancia, con el hecho que los individuos asignan una mayor importancia a los bienes y servicios que necesitan el presente frente que a los que requerirán en el futuro. Esa valoración no es resultado del capricho, sino de simple lógica: la vida en el futuro no es posible sin sostenerla primero en el presente.
Es probable que una disminución de esa preferencia por lo temporal, por ejemplo debido a una expansión de la riqueza, se manifieste en una mayor predisposición para prestar o invertir el excedente, por lo cual las personas demandan más activos financieros y no financieros. En otras palabras, están en condiciones y tienen voluntad para postergar gasto actual a cambio de un interés, lo que puede hacer que éste descienda por la mayor oferta. En el proceso, eso eleva los precios de dichos activos y reduce sus rendimientos. Sin embargo, un factor recurrente de la discrepancia entre las tasas observadas y las que serían acordes a la predisposición al gasto presente es precisamente la actuación del banco central.
Shostak expone que, según el pensamiento convencional, el tipo neutro es aquel que es coherente con unos precios estables y una economía equilibrada, y según este esquema, para lograrlo, en el caso de la Fed, su política monetaria debe empujar la tasa de los fondos federales hacia ese rango. Así, para determinar si es restrictiva o relajada, no basta con prestar atención al nivel de los tipos de interés del mercado, sino contrastarlos con esa supuesta tasa neutral. Si el mercado está por encima, aplicar una receta restrictiva; si está por debajo, una expansiva; si hay consonancia, la economía se encontraría en equilibrio, sin presiones al alza ni a la baja sobre el nivel de precios.
En ese marco, abunda el académico, el tipo de interés neutral se forma en la intersección entre las curvas de oferta y demanda, pero el problema es que éstas tienen su origen en una construcción imaginaria o de modelo de los economistas, no en una realidad compleja difícil de comprehender y menos de predecir.
“Ninguno de los datos que sustentan estas curvas tiene su origen en el mundo real; son puramente imaginarias”, asegura. “Según Ludwig von Mises, ‘es importante darse cuenta de que no tenemos ningún conocimiento ni experiencia sobre la forma de esas curvas’”. En suma, su punto de vista es que no es posible establecer un tipo de interés neutral, aunque se ideen sofisticados métodos matemáticos para intentarlo.
Para Shostak la base con la que un economista como Krugman sustenta la sugerencia de que el tipo de interés neutro tiende a la baja no responde a algo concreto en el mercado: “la principal fuente de creación de dinero de la ‘nada’ es el banco central”, concluye. Es el bombeo monetario de la Fed, una de las principales fuentes de creación de dinero, “y nada más”. En todo caso, desde este enfoque, muchos se preguntan cómo podría saberse cuál es la “tasa natural” de mercado cuando éste tiene una distorsión de billones de dólares de liquidez inducida por la Fed.
En suma, lejos de que estemos ante una pausa coyuntural en una tendencia de largo plazo de tasas de interés bajas, determinadas por factores estructurales de la economía, estaríamos ante un episodio en la expansión de una burbuja monetaria que se ha manifiestado en una sobrevaluación persistente de los bienes de capital, con tasas reales negativas, booms artificiales en diversos sectores y déficits gubernamentales, todo ello inflado por la creación masiva de dinero.
FUENTES: