Visión optimista del FMI sobre la economía mundial, pero no para celebrar
La economía mundial continúa recuperándose gradualmente tras la pandemia y la invasión rusa de Ucrania. En el corto plazo, las señales de progreso son innegables, afirma el FMI. Su perspectiva puede resumirse en resiliencia en el corto plazo con riesgos persistentes
De acuerdo con el último reporte del Fondo Monetario Internacional de Perspectivas de la Economía Mundial, la crisis sanitaria del Covid-19 “ha llegado a su fin oficialmente”, pero los trastornos en las cadenas de suministro han retornado a los niveles observados desde antes de la pandemia. Sin embargo, a pesar de una coyuntura complicada, la actividad económica en el primer trimestre del año fue resiliente y estuvo caracterizada por una inusitada solidez de los mercados laborales.
El organismo señala que los precios de la energía y los alimentos han descendido abruptamente con respecto a los máximos que alcanzaron a raíz de la guerra, con lo que las presiones inflacionarias mundiales han cedido más pronto de lo previsto. Mientras tanto, tras la turbulencia bancaria de marzo, la inestabilidad financiera parece contenida gracias a las firmes medidas adoptadas por las autoridades estadounidenses y suizas. Sin embargo, “aún hay muchos nubarrones en el horizonte y sería prematuro celebrar”.
Según el pronóstico de base del FMI, el crecimiento mundial se desacelerará de 3.5% el año pasado a 3% este año y el próximo. Se proyecta que la inflación mundial disminuya de 8.7% en 2022 a 6.8% este año, una revisión a la baja de 0.2 puntos desde el informe previo, y a 5.2% en 2024.
El organismo destaca que la desaceleración está concentrada en las economías avanzadas, donde el crecimiento descenderá de 2.7% en 2022 a 1.5% este año, y permanecerá en un moderado 1.4% el próximo año. La zona del euro, aún golpeada por la escalada de los precios del gas el año pasado, experimentará una desaceleración pronunciada. En cambio, para las economías de mercados emergentes y en desarrollo se sigue previendo un repunte, con una aceleración del crecimiento interanual de 3.1% en 2022 a 4.1% este año y el próximo.
De cualquier modo, este promedio oculta importantes diferencias entre países: en las economías emergentes y en desarrollo de Asia, el crecimiento alcanzará un firme 5.3% este año, en tanto que muchos productores de materias primas acusarán una disminución de los ingresos por exportaciones.
Riesgos: desaceleración o recesión
El crecimiento más pujante y la inflación más baja de lo previsto son buenas noticias, que indican que la economía mundial está bien encaminada, pero si bien algunos riesgos adversos se han atenuado, la balanza no deja de inclinarse a la baja, resalta el FMI sobre su reporte.
En primer lugar, señala, cada vez hay más señales de que la actividad mundial está perdiendo ímpetu: el endurecimiento de la política monetaria a escala mundial ha llevado las tasas de interés a “territorio contractivo”. Eso ha empezado a imponer un lastre que está frenando el crecimiento del crédito al sector no financiero, incrementando los pagos de intereses de los hogares y las empresas, así como presión sobre los mercados inmobiliarios.
En Estados Unidos, anota, prácticamente se ha agotado el ahorro excedente derivado de las transferencias relacionadas con la pandemia, que ayudaron a los hogares a capear la crisis del costo de vida y las condiciones crediticias más restrictivas. En China, la recuperación tras la reapertura de la economía está dando señales de desfallecimiento, entre renovadas preocupaciones acerca del sector inmobiliario, todo lo cual puede tener implicaciones para la economía mundial.
Riesgos: inflación subyacente
En segundo lugar, la inflación subyacente, que excluye los precios de la energía y los alimentos, sigue superando los niveles fijados como meta por los bancos centrales, y se prevé que disminuya gradualmente de 6% este año a 4.7% en 2024, una revisión al alza de 0.4 puntos. Algo más preocupante es que se prevé que este año, en las economías avanzadas se siga registrando una tasa media anual subyacente de 5.1%, que luego disminuirá a 3.1% en 2024. En suma: “Está claro que la batalla contra la inflación aún no está ganada”.
De acuerdo con el FMI, la persistencia de la inflación dependerá crucialmente de la evolución en los mercados laborales y la dinámica entre los salarios y las utilidades. Una nota de aliento: los primeros siguen arrojando señales alentadoras: en muchas economías se observan tasas de desempleo inferiores a las registradas antes de la pandemia y niveles de empleo más altos. En términos generales, la inflación salarial ha aumentado, pero a ritmo más lento que la de precios en la mayoría de los países.
“La razón es sencilla y poco tiene que ver con la denominada ‘avarinflación’ o ‘inflación de la codicia’: los precios se ajustan al alza más velozmente que los salarios cuando la demanda nominal supera con creces lo que la economía es capaz de producir”, explica. “Como resultado, los salarios reales han disminuido aproximadamente 3.8% entre el primer trimestre de 2022 y 2023 para las economías avanzadas y las principales economías de mercados emergentes”.
Así, los salarios reales más bajos se traducen en costos de mano de obra reducidos, lo que quizás explique la solidez del mercado laboral pese a la desaceleración del crecimiento. Sin embargo, “en muchos países, el aumento observado en el empleo va más allá de lo que cabe deducir de la reducción de los costos de mano de obra. Cabe decir que las razones no están del todo claras”.
Recomendado por LinkedIn
Riesgos: recortes de empleo
Si los mercados laborales conservan su dinamismo, expone el FMI, cabría esperar que los salarios reales recuperen el terreno perdido. Esto significa que los salarios nominales seguirán creciendo con fuerza por algún tiempo, incluso si la inflación de precios disminuye. De hecho, la brecha entre estas dos variables ha empezado a cerrarse.
Dado que los márgenes de ganancia de las empresas promedio han aumentado considerablemente en los últimos dos años, confía en que hay espacio para un repunte de los salarios reales sin que se desencadene una espiral salarios-precios. “Como las expectativas inflacionarias están bien ancladas en las principales economías, y como la economía está desacelerándose, las presiones del mercado deberían ayudar a moderar el traspaso de los costos de la mano de obra a los precios”.
En relación al mercado laboral, el riesgo en el corto plazo es que, de deteriorarse las condiciones económicas, las empresas podrían dar marcha atrás y recortar fuertemente el empleo, apunta el FMI. En el mismo sentido, señala que la sólida recuperación del empleo, sumada a aumentos tan solo modestos del producto, indica que la productividad de la mano de obra (el monto producido por hora trabajada) ha disminuido. Si esa tendencia persiste, no sería un buen augurio para el crecimiento a mediano plazo.
Riesgos: escenarios de volatilidad financiera
Pese al endurecimiento de la política monetaria y la ralentización de los préstamos bancarios, las condiciones financieras se han flexibilizado desde el episodio de tensión bancaria en marzo, destaca el FMI: las valoraciones de acciones en bolsas han repuntado, en especial en el segmento de inteligencia artificial del sector tecnológico, en tanto el dólar continuó depreciándose, empujado por las expectativas del mercado de una mejor trayectoria de las tasas de interés de Estados Unidos y un mayor apetito de riesgo, lo que proporcionaría algo de alivio a los países de mercados emergentes y en desarrollo.
En adelante, un peligro es que una revaloración brusca, por ejemplo, si la inflación da una sorpresa al alza o si el apetito mundial de riesgo se deteriora, provoque una fuga hacia activos seguros en dólares, una subida de los costos de endeudamiento y un aumento de las tensiones por sobreendeudamiento.
Hacia delante
“Ojalá que al empezar a ceder la inflación hayamos entrado en la etapa final del ciclo inflacionario que comenzó en 2021”, dice el FMI en su comunicado del reporte de perspectivas mundiales. “Pero la esperanza no es una política, y es posible que el aterrizaje sea muy difícil de ejecutar”.
Los riesgos para la inflación ahora están más equilibrados y es menos probable que la mayoría de las principales economías necesiten nuevos aumentos considerables de las tasas, que ya han alcanzado máximos en algunas economías de América Latina. Sin embargo, anota, es fundamental evitar reducirlas tasas antes de tiempo, al menos hasta que la inflación subyacente dé señales claras y sostenidas de que se está enfriando. “Todavía no estamos ahí”, afirma, con la sugerencia a los bancos centrales de seguir vigilando el sistema financiero y estar preparados para usar sus herramientas para velar por la estabilidad financiera.
Tras varios años de fuerte apoyo fiscal en muchos países, ha llegado el momento de reponer gradualmente las reservas fiscales y de situar la dinámica de la deuda sobre una base más sostenible, agrega. Eso ayudará a salvaguardar la estabilidad financiera y a apuntalar la credibilidad general de las estrategias de desinflación.
“No se trata de un llamado a favor de una austeridad generalizada: el ritmo y la composición de la consolidación fiscal han de tener en cuenta la intensidad de la demanda privada, y a la vez han de proteger a las personas más vulnerables”, apunta. “De todos modos, ciertas medidas de consolidación dan la impresión de ser absolutamente apropiadas. Por ejemplo, como los precios de la energía han retornado a los niveles previos a la pandemia, muchas medidas fiscales, como los subsidios a la energía, deberían eliminarse paulatinamente”.
El FMI hace hincapié en que contar con un margen fiscal adecuado también es crucial para ejecutar reformas estructurales necesarias, sobre todo en las economías emergentes y en desarrollo. Expone que esto es especialmente importante dado que las perspectivas para el crecimiento del ingreso per cápita a mediano plazo se han deteriorado en la última década, y la desaceleración es más marcada en las economías de ingreso bajo y mediano que en las de ingreso alto.
Dicho de otro modo, remata: las perspectivas para alcanzar niveles de vida más altos han disminuido notablemente. Al mismo tiempo, los elevados niveles de deuda están impidiendo que muchas economías de ingreso bajo y preemergentes realicen las inversiones necesarias para crecer con más rapidez, y eso acarrea fuertes riesgos de sobreendeudamiento en muchos países.
Además, parte de la desaceleración del crecimiento es atribuible a las secuelas de tendencias y políticas globales y nacionales perjudiciales, añade. Por ejemplo, la mayor fragmentación geoeconómica, que está dividiendo la economía mundial en bloques rivales, lo que hará mella sobre todo en las economías emergentes y en desarrollo que dependen más de una economía mundial integrada, de la inversión directa y de las transferencias de tecnología.
Finalmente, los escasos avances ante la transición climática dejarán a los países más pobres más expuestos a shocks climáticos, cada vez más severos, y a crecientes temperaturas, a pesar de que estos países son responsables de solo una pequeña fracción de las emisiones mundiales. “En todos estos aspectos, la cooperación multilateral sigue siendo la forma más eficaz de garantizar una economía segura y próspera para todos”.