¿Qué Sucedió Realmente en Bolivia con el Intento de Asonada?
Escribe: José Angel Lagos-Jiménez -Periodista/Editor The City Newspaper-
LA PAZ-(Especial para The City Newspaper) Que en este país enclavado en el corazón de América del Sur se dé un golpe de Estado o solamente sea un intento, no es nada nuevo, pues los bolivianos los ha vivido desde que tienen memoria, lo mismo que las dictaduras. La última fue la del izquierdista Evo Morales, bajado del poder justamente por un golpe de este tipo, de lo contrario todavía lo tendríamos en el gobierno cometiendo sus desmanes y abusos.
Hace pocas fechas, el entonces jefe del ejército, el general Juan José Zúñiga, intentó bajar al presidente constitucional Luis Arce, por medio de la fuerza de las armas, pero fracasó estrepitosamente y está encarcelado en estos instantes, a la espera de un juicio militar. El plan del general era implicar al mismo presidente si fracasaba en derrocarlo, tal y como lo hizo; es decir, argumentó ante la prensa que Arce formaba parte del complot para propinarse un auto-golpe. Sin embargo, esa versión no le ha sido creída por nadie y permanece en una celda solitario, a la espera de la acusación de la fiscalía de la República.
En detalle, una incursión violenta se produjo en el Palacio Quemado, la sede del gobierno boliviano en esta Capital, La Paz. Estaba conformada por un grupo de militares rebeldes, liderado por Juan José Zúñiga, quien esgrimió cuando fue capturado que “no permitiré el retorno o un nuevo gobierno del ex presidente (dictador para mejores señas), Evo Morales.” Cuando el golpe fue frustrado, el presidente actual, Luis Arce, convocó a la población para “que se movilice contra el golpe de Estado, (porque) no podemos permitir que retornen las intentonas golpistas.” Así dijo a los congregados a su alrededor, mientras permanecía en la Casa Grande del Pueblo, un edificio que colinda con el Palacio Quemado.
Condena desde todos los ángulos
La reacción de los distintos sectores de la sociedad boliviana, ha sido unánime: han condenado a los golpistas; el espectro político del país, en concreto, junto a la comunidad internacional, sancionó verbal y moralmente al general golpista por ese intento que dichosamente resultó en fracaso. Poco a poco la calma fue retornando y la actitud del mandatario Arce, tranquilizando a quienes yacían bajo los efectos de la euforia “revanchista” contra los militares alzados en armas, ayudó bastante a serenar después de la coyuntura: transmitió unidad y calma; y su vicepresidente, David Choquehuanca, señaló enfático: “Vamos a aplacar los apetitos inconstitucionales. Llamamos al pueblo boliviano a movilizarse y a mantener la calma. Todos juntos vamos a derrotar cualquier intentona golpista.”
La tensión fue de menos a más y explotó cuando el general Zúñiga dejó escuchar desde la Plaza Murillo, frontal al Palacio de Gobierno: “Una élite se ha hecho cargo del país, vándalos que han destruido al país. Las Fuerzas Armadas pretenden reestructurar la democracia, que sea una verdadera democracia, no de unos dueños que ya están 30 y 40 años en el poder. Vamos a liberar a todos los presos políticos, desde la expresidenta Jeanine Áñez, los tenientes coroneles, los capitanes que están presos… A las Fuerzas Armadas no les faltan cojones para velar por el futuro de nuestros niños.” Subió a un carro militar después de haber dicho lo anterior, mientras sus subalternos ponían barricadas para impedir que los ciudadanos de a pie, llegaran hasta la Plaza Murillo cuando el presidente intentara llamarlos en su defensa. Luego, comenzaron a lanzar gases lacrimógenos contra un grupo de pobladores que se manifestaban en contra de la asonada; y, minutos antes de que ingresara al Palacio de Gobierno, el general Zúñiga afirmó que se estaba produciendo la movilización de todas las unidades militares, porque estaban molestas por la situación del país. Añadió que seguía bajo las órdenes del mandatario Luis Arce, pero que no iba a seguir siendo de esa manera y que tomaría medidas para que el Gabinete del Gobierno fuese cambiado lo más pronto posible.
En este lapso de nuestra narrativa de los hechos, es oportuno recordar que la expresidenta Jeanine Áñez, lideró un golpe de Estado contra el anterior dictador, el líder sindicalista indígena Evo Morales, plegado totalmente a la nueva izquierda latinoamericana, amigo, en su momento, del venezolano Hugo Chávez, el cubano Fidel Castro, su hermano Raúl Castro y de todo lo que oliera a marxismo-leninismo en el subcontinente. Una vez apartado Morales del poder, la señora Áñez, quien respondió al llamado del pueblo boliviano, cansado de una dictadura entreguista a Cuba, Venezuela y Nicaragua, se erigió como la nueva presidenta, aunque de manera transitoria, hasta que subió al poder Luis Arce, entonces muy amigo del depuesto Evo Morales, y envió a esta mujer a prisión, junto a los militares golpistas y desde ese preciso instante, se hallan detrás de los barrotes de sus celdas.
La crisis que recién ha explotado en las manos de los soldados y políticos bolivianos, ha tenido su origen en un intercambio extenso e intenso, entre Luis Arce y Evo Morales, quienes, como hemos dicho, fueron muy amigos en el pasado, pero ahora están confrontados abiertamente. Por ejemplo, el actual mandatario acusó, ante cuadros de seguridad de la policía y la escolta presidencial, que “un golpe blando” estaba en marcha, empujado y liderado por el propio Evo Morales, con la finalidad de acortar su mandato presidencial y así lo expresó: “Detrás de demandas aparentemente legítimas, en realidad hay un plan de acortar mandatos, lo cual esconde un peligro mayor: la destrucción del Estado Plurifuncional, de nuestro modelo económico social-comunitario-productivo y de los sueños de los bolivianos.”
Evidentemente, el antagonismo entre ambos políticos, Morales y Arce, está sustentado y reconocido por todos en Bolivia; y una vez que la asonada fue controlada por las fuerzas leales al mandatario, éste nombró a un nuevo comandante, responsable de las Fuerzas Armadas, en la persona de José Wilson Sánchez, y fue él quien ordenó el regreso de los soldados a sus cuarteles, mientras que el general Zúñiga no dejaba de repetir en prisión que se trató de un auto-golpe, porque Arce lo que busca “es levantar su popularidad. Yo le pregunté (al presidente de la República): ¿Sacamos los blindados? Y éste me respondió: ‘saca’” Pero el presidente lo ha negado absolutamente todo y ha afirmado que se trata de un intento por involucrarlo a él y ensuciar su prestigio que como buen gobernante tiene. A las pocas horas, fue detenido también Juan Arnez Salvador, excomandante de la Armada boliviana, cómplice en el golpe.
El nuevo comandante en jefe del ejército, Wilson Sánchez, en su primera medida en el cargo, ordenó el retorno de los soldados a sus bases: “Pido, ordeno, dispongo que todo el personal que está en las calles, debe retornar a sus unidades. El general Zúñiga ha sido un buen comandante. Le pedimos que no deje sangre derramada de nuestros soldados. Vamos a estar pendientes de que el gobierno legalmente constituido permanezca, de acuerdo con las normas del Estado.” Y con esta ordenanza, los regimientos movilizados para perpetrar la asonada, fueron abandonando la plaza frente al palacio y regresaron a sus cuarteles.
Testigos oculares narraron que el general Zúñiga entró a la casa de gobierno y se mantuvo adentro unos diez minutos aproximadamente; después salió sin brindar declaraciones de ninguna índole. Antes de su ingreso había dicho a los periodistas: “Va a haber un nuevo Gabinete de ministros. Estamos mostrando nuestra molestia. Es deber, es obligación del soldado de la patria, recuperar esta patria. Basta de destrozar, basta de empobrecer, basta de humillar a nuestro ejército. Las Fuerzas Armadas pretenden restablecer la democracia y liberaremos a los presos políticos, como el gobernador del Departamento (provincia) de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho; y a la expresidenta Jeanine Áñez, entre otros.”
La reacción inmediata del presidente Arce, al notar la presencia irregular de unidades militares en las cercanías del Palacio de Gobierno, fue la de escribir comentarios en su cuenta de X (antes Twitter): “La democracia debe respetarse”, pudo leerse en uno de sus textos redactados. Y dos horas después de haber tomado la Plaza Murillo, los golpistas se enfrentaron con organizaciones sociales afectas al gobierno y los soldados decidieron retirarse. Fue cuando el presidente de la República, Luis Arce, despidió a Zúñiga de la jefatura del ejército y nombró a su sucesor y con esa acción el golpe quedó “descabezado” y momentáneamente abortado, porque en las calles adyacentes y en otras ciudades bolivianas, la efervescencia continuaba en los cuadros militares. Los ciudadanos comenzaron a llenar los mercados para abastecerse de alimentos, en caso de que el asunto fuera a más y se prolongara indefinidamente en el tiempo. Empero, el mandatario arribó a la Plaza Murillo para transmitir un mensaje de calma a la ciudadanía, que poco a poco fue recobrando su habitual tranquilidad y las cosas comenzaron a normalizarse.
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Unas dos horas después, el general Zúñiga fue detenido y llevado a dependencias de la policía capitalina, donde declaró falsamente que el mandatario fue quien le dio la orden de sacar los blindados a las calles y “preparar algo, para levantar su popularidad. Todo fue planificado entre el pasado domingo y el lunes.” Mintió el oficial que ahora está preso.
El rostro del sublevado y la crisis del país
¿Pero quién es este hombre que de repente saltó a la fama en el panorama político/militar suramericano? Juan José Zúñiga, antes y durante el intento golpista contra el gobierno legalmente constituido en Bolivia, era el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas bolivianas, cargo que le fue arrebatado por el presidente del país, según lo que hemos observado a lo largo de este reportaje. Comenzó intranquilo cuando lanzó una serie de amenazas contra el ex dictador Evo Morales, ya que éste intenta regresar al poder, así de cualquier manera, según estilizan los comunistas alrededor de la geografía mundial. Ello detonó la furia del general Zúñiga. De hecho, se opone a la candidatura de Evo Morales, prevista para el 2025, de acuerdo a anuncios que el mismo líder indígena hizo recientemente a los medios de prensa. Afirmaciones que hicieron que el general saliera en la televisión, para asegurar que “Morales no puede ser más presidente de este país.” Y en una entrevista para un medio boliviano, el mismo general reafirmó: “Soy un militar de honor que está dispuesto a ofrendar su vida por la defensa y la unidad de la patria. Nuestra patria, una vez más, está bajo el acecho de los enemigos internos y externos que buscan la división, la desestabilización y el odio entre los bolivianos, para apoderarse de los recursos naturales, en beneficio de intereses mezquinos y de grupos de poder que responden al caudillismo.”
Desprendiéndose de sus palabras arriba expuestas, se deduce que la crisis golpista se originó por el temor del general Zúñiga ante la candidatura prevista por Evo Morales, quien ya estuvo largo tiempo en el poder y causó mucho daño a la sociedad, la economía y la imagen de Bolivia en el exterior. Es por ello que llama profundamente la atención el hecho de que ingresó al Palacio de Gobierno por unos pocos minutos y salió de ahí con muestras de serenidad y poco después, el golpe fue abortado con relativa facilidad. Algunos observadores y analistas creen que conversó con el presidente Arce y le pidió que le entregara a Evo Morales para sacarlo del panorama político del país y encerrarlo en prisión y como el mandatario se negó a tal petición, el general Zúñiga se retiró a la plaza ubicada al frente de la Casa gubernamental. Es notorio también que Juan José Zúñiga vio con buenos ojos cuando la señora Jeanine Áñez depuso del poder a Morales y la acuerpó militar y moralmente en aquella acción considerada por muchos bolivianos, patriótica, ya que acabó con la dictadura corrupta de Evo Morales, el líder de izquierdas.
Alrededor, la situación del país sigue siendo de las peores en América Latina, ya que Bolivia está en el renglón de los seis países más pobres del continente, junto a Nicaragua, Haití, Cuba, Honduras y Venezuela. En la actualidad, sufre una crisis económica severa con escasez de dólares y combustibles; más los anuncios de protestas sociales que el gobierno cree que detrás de ellas, está el sempiterno Evo Morales. Recordemos que este indígena ha sido gran parte de su vida, un líder sindical efectivo y efectista.
La Asamblea Legislativa o parlamento, en su mayoría en manos de la oposición al oficialismo, está paralizada debido a una intervención de parte del órgano judicial y por la suspensión de las sesiones, ordenada por el presidente de esta Cámara, David Choquehuanca.
De modo que el intento de golpe de Estado ya ha quedado un poco en el pasado, con el transcurrir de los días; pero la inestabilidad social, permeada por la caótica situación económica, sigue allí, latente, y es una realidad que ha acompañado a los bolivianos desde tiempos inmemoriales. A esto hay que sumarle las ansias golpistas y las dictaduras que ha sufrido esta nación que no tiene salida al mar y ha sostenido un diferendo con Chile, justamente para que se le “regale” esa salida al Océano Pacífico que tanto necesita por razones económicas.
Si echamos un vistazo retrospectivo a lo que ha experimentado Bolivia, política y gubernamentalmente hablando, podríamos citar que ha vivido un auténtico “rosario” de dictaduras militares y civiles, en sus 180 años de existencia como nación. Lo cual significa que ha tenido 97 años de mandatos dictatoriales militares, 82 años de civiles y uno solo bajo la dirección de juntas cívico-militares. En el lejanísimo 1964, Bolivia comenzó a experimentar una serie de regímenes autoritarios, reñidos con la Constitución Política y fueron gobiernos de factos, que siguieron a unos 30 golpes dados por los soldados, lo cual quiere decir que en 180 años de independencia de España, el promedio ha sido de un gobierno cada 25 meses.
Es así como Bolivia, desde su fundación como república en 1825, ha sufrido dictaduras militares y civiles, triunviratos, juntas de gobierno, presidentes que no terminaron sus mandatos y decenas de golpes de Estado, más los alzamientos militares frustrados del mismo talante del último, del general Zúñiga. Y para no hacer más extenso el presente trabajo, caemos en la figura de Evo Morales, el causante directo e indirecto del último intento golpista, quien ganó las elecciones del 2005 y en el 2013, el Tribunal Constitucional permitió que este mismo líder indígena optara por un tercer mandato, al considerar que el primero que tuvo, no contaba porque el país fue refundado como Estado Plurinacional, en el 2009.
El 20 de octubre del 2019, Bolivia celebró nuevas elecciones y Evo Morales volvió a resultar ganador, pero se descubrió que había cometido fraude y se desataron protestas en todo el país. Además, la OEA evidenció “graves irregularidades en las votaciones” y el 10 de noviembre, el líder indígena anunció su renuncia, forzado por las Fuerzas Armadas y huyó del país, no sin antes denunciar un supuesto golpe de Estado en su contra. Y para finalizar este reportaje, recordamos que la senadora opositora a Morales, Jeanine Áñez, del Movimiento Socialdemócrata, asumió en calidad de presidenta interina de Bolivia, con la promesa de convocar a nuevas elecciones, mientras la nación se debatía entre la inestabilidad política y el caos en las calles con enfrentamientos ciudadanos, muertos y heridos.
El 18 de octubre del 2020, Luis Arce ganó las elecciones; y en marzo del 2021, ordenó la detención de la señora Áñez, quien fue condenada a 10 años de prisión, supuestamente por “incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la Constitución cuando asumió el poder en el 2019.” Hoy yace en prisión y sin aparente opción alguna de recobrar su libertad.
Evo Morales, el causante, entre bastidores, de toda esta molesta historia, regresó a Bolivia a finales del 2020 y en septiembre del 2023 anunció su candidatura a las presidenciales del 2025. Esto enardeció los ánimos y llevaron a la “leve asonada” que aquí hemos descrito, pues Evo es piedra de choque y ha forzado al militar golpista a decir: “No puede ser más presidente de este país. Llegado el caso, no permitiré que pisotee la Constitución, que desobedezca el mandato del pueblo (…). Este señor (Morales), es un verdadero mitómano, utiliza la mentira como estrategia para retomar el poder.” Lo cierto es que el general Juan José Zúñiga ha sido pasado a otro penal de mayor seguridad, llamado Chonchocoro, donde cumple prisión preventiva. Pero la pregunta que a él le molesta e inquieta a muchos bolivianos es… ¿Volverá Evo Morales al poder?
Periodista, temática internacional y Profesor especializado en la enseñanza del idioma Castellano
5 mesesSaludos fraternos Francisco... ¡Y gracias por su fuerte respaldo de siempre a mis trabajos!