¿Quién me ha obligado a liderar?
Dedicamos muchos años de formación continua dentro de un marco de competitividad, de cara a lograr un trabajo que nos satisfaga y en el cuál podamos aportar nuestro mayor potencial.
En ocasiones, logramos llegar a ese lugar en el cuál nos sentimos satisfechos a nivel profesional, en el cual se nos permite desarrollar nuestras habilidades adquiridas, pero aquí es el momento en que nos encontramos con la fruta envenenada: LIDERAR.
Durante un café informal son demasiados, bajo muy humilde opinión, los líderes que verbalizan que les encantaría dar un paso atrás y quedarse con la parte técnica y no realizar la función de liderazgo, pero,
¿cuántos son los líderes que renuncian voluntariamente?
Yo diría que una minoría en comparación con la declaración de intenciones que se escucha en el café.
¿Cómo es que está sucediendo esto? A nadie se nos escapa que a mayor capacitación va asociada una mayor responsabilidad. Y es aquí donde aparece la función de liderazgo.
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Ejercer el liderazgo desde la queja, y la no aceptación es la base de un equipo desestructurado y desmotivado. Da igual si es antes el huevo o la gallina. Es una cuestión de actitud y de asumir la responsabilidad como parte del desarrollo profesional.
Es totalmente respetable no querer ser líder, por supuesto. Lo discutible es ser lider desde la crispación y seguir con el título de líder sin hacer nada al respecto.
Ser líder desde la crispación es algo demasiado frecuente en nuestro día a día.
Ser lider conlleva dolores de cabeza, estrés, satisfacciones, discusiones, retos, frustracciones y soledad, entre otra smuchas cosas más. Por lo general, en un listado espontáneo gana la sensación negativa ante la positiva. Es por esto la necesidad de capacitación y entrenamiento en liderazgo, al igual que lo hacemos en las habilidades técnicas.
¿Cuál es tu reflexión personal?