Reflejos

Reflejos

Sueño el tiempo

no sé si te extraño

o te imagino.


¿Fuiste o te convertiste en espejismo?,

lo desconozco,

quise permanecer enamorada de ti

por el deseo de jugar

a las escondidas con un niño grande.


Después de años de no escuchar tu

agitada voz en el teléfono eludiendo

lo que debiera ser ineludible.


Te convertiste en una piedra de toque,

de toque de queda

como una campana detenida en el sonido

de la eternidad.


Allí te quedaste y ensordeciste mi escucha,

te fuiste apagando como una mirada de sueño

que baja los párpados como telones.


Desapareciste de a poco dentro de mi iris

hasta extinguirte en la soledad eterna en la que viví,

hasta que mi semilla estelar y trascendente

me sopló una idea cúspide

triangular, eclipsada e indeleble:

el ser se debatía ante sí.


No hubo desde entonces una lágrima que pudiera

dedicarte, lo siento.

Ni una sonrisa,

ni un recuerdo,

ni un sueño erótico

ni una masturbación,

ni una ilusión nueva,

ni un encuentro casual,

ni una cita,

ni un texto,

ni un subtexto,

ni un contexto,

ni sexo de misionero,

ni oral

ni vida

ni siendo,

ni estreno,

ni nada.


Yo solo veía en el espejo a todos,

a todas,

a todes,

alguna vez

transfigurados.


Nunca exististe,

yo te inventé en mi memoria enamorada,

supe de la vida eso, y al fin y al cabo,

de cómo el amor radica en el alma yerta,

y todo sucede sin darnos cuenta,

y hay que dejarlo pasar

hacia algún lugar cierto,

el del destierro de un corazón, ojo de agua,

hoja de palmera, arruga de dátil,

hiel y miel,

desconcierto y olvido.


Todo yace debajo de la arena,

pero mi deseo y amor fue verdadero,

útil y sutil,

y sin amarillarse nunca.

Lo hubieras visto de cerca

te hubiera gustado,

te habría interesado ahogarte en su profunda

oquedad sin miedo,

sé que te hubiera embriagado,

y no habrías querido salir de allí,

y nos habríamos sumergido en

la satisfacción de un punto distendido,

en el gran campo de las posibilidades y

mil y una noches más.


Vera Milarka


Mayo 13, 2024

Valdemar Ramírez

Editor de textos, corrector y redactor

7 meses

Sé que el yo lírico no necsariamente refleja la verdad del autor, pero... ¡qué texto tan descarnado!

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