Requiem por un empresario
Hoy se nos ha ido uno de los grandes, uno más.
Tenía años suficientes como para hablar con propiedad de dos etapas muy diferenciadas: la del paternalismo y la de la consanguinidad.
He de decir que se crió desde muy pequeño en la primera y en ella fue maestro sin ninguna vanidad. Por eso se le pagaba y para eso estaba preparado. Lo querían y además creía que ese era su mandato.
Pasaron los años y tuvo que lidiar un astado muy peculiar, le decían que había llegado la hora de cambiar, de adaptarse a un nuevo escenario en el que, por ejemplo, aquel aprendiz tenía un voto que valía lo mismo que el del empresario, con independencia de las personas que estuvieran a su cargo. Llego el momento de ser competitivo y de tener un plan para lograrlo, como siempre, pero ahora con la necesidad de contarlo y que se entienda de arriba abajo. Tenía que aprender a usar los ordenadores, a abrirlos y cerrarlos, tenía que mandar un orden del día y explicar de que se trataba. Tenía que decir lo que pensaba…
Así es que cuando nos dejó aún se preguntaba si valía la pena esta nueva forma de ser empresario, en la que la libertad parecía una quimera, pues no había paso que no se consensuara y en donde ya no se podía hacer lo que creía que era lo adecuado.
Esta dualidad le incomodaba, era listo y veía lo que la sociedad civil, de empresa para fuera, estaba organizando. ¿Cómo iba a pedir, en consecuencia, que durante más de ocho horas ese aprendiz se transformara y dejara lo ya logrado, para seguir fiel a unas consignas del pasado? La empresa tenía que ser consecuente con lo actuado, pero sobre todo con el presente (o le llamarían romántico) y por tanto adaptarse a lo que ese presente le iba sugiriendo a cada paso.
Murió sin saber sin esa “muerte” empresarial era natural o fruto de la obligación de cambiar. Alguien al que, antes de abandonar, le pregunte si cambiaría algo de lo andado, y esto me contestó: me he preocupado demasiado por los demás. A lo mejor esa es la profesión de empresario. Descanse en paz…
Marcial Bellido