Revolución Mexicana. Tlaxcala; el movimiento radical.

Revolución Mexicana. Tlaxcala; el movimiento radical.

Considerada cuna de la nación y el mestizaje, en Tlaxcala, se entrelazan la tradición indígena con la española; esto tiene origen de una unión para conquistar Tenochtitlan, enemigos de los tlaxcaltecas, por lo que Hernán Cortés, tuvo como importante estrategia la búsqueda de una alianza militar con Tlaxcala, derivado a que precisamente, ese pueblo poseía una larga historia de enemistad con los mexicas, por lo que esta animadversión, fue una oportunidad para los españoles, quienes buscaban un aliado eficaz en su proyecto de ocupación, no solo de Tenochtitlan sino de otros territorios.

Esta unión entre los tlaxcaltecas y los españoles fue determinante en la derrota del imperio Azteca; y aun después de la caída de éste, los soldados tlaxcaltecas continuaron colaborando con los españoles conquistadores en diferentes afrentas tanto al centro, sur y norte del continente americano como en las Filipinas.

Los beneficios obtenidos con este pacto; no solo fueron para España, sino también, paraTlaxcala, que tuvo como recompensa la caída de su principal enemigo, los aztecas o mexicas, además de la obtención de una serie de privilegios en la época virreinal y el mantenimiento de una alianza que perduraría por varios siglos durante el Virreinato, cuyos sucesos derivados de esa alianza resultaron ser relevantes y muy importantes para la geopolítica mundial.

La alianza entre el pueblo tlaxcalteca y los hispanos ha sido una parte de la historia de lo que hoy es México; tal como lo podemos advertir al leer a los grandes historiadores como William Prescott, Bernal Díaz del Castillo, Hugh Thomas, Juan Miralles y Andrea Martínez Baracs, entre otros.

Actualmente Tlaxcala; es el estado de la República mexicana con menor dimensión territorial, pero a lo largo de la historia, ha sabido guardar su integridad y su presencia real y jurídica en el concierto de las entidades federativa de México.

En ese sentido; continuando con la marcha del tiempo, para la división del México independiente, tenemos que tomar en cuenta un documento fundamental de la época virreinal, la Real Ordenanza para el Establecimiento e Instrucción de Intendentes de Ejército y Provincia en el Reino de la Nueva España, dada en Madrid el 4 de diciembre de 1786, y fue publicada en la “Muy Noble, Insigne, Muy Leal e Imperial Ciudad de México Tenochtitan”, por bando del arzobispo-virrey, Excelentísimo señor don Alonso Núñez de Haro, del 10 de mayo de 1787, que dividía el territorio novohispano en doce intendencias, una general de ejército y provincia, superintendencia subdelegada de Hacienda, o sea, la de México, junto con las once restantes intendencias de Puebla de los Ángeles, Nueva Veracruz, Antequera de Oaxaca, Mérida de Yucatán, Valladolid de Michoacán, Santa Fe de Guanajuato, San Luis de Potosí, Guadalajara, Zacatecas, Durango y Arizpe, hoy el actual estado de Sonora, que sirvieron de base para la posterior erección de los estados de la Federación mexicana.

En un principio; Tlaxcala se incorporó a la intendencia de Puebla, pero por Real Cédula del 2 de mayo de 1793, se separó de ese estado, sujetándola a un gobernador independiente y dependiendo directamente del Virrey, que fue la misma situación de las dos Californias.

Durante la emancipación nacional y a la época de un personaje fundamental en los primeros años del México independiente, Don José Miguel Guridi y Alcocer, ilustre tlaxcalteca, que en motivo de la crisis de 1808, el Real Colegio de Abogados, lo eligió́ para que predicara un sermón solemne en honor de Fernando VII.

Guridi aprovechó la ocasión para deslizar sutilmente la opinión de que el “Deseado” , refiriéndose a Fernando VII, era legitimo por la autoridad del pueblo.

Ésta fue una de las tesis que, como todos sabemos, después fue asumida de modo explícito por el famoso síndico procurador del común, Don Francisco Primo de Verdad y Ramos, en la polémica que entablaron en torno a la sede de la soberanía del Ayuntamiento de la Ciudad de México y la Audiencia.

De tal suerte que ahora; podemos explicarnos sobradamente, porqué Guridi, fue electo en 1810 como representante de la provincia de Tlaxcala en las Cortes Extraordinarias del reino, toda vez que su prestigio y sus relaciones personales le permitieron embarcarse a Cádiz para hablar magistralmente en favor de los habitantes del virreinato: españoles peninsulares, criollos, indios, castas y negros.

Pero además de tener una clara conexión con los humanistas del siglo XVIII, Guridi también compartía sentimientos profundos con los insurgentes como Don Miguel Hidalgo, creía en la necesidad impostergable de mejorar la situación social de los indios; con José María Morelos, creía que la soberanía de la nación dimana del pueblo; por lo tanto quería que los americanos fueran los que gobernaran en sus tierras, y de esta manera exigía, finalmente, que se reconociera a las castas como ciudadanos de pleno derecho.

Si bien tuvo oportunidad de pertenecer a los organismos insurgentes, decidió́ que lo más conveniente era seguir con su labor intelectual y sacerdotal en la capital virreinal.

Después de la consumación de la Independencia nacional, José́ Miguel representó un papel político importante, fue invitado a formar parte de la Junta Provisional Gubernativa y firmó el Acta de Independencia.

Fue elegido diputado en el Congreso Constituyente de 1822; además, fue designado por el emperador Iturbide como miembro de la Junta Nacional Instituyente, y volvería a serlo en el Segundo Congreso Constituyente, el de 1823, donde además fungió́ como primer presidente.

En octubre de 1824, la firma autógrafa de Don José Miguel Guridi y Alcocer, fue una de las que se plasmaron en la primera Constitución Federal mexicana.

México se constituyó́ por estados libres, soberanos e independientes y durante los siguientes meses continuarían los debates constitucionales, el voto particular de Guridi en la junta del 5 de agosto de 1824, fue importante en el sentido de que Tlaxcala se consideraría como un territorio de la Federación, distinto al de Puebla; también fue de esta idea el diputado Rejón.

Su propuesta terminó siendo aprobada y de ahí que Tlaxcala tanto le debe a Guridi, pero desafortunadamente, no ha sido debidamente reconocido.

Los movimientos militares y políticos del siglo XIX en el ámbito nacional; como la Independencia Mexicana, la Guerra de Reforma, la invasión estadounidense y la invasión francesa, no fueron ajenas a la región de Tlaxcala, por el contrario, estos eventos históricos, fortalecieron las alianzas entre terratenientes y las fuerzas políticas nacionales.

Estos movimientos abonaron a la modernización de la infraestructura de rutas comerciales en 1860 y hasta finales del siglo XIX, toda vez de que Tlaxcala prestó sus servicios militares, políticos y lealtad, en los alzamientos armados nacionales.

Tlaxcala es una entidad que desde el principio; ha luchado por conservar su condición de entidad autónoma en difíciles momentos de la historia, lo que impulsó, en diversas motivaciones de personajes que se sumaron al movimiento revolucionario del 20 de noviembre de 1910 y que dieron forma a la actual Constitución de México.

Es necesario tener una idea clara de cómo se desarrolló la historia política y jurídica del estado de Tlaxcala; que derivaría en las condiciones que enmarcarían el proceso revolucionario de 1910 y su evolución después de la revolución mexicana.

La primera disputa sobre qué condición habría de designarse al territorio tlaxcalteca; tiene lugar en 1824, cuando Don Miguel Guridi y Alcocer, pelearía legislativamente para que Tlaxcala ostentara la condición de estado de la Unión.

En 1836, los centralistas anexarían al territorio de Tlaxcala, convirtiéndolo en uno de los trece departamentos del estado de México, sin embargo, en 1849 regresaría, primero de facto, a ser un territorio federal.

Fue hasta abril de 1851, siendo Mariano Arista el presidente de México, cuando finalmente se aprobó el Estatuto Orgánico del Territorio de Tlaxcala, y pasó a ser, ya de manera formal, un territorio federal y por varios años, Tlaxcala mantendría la condición de territorio federal, hasta que en 1856, donde finalmente se estableció que Tlaxcala sería un estado de la Unión, con la adición de Calpulalpan, que hasta ese entonces, pertenecía al Estado de México, lo cual, quedaría finalmente plasmado en la primera Constitución del estado promulgada el 3 de octubre de 1857.

El primer paso importante que precedió el reconocimiento de la condición de estado; fue el nuevo Estatuto Orgánico Provisional, que se firmó en el marco de la celebración del Plan de Ayutla.

Al haber sido Tlaxcala uno de los territorios que se adhirió al Plan; se le otorgaba la facultad de emitir un Estatuto Orgánico Provisional, en donde se le establecían los nuevos derechos y obligaciones que tendría como estado libre y soberano.

Una de las razones por las que el gobierno central de México había sido renuente a concederle la condición de estado a Tlaxcala; obedecía a que éste era un territorio aquejado por la inestabilidad y las rebeliones locales.

La historia cambiante de la condición jurídica de Tlaxcala; permite ver que desde los albores de la nación mexicana, uno de los intereses principales de los líderes políticos de esa entidad, ha sido el establecer con firmeza que se reconociera a Tlaxcala como un estado libre y soberano, con las obligaciones y derechos que eso conlleva.

Este interés se vería plasmado por fin en la primera Constitución que tuvo Tlaxcala, y que quedó definitivamente consagrado en la Constitución de 1918, cuyos constituyentes fueron entre otros ilustres, mi abuelo Petronilo Serrano y su hermano Nicanor Serrano, integrantes también del movimiento revolucionario mexicano de 1910.

La gestación y desarrollo del movimiento revolucionario en Tlaxcala; resulta un tema amplio y complejo, en virtud de que fueron diversos los sucesos y procesos en torno al acontecimiento, por lo que en él participaron numerosos actores sociales y circunstancias determinantes.

La condición geográfica de Tlaxcala; le brindó importancia en las rutas comerciales en el siglo XIX, fue así que la red regional de producción de pulque, textiles y productos agrícolas, una ruta comercial trazada por influencia de los ríos Zahuapan, Atoyac, influyeron para que se desarrollara en ese siglo una importante época de abundancia, gracias también a las vías de ferrocarril que se impulsaron desde el gobierno del Presidente Benito Juárez.

Pero es importante tener siempre en nuestra memoria; que la estrategia comercial y política de Tlaxcala, ya tenía relevancia desde el proceso del virreinato español, además de tener un privilegio geoestratégico, al encontrarse en cercanía de otras urbes, como Puebla y la Ciudad de México.

En los años de la dictadura del General Porfirio Díaz; y a raíz de la participación en el Plan de Tuxtepec, del Coronel Próspero Cahuantzi Flores, quien fuera de origen indígena, gobernó el estado de Tlaxcala durante la mayor parte del porfiriato de 1885 a 1911, ya que fue ganando confianza con el presidente Díaz, lo que le permitió estar al frente del gobierno del estado por 26 años, manteniendo una relación que era de suma importancia, en virtud de que mientras uno salvaguardaba los ideales porfiristas de modernización, de progreso social y la paz, el otro, lo apoyaba con protección y respaldo en el territorio tlaxcalteca y en ese lugar geoestratégico frente a otros territorios nacionales.

Apizaco fue uno de los primeros municipios que comenzó a beneficiarse del cambio en las infraestructuras en vías de comunicación terrestre; es decir, el ferrocarril.

En 1867 se inauguró la vía México-Apizaco a través de Apan, Hidalgo.

En 1869 esto se ampliaría al municipio de Tlaxcala y Puebla; para en 1873, culminar el trayecto México-Veracruz vía Orizaba, denominado ‘Ferrocarril Mexicano’.

Así mismo el telégrafo arribó al territorio de Tlaxcala en 1869; por lo que para 1921, ya existía telégrafo en los municipios ferrocarrileros con actividad económica de pulque, textil y trigo, como Apizaco, Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala y Tlaxco. Convirtiendo así a Tlaxcala en uno de los mejores estados comunicados del país.

A fines del siglo XIX; en la región de la cuenca del Zahuapan, se elevó la renta de las tierras, sobre todo en las mejor comunicadas y fue así que gracias a la llegada del ferrocarril y el telégrafo se instauró la primera red regional-comercial.

El pulque, la industria textil, la producción del trigo y la cebada, eran las principales fuentes de trabajo y de ingreso estatal y el ferrocarril sin duda, ayudó a afianzar los sectores productivos en Tlaxcala, sin embargo, los únicos centros de importancia económica comercial y textil en ese momento eran San Pablo Apetatitlán y Santa Ana Chiautempan.

Se lograron 40 líneas locales con una extensión de 267 kilómetros; pero sólo dos estaban abiertas al público, el resto eran privadas.

De igual forma; los altos aranceles no eran una opción viables para los hacendados locales, por lo que volvieron al transporte de productos de forma tradicional, con mulas y burros.

Al construirse el Ferrocarril Interoceánico; inaugurado en 1883 y culminado en 1891, inicia una competencia entre las líneas.

En esos años; Tlaxcala tenía problemas en finanzas públicas, así como territoriales con Puebla, entre 1867 y 1888 el índice de los egresos era 15% mayor que el de los ingresos.

El otro sector afectado fue la agricultura, que desde el siglo XVII, se encontraba en una crisis constante, toda vez que las malas cosechas de maíz y en general, la crisis agrícola que se vivía a nivel nacional en el siglo XIX, ya en Tlaxcala, ocurría desde dos siglos antes.

Por lo tanto, la agricultura no representaba un objeto de modernización para el gobierno federal, pero sí para el local.

El gobernador Cahuantzi apoyó la producción del cereal en el sureste, mientras que en el norte, fue la manufactura del maguey en pulque y aserraderos.

En 1889 existían en la capital del país dos empresas eléctricas; mientras, en 1906 en Tlaxcala, todavía se iluminaba con mecheros de petróleo.

Don José García Sánchez, en La electrificación en Tlaxcala 1905-1961, señala que el estado fue uno de los primeros en contar con luz eléctrica, tomando energía del río Zahuapan, con una inversión por parte de las fábricas de hilado y tejidos ‘La Estrella’, por construirse en San Ana Chiautempan.

Sería hasta 1908; cuando la capital del estado, conocería la energía eléctrica de uso industrial textil y el alumbrado público, así el gobernador tlaxcalteca Próspero Cahuantzi logró invertir 65 mil pesos en obra de energía eléctrica, sosteniendo su operación con recursos del Estado, pero como siempre, la modernización y el progreso, no llegarían a todos los rincones del estado, es decir, los más pobres y sería la Revolución mexicana la que obligaría a clarificar el rumbo, certidumbre y destino que se quería para el estado de Tlaxcala.

Los presupuestos ideológicos que motivaron a los distintos líderes revolucionarios en la escena nacional; tendrían su respectivo eco en la demarcación tlaxcalteca y no sería sólo en el ámbito de las ideas donde se verían influenciados los líderes de la sociedad de Tlaxcala, a final de cuentas, las ideologías difícilmente son relevantes, si no emplazan a determinadas acciones.

Entre 1910 y 1915 los campesinos estuvieron afiliados al zapatismo dirigidos por Domingo Arenas, vislumbrándose al siguiente año 1916 una aparente alianza entre Carranza y Arenas, pero este último fue asesinado el 30 de agosto de 1917.

Mi bisabuelo Petronilo Serrano; fue líder partidista y en 1917 se organizaron en el Partido Liberal Constitucionalista Tlaxcalteca, al amparo de Álvaro Obregón.

El movimiento arenista; se esfumó y Carranza, convocó en 1918 a elecciones del Poder Legislativo y Judicial. Así pues, una vez muerto Domingo Arenas, Máximo Rojas pudo acceder al poder.

Mientras continuaba la Revolución en todo el país, los gobiernos locales tenían una administración inestable y Tlaxcala no era exento de esto, por lo que la prioridad era buscar el orden político y el Estado de Derecho para después construir nuevamente la economía y el desarrollo social.

Las mayores disputas ocurrirían alrededor de algunas de las políticas que se buscaba implementar en otras regiones del territorio nacional, que también se querían establecer en Tlaxcala y uno de los temas fundamentales que sería objeto de complicados desacuerdos fue, sin lugar a dudas, el de la distribución de las tierras en el estado.

Es así que en Tlaxcala; el periodo revolucionario, no fue necesariamente un proceso dicotómico, como comúnmente tiende a verse, con los cahuantzistas, es decir, simpatizantes del gobernador Próspero Cahuantzi Flores y protectores de los intereses de la elite, por un lado, y los constitucionalistas, promotores de los ideales revolucionarios, como mi bisabuelo Petronilo Serrano por el otro.

Al final, esa política de equilibrio sería distorsionada, en parte, por la influencia del acontecer nacional, que empezó a gestar el movimiento revolucionario de Tlaxcala, que para consolidar su narrativa vería en los cahuantzistas a su principal objetivo a vencer.

La campaña de Francisco I. Madero tuvo desde el primer momento un buen recibimiento en Tlaxcala, tal es el caso que, por ejemplo, cuando se desplazaba el convoy maderista a través de varias regiones tlaxcaltecas, Madero fue aclamado por la gente de esta demarcación, al tiempo que los líderes del movimiento en Puebla, se trasladaron a la entidad vecina para mostrar su apoyo a la causa antirreeleccionista.

Por eso; resulta relevante en materia del proceso revolucionario en Tlaxcala, el trabajo de Raymond Thomas Joseph Buve, ya que con rigor y detalle estudia este periodo, sin dar por hecho la narrativa dicotómica de revolucionarios, versus porfiristas, que a veces ha predominado también en el ámbito nacional.

Una importante anotación que hace Buve; en su libro titulado El movimiento revolucionario en Tlaxcala; es cuando cataloga dentro de los viejos maderistas a lado de Antonio Juncos, a los viejos compañeros maderistas de origen obrero, como Petronilo Serrano y Pablo Xelhuantzi, quienes se unieron a los primeros líderes tlaxcaltecas como Juan Cuamatzi, junto con Marcos Hernández Xolocotzi, Antonio Hidalgo, Diego y Trinidad Sánchez, y Severiano Pulido, entre otros, siempre en una relación muy cercana con el Centro Antirreeleccionista de la Ciudad de México y con el Club Luz y Progreso presidido en Puebla por Aquiles Serdán.

El movimiento revolucionario en Tlaxcala; fue un proceso radical y popular originado como respuesta a las precarias condiciones sociales en la cual vivían el campesinado, la clase obrera y algunos sectores de la clase media urbana.

En tal virtud; en 1909, se constituyó en Tlaxcala el Partido Antirreeleccionista, como parte de la organización nacional con el mismo nombre y culminación del esfuerzo de Francisco I. Madero por crear centros antirreeleccionistas en todo el país.

Por un lado, esta semilla de inconformes con la dictadura porfirista y, por el otro, el gobernador Próspero Cahuantzi, uno de los muchos tentáculos de la opresión del régimen y sus actos de tiranía, esclavitud y explotación, bastaron para despertar el espíritu revolucionario del pueblo tlaxcalteca.

Lógicamente; la ofensiva gubernamental, no se hizo esperar y el gobernador Cahuantzi inició una sistemática persecución de los antirreeleccionistas y sus bases de apoyo campesina y obrera.

Las cárceles se empezaron a llenar de seguidores de los Flores Magón y de Madero.

Las actividades revolucionarias en Tlaxcala se incrementaron con decidido entusiasmo en los primeros meses de 1910. La insurrección temprana del indígena Juan Cuamatzi, el 26 de mayo de 1910, constató el primer brote de la revolución maderista.

Quienes conocieron a Cuamatzi; refirieron que poseía un excelente talento natural, un carácter enérgico y una rápida capacidad para tomar decisiones.

El indígena tlaxcalteca era un representante genuino de su raza y desde muy joven se había enrolado en el Partido Liberal de los hermanos Flores Magón y luego en el Antirreeleccionista formando parte de las juntas secretas efectuadas en Puebla por Aquiles Serdán.

Es así que mucho antes del movimiento nacional, del 20 de noviembre de 1910, el 26 de mayo de 1910, Juan Cuamatzi se levantó en armas en el pueblo de Contla, declarando su desafío al gobierno de Porfirio Díaz y las instituciones que lo representaban.

Los rebeldes procedieron a la captura del presidente municipal de ese lugar, Nicolás Reyes, compadre del gobernador, y partieron rumbo a Tlaxcala.

En el trayecto, Reyes logró escapar y denunció a sus captores ante el gobernador, al tiempo que los insurrectos recibieron una comunicación de Aquiles Serdán, ordenando la suspensión del levantamiento armado.

Esta situación; los dejó en una confusión incierta y decidieron ascender al Cerro Blanco para su defensa y refugio, ordenando disolver los incipientes grupos armados para nuevas y futuras oportunidades.

En los siguientes días; fueron aprehendidos varios líderes de los rebeldes y aunque no se lograron los objetivos, esta insurrección dejó honda huella como antecedente de la revolución maderista del 20 de noviembre de 1910.

Durante el ascenso al poder de Francisco I. Madero; el estado de Tlaxcala, se vio inmerso en una serie de crisis políticas, motivadas por un grupo para poner a un gobernador maderista al frente del Ejecutivo estatal.

Los maderistas lograron el objetivo antes mencionado; al derrocar finalmente al gobernador Próspero Cahuantzi.

El ejército libertador, leal a Madero, tenía como principal objetivo la consolidación de la Revolución en todas las entidades, para lo cual designaron a Agustín Sánchez como gobernador interino.

La administración de Sánchez, de apenas tres meses, se empeñó en establecer una política de paz y mano dura contra los opositores a los ideales revolucionarios que en principio ellos enarbolaban. Sin embargo, los antirrevolucionarios, lograron crear un clima de crispación e ingobernabilidad, que llevarían a Sánchez y demás antirreeleccionistas a dejar el poder, por lo que quedó entonces como nuevo gobernador, también interino, el reeleccionista Ramón E. Maldonado.

Eventualmente; derivado del triunfo contundente, al menos en apariencia, de la causa revolucionaria en el ámbito nacional encabezada por Francisco I. Madero, en Tlaxcala fue electo gobernador, el antirreeleccionista Antonio Hidalgo.

El gobernador Antonio Hidalgo tomó posesión el 1o. de diciembre de 1911, y permaneció en el poder hasta 1913, año en que fue asesinado Madero y comenzó el mandato del usurpador, Victoriano Huerta.

Al llegar al poder como representante de los postulados del PAT (Partido Liberal Antirreeleccionista de Tlaxcala); que implicaban un contenido importante de reformas agrícolas, devolución de tierras y, en general, centrado en mayores prerrogativas para los campesinos, las elites tlaxcaltecas, sintiéndose amenazadas, presionaron desde el primer momento para que se destituyera a Hidalgo.

Si bien no lograron lo anterior, sí consiguieron que se le impusiera desde el gobierno federal un secretario de gobierno al nuevo jefe del Ejecutivo tlaxcalteca, Porfirio del Castllo como gobernador provisional (1915).

Después del gobierno de Antonio Hidalgo y antes de la entrada del gobierno provisional de Porfirio Castillo, los gobernadores de Tlaxcala fueron Agustín Sánchez, gobernador Interino (1913); Agustín Maldonado gobernador Interino (1913); Mariano Grajales, gobernador Interino (1913); General Alberto Yarza, gobernador Interino (1913); Coronel Manuel Cuellar Alarcón (1913-1914); Luis J. García, gobernador provisional (1914); Pedro M. Morales, gobernador convencionalista (1914); General Máximo Rojas, gobernador provisional y constitucionalista (1914).

Toda esta inestabilidad de gobierno; es porque desde la llega del gobernador Antonio Hidalgo, los terratenientes de Tlaxcala, formaron lo que se conoció como la Liga de Agricultores, que tenía el objetivo de presionar de manera organizada al gobernador Hidalgo para que desistiera de continuar con las reformas del PAT.

La Liga de Agricultores; presionó desde el primer día para que se derogaran algunas de las reformas promovidas por el gobernador Hidalgo, a fin de cuentas, el gobernador cedió en varias ocasiones ante la influencia de la Liga, y si bien no renunció explícitamente a los principios que había adoptado como plataforma electoral, sí actuó discretamente y no mostró su apoyo a distintas huelgas campesinas cuando se dieron éstas.

Eventualmente; la presión de la Liga surtió efectos, ya que centraron sus esfuerzos en lograr que la burocracia y los legisladores de Tlaxcala fueran retirando paulatinamente su apoyo al gobernador Hidalgo y posteriormente, cuando fue electo un nuevo gobernador del PAT, ya la legislatura, influenciada por la Liga, canceló las elecciones y nombró a Agustín Sánchez en 1913, afín a la causa liguista.

Es así que para entender un poco mejor la figura del gobernador Antonio Hidalgo, el testimonio de Del Castillo es de gran utilidad.

Porfirio del Castillo; fue un periodista poblano que participó inicialmente en el movimiento revolucionario junto a personajes como los hermanos Serdán, posteriormente, dada la cercanía y la estrecha relación entre los antirreeleccionistas de Tlaxcala y los de Puebla, eventualmente se convertiría en Secretario, en el gobierno del gobernador Antonio Hidalgo, una vez que este último ganó la primera magistratura del estado.

Del Castillo presenta datos de primera mano sobre cómo es que fue tomando fuerza y forma, ya no sólo el movimiento armado, sino también el movimiento político, que buscaba hacer a un lado a los gobernantes que, entre otras cosas, simpatizaban con la figura del presidente Porfirio Díaz en el estado de Tlaxcala.

Desde el primer día de la administración, el gobernador Hidalgo se enfrentó a la hostilidad de parte de la ciudadanía, así como de algunos miembros del Congreso de corte más bien porfirista.

Francisco Villa y el Plan de Ayala; sólo intensificaron el descontento de ciertos sectores de la ciudadanía, entre ellos la Liga de Agricultores, al querer ver replicados los postulados de dicho plan en territorio tlaxcalteca.

Los esfuerzos del gobernador Hidalgo para resolver algunas de las demandas de la Liga de Agricultores, aunque contaban con la venia del propio Madero, no lograron apaciguar completamente la tensión.

Esto lo aprovecharían grupos porfiristas, quienes si bien no compartían lo establecido por el Plan de Ayala, sí estaban interesados en desestabilizar aún más al gobierno de Antonio Hidalgo, quien finalmente sería consignado a gran jurado para posteriormente dejar el poder en 1913.

Tras estos acontecimientos, y dada la creciente tensión en el estado, el exgobernador Antonio Hidalgo retomó la lucha revolucionaria, para convertirse eventualmente en uno de los principales artífices de la resistencia que surgieron del estado de Tlaxcala. Siendo uno de los tlaxcaltecas ilustres que, llegado el momento, apoyó la causa constitucionalista y pasó a formar parte del contingente de tres diputados que representaron a Tlaxcala en el Congreso Constituyente de Querétaro en 1916-1917.

Durante el Constituyente, el Diputado Hidalgo, fue el representante de Tlaxcala que más intervenciones tuvo, además de que fue nombrado miembro presidente de la tercera sección de la Primera Comisión Revisora de Credenciales, que tenía por objeto verificar que los participantes en el Congreso fueran efectivamente diputados.

Al finalizar el proceso constituyente, Antonio Hidalgo sería electo senador por Tlaxcala, y continuaría con su participación política en el estado, convirtiéndose en uno de los fundadores del Partido Liberal Constitucionalista de Tlaxcala, junto con mi bisabuelo Petronilo Serrano, habían sido fundadores en una asamblea de más de cien ciudadanos en el año de 1917 y desde entonces, había formado parte en todas las luchas electorales locales y federales en forma ininterrumpida.

Debemos tener en el radar que al empezarse a forjar el golpe de Estado contra el presidente Francisco I. Madero; el estado de Tlaxcala se encontraba en una condición de creciente inestabilidad, entre otras cosas, los antirreeleccionistas, y más precisamente, los liguistas, lograron acceder a la gubernatura a través de los esfuerzos y presiones encabezadas por el coronel Tapia.

A la llegada del gobierno usurpador de Victoriano Huerta, fue nombrado gobernador del estado el coronel Manuel Cuéllar; esto a través de varias gestiones de dudosa legalidad por parte del Congreso de Tlaxcala.

Posteriormente, con el triunfo de Carranza, volvió a tomar fuerza el movimiento revolucionario y constitucionalista, que en Tlaxcala era liderado, entre otros, por mi bisabuelo Petronilo Serrano y el General Máximo Rojas, quien eventualmente, y no sin serias complicaciones, fue nombrado por el Jefe del Ejército Constitucionalista, gobernador del estado de Tlaxcala.

Buve hace un apunte interesante; al referir que fue en gran parte, gracias a los cabildeos de la conexión poblana, conformada por personajes como Andrés Campos y Carmen Serdán, que los contingentes guerrilleros del estado, eventualmente lograrían unificarse, reconociendo así al General Máximo Rojas como jefe militar de la causa revolucionaria tlaxcalteca.

En este sentido, podría concluirse que en el marco de la convulsión producida por la caída de Huerta y la victoria de Venustiano Carranza al llegar a la presidencia de México, en Tlaxcala prevalecería la causa constitucionalista, encabezada por el General Rojas, sobre las corrientes que tendieron más hacia la causa zapatista, lideradas por Domingo Arenas.

Es así que el General Máximo Rojas; se convertiría en una de las piezas clave en el proceso que culminaría, no sólo en el Constituyente tlaxcalteca de 1918, sino también en el mismo Constituyente federal de 1917.

Su relevancia no solo recae en el hecho de que, como gobernador, convocara al Congreso Constituyente de 1918, en virtud de que en los años que precedieron a la celebración del Congreso, Rojas tuvo una influencia importante sobre la clase política y la sociedad tlaxcalteca, tanto que, hasta cierto punto, sería él uno de los que marcaría la forma en que los asuntos trascendentales habrían de ser tratados en la Constitución de 1918.

Además, la cercanía con el bando triunfador; la importancia del general radica, entre otras cosas, en su capacidad para negociar con líderes zapatistas la implementación de algunas de las demandas de éstos en materia agraria. Lo anterior consistió, en buena medida, en elaborar una red clientelista a través de la repartición de tierras, que le permitiría gobernar sin tantas complicaciones.

Es así que Máximo Rojas dominó la escena política tlaxcalteca por varios años, y ocupó la gubernatura del estado en tres momentos distintos y bajo varias circunstancias, siendo que en 1918 fue formalmente electo después de vencer a una facción agrarista-arenista considerablemente diezmada.

Sería, el gobernador Rojas en su tercer periodo al frente del Ejecutivo quien convocaría al Congreso que habría de proveer al soberano estado de Tlaxcala con una nueva Constitución, que, sería prácticamente una réplica de la Constitución federal, dado que sería el bando constitucionalista el que lograra consolidar el control en el estado de Tlaxcala.

En este sentido; hay que tener en cuenta, que después del primer mandato del General Máximo Rojas, como gobernador provisional y constitucionalista (1914) y después de la administración del gobernador provisional Porfirio del Castillo (1915); vendrían los siguientes gobernadores: Antonio M. Machorro, gobernador Provisional (1916-1917); General Daniel Ríos Zertuche, gobernador Provisional (1917); Luis M. Hernández, gobernador Provisional (1917-1918); el Segundo periodo del General Máximo Rojas que abarcaría de 1918 a 1921.

Sin embrago; por estrategias técnicas jurídica y políticas en 1920 gobernaría Tlaxcala, Ignacio Mendoza como gobernador Provisional, en ese mismo año, también gobernarían como suplentes Octavio Hidalgo y Manuel R. Solís.

Con fecha 21 de mayo de 2020, tras el asesinato del presidente de México Venustiano Carranza, el gobernador interino de Tlaxcala, Ignacio Mendoza, oriundo de Barrón-Escandón, Apizaco, solicitó al Congreso del Estado la aprobación del decreto por el cual los tlaxcaltecas se adhieren al Plan de Agua Prieta, por lo que los diputados Petronilo Serrano, Nicanor Serrano, Pedro Suárez, Andrés Angulo, Francisco Méndez, Felipe Xicohténcatl, Juan Luna, Estanislao Rodriguez, Ezequiel M. Gracia, Pablo Xelhuantzi, Moisés Huerta y Antonino Juncos en sesión pública deliberaron sobre la propuesta del gobernador y la aprobaron.

En 1921 sería gobernador suplente mi bisabuelo Petronilo Serrano y Rafael Apango sería el gobernador constitucional por el periodo de 1921 a 1925 y posteriormente sería gobernador constitucional Ignacio Mendoza por el periodo 1925-1929.    

Es decir; el año de 1921 conquistaron la gubernatura por intermedio de mi bisabuelo Petronilo Serrano, para que entrara Rafael Apango, luego vendría en 1925, Ignacio Mendoza, y en 1926 todos ellos, decidieron dar un vuelco singular, ya que después de arriar las banderas propias del reformismo del Partido Liberal Constitucionalista, adoptaron un programa de gobierno socialista, cuestión que en si misma constituía una novedad para la época.

Desde el pináculo del poder, el gobernador Ignacio Mendoza, apoyo en toda su extensión a este grupo político tlaxcalteca para que fundara un nuevo partido de inspiración progresista socialista. Por lo demás, la entidad era el paraíso de los grandes hacendados.

En 1923, alrededor de 88 grandes propietarios, con más de mil hectáreas cada uno, concentraban 201,706 hectáreas, las cuales abarcaban casi la mitad del territorio de la entidad, los periódicos de la época, no dan cuenta de que los hacendados hayan entrado en batalla frontal contra los gobiernos socialistas a causa de la presión ejercida sobre ellos para arrancarles la tierra.

La oligarquía agraria difícilmente acusaría a Ignacio Mendoza o a Adrián Vázquez Sánchez de haber mostrado interés en destrozar las bases de sus dominios y por lo tanto, de querer congraciarse con el campesinado.

Los dirigentes del nuevo partido le expresan al ingeniero Adalberto Tejeda, quien era el Secretario de Gobernación, en comunicación fechada el 15 de junio de 1926, que el Partido Socialista de Tlaxcala, bajo su antigua denominación de Partido Liberal Constitucionalista Tlaxcalteca, había sido fundado en una asamblea de más de cien ciudadanos en el año de 1917.

Que desde entonces había formado parte en todas las luchas electorales locales y federales en forma ininterrumpida y que ahora, previa discusión entre sus miembros, habían decidido transformarse en el Partido Socialista de Tlaxcala.

La Secretaria de Gobernación no tuvo objeción alguna y le otorgó el registro el 18 de junio de 1926.

Como presidente del nuevo partido figuraba J. Natividad Nava; como vicepresidente, Adrián Vázquez Sánchez; tesorero, Fernando Carvajal; secretario general de Acción Social, Filiberto E. Arena; secretario general de Acción Política, Heriberto V. Vázquez; se mencionaba además a otros políticos en otros puestos no menos importantes, como Dionisio Galicia, Moisés Rosalía García, Rafael Apango, Petronilo Serrano, etcétera.

Ahora bien, lo que habría de preguntarse es de quien fue la iniciativa, toda vez que en la documentación existente en la Secretaria de Gobernación, aparecen como responsables tres personajes, se trata del propio gobernador en funciones en aquellos años, Ignacio Mendoza, también de Adrián Vázquez Sánchez y de J. Natividad Nava. 

Curiosamente, los tres políticos llegan a ocupar la gubernatura de la entidad, pero a su sombra destacaban otros figurones prominentes, como Moisés Rosalio García, Mauro Angulo, Petronilo Serrano y Rafael Apango, quienes también llegaron a ocupar la gubernatura.

Al parecer, el gobernador de Tlaxcala era el responsable directo de tal iniciativa y prueba de ello es que una vez que deja la gubernatura a principios de 1929, es designado presidente del Partido Socialista de Tlaxcala, se destaca en el libro: ‘El socialismo en Tlaxcala, 1926-1933’. Mario Ramírez Rancaño.

La Constitución de Tlaxcala, que entraría en vigor el 1o. de octubre de 1918, se integró por 106 artículos, divididos en diez títulos.

Fue el gobernador provisional del estado, el General Luis M. Hernández, quien convocó las elecciones que definirían el Congreso del estado que a la postre terminaría siendo la asamblea constituyente que tendría el encargo de proveer a esta demarcación con su Constitución.

Dicha asamblea sería conformada por los siguientes diputados:

— Moisés Huerta.

— Andrés Angulo.

— Manuel Gómez Lomelí.

— Ezequiel M. Gracia.

— Antonino Juncos.

— José R. Lozada.

— Juan Luna.

— Ignacio Mendoza.

— Francisco B. Méndez.

— Luciano Rodríguez.

— Pedro Suárez.

— Nicanor Serrano.

— Pablo Xelhuantzi.

— Felipe Xicohténcatl.

— Fernando Altamirano.

Cabe mencionar que los diputados Ignacio Mendoza y Felipe Xicoténcatl fueron del grupo cercano del General Rojas, pero con la llegada a la presidencia de México de Álvaro Obregón, se produjo una escisión entre dicho grupo y esta división aumentaría tras el asesinato del candidato a la presidencia de México el General Francisco R. Serrano y posteriormente, el asesinato del General Álvaro Obregón en 1929.

Luego del auge a finales del XIX con la industria pulquera y textil, en los años 30`s del siglo XX, Tlaxcala tuvo un descenso de estos dos sectores, toda vez que con la Revolución Mexicana muchas haciendas fueron desmanteladas, mientras al interior de la entidad hubo luchas por la repartición de la tierra entre los campesinos, hacendados y el gobierno, por lo que en la década de los años 30 del siglo XX, surgieron discrepancias políticas con enfrentamientos violentos entre los partidos locales. Pero a Lázaro Cárdenas presidente de México en esos años, poco le preocupaba, pues mientras se modernizaba el norte y bajío del país, Tlaxcala se vio abandonado.

Se creó en 1941 el Consejo Mixto de Economía Regional en el Estado. Mismo que sirvió para eliminar diferencias y mantener la paz entre los campesinos y el gobierno, pero al mismo tiempo, era para controlar los problemas de reparto agrario.

Por lo que en 1956 la mayoría de la población vivía en zonas rurales con un 61.23%, mientras que la urbana era de 38.77%. Y al menos; el 70.32% de la población vivía del campo y el 14.58% de la industria, las carreteras comenzaron a gestarse entre 1943 y 1944, utilizando como ventaja la posición geográfica de la región que conectaba con otras grandes ciudades.

El progreso comenzaba a llegar a todo México, incluyendo el altiplano y aunque Tlaxcala formaba parte de este, la región parecía una isla lejana, donde el avance económico, social y político, simplemente, no llegaba.

Fue hasta principios de 1956 que el estado empezó a ser visto nuevamente para detonar su desarrollo.

Excelente investigación histórica 👏🏻🫡

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