¿Sabe si su hija está secuestrada?
Imagen de Sammy-Sander en Pixabay

¿Sabe si su hija está secuestrada?

¿Ha escuchado hablar de el “Secuestro Psicológico”?

Aunque pueda sonar extraño, esta situación es más común de lo que podemos imaginar. La mayoría de las familias no se percatan de lo que ocurre y, si lo hacen, prefieren ocultarlo por un sentimiento de vergüenza. Muchas sufren en silencio este drama, que parece no tener fin ni solución.

Este artículo le ayudará a detectar si su hija o hijo está sufriendo un episodio de secuestro psicológico y le dará las pistas básicas para salir de esta terrible situación. Para ilustrar mejor los conceptos, relataré una historia ficticia que, a pesar de serlo, es bastante común en la vida real.

Ángela es una adolescente brillante que está a punto de alcanzar la mayoría de edad. Es egresada de uno de los colegios más exclusivos del país y domina perfectamente dos idiomas, además del español. Durante sus años colegiales, siempre estuvo en el décimo superior y destacó también como deportista, especialmente en atletismo, gimnasia y natación. No solo es sobresaliente en los estudios, sino que también es muy agraciada físicamente.

Gracias a su destacado desempeño escolar, logró ingresar directamente a una de las universidades más prestigiosas del país, donde ha dejado perplejos a sus compañeros por su agudeza intelectual, capacidad de razonamiento y belleza. Su vida social se ha ampliado notablemente; ya no solo frecuenta a sus amigos del colegio o de su exclusiva zona de residencia, sino que también se ha integrado muy bien con los nuevos amigos que le ha traído la vida universitaria. Ahora asiste a fiestas y reuniones en barrios y lugares que antes desconocía o que le parecían muy distantes de su mundo. En cuestión de meses, experimentó desde fiestas interminables de música electrónica hasta salsódromos, pasando por guerras de bandas de heavy metal y largas sesiones de hip hop y reguetón.

Siempre mostrando la inocencia, calidez y amabilidad con las que fue criada en su hogar de clase media alta, Ángela se fue ganando la simpatía de sus amigos. Lamentablemente, también se convirtió en un objetivo codiciado para los malos elementos que se infiltran en estos grupos de jóvenes.

Pedro es un joven que aparenta ser dulce, educado y amable. Nadie sospecha que detrás de su gran sonrisa, su amplio sentido del humor, su gracia para bailar y su gran voz para cantar, se esconde un ser despreciable que deleita su malogrado ego maltratando mujeres, violando menores de edad, traficando drogas y conviviendo con sicarios. Pedrito es toda una joya, pero nadie lo sospecha.

Dentro del grupo de amigos de la universidad están Pocho y Alexandra, una pareja de enamorados que distribuyen su tiempo entre los estudios y una pasión desenfrenada por el baile. Se graban en las canchas deportivas, en los salones de clase, en las escaleras del edificio de aulas y hasta en las azoteas, haciendo los pasos de hip hop o reguetón más sensuales que uno pueda imaginar.

Esta parejita, gracias a su estrecha relación con los organizadores de espectáculos de baile de moda, tiene acceso a las mejores fiestas y eventos de la corriente musical que aman, y son "el contacto ideal" para ingresar a ese mundo artístico y de diversión sin fin. Se han convertido en un imán para aquellos que quieren iniciarse en este ambiente, ya sea por curiosidad artística o por amor a la diversión desenfrenada.

Ángela conectó inmediatamente con ellos y sintió que era lo que necesitaba para llevar su expresión corporal a un nivel superior. Poco a poco, sin darse cuenta cómo, en pocas semanas ya estaba haciendo sus primeras filmaciones de baile, publicándolas en sus redes sociales, adornada con los atuendos propios de esta corriente artística urbana.

Lo que Ángela nunca imaginó es que Pocho y Alexandra no eran realmente pareja, sino que simulaban serlo para generar confianza como parte de su cobertura. En realidad, son "reclutadores profesionales de víctimas". Ambos tienen un toque especial para detectar chicas o chicos vulnerables que encajan en un "perfil explotable" para sus nada santos propósitos. Cuando se dan cuenta de que se han ganado la confianza de sus víctimas, las "centran" llevándolas a su grupo social, una especie de tribu bohemia donde son abordadas por "especialistas" en secuestrarlas emocionalmente.

Así fue como Ángela conoció a Pedro, quien desde el primer momento ya sabía todo sobre ella, como si le leyera la mente o como si fuera un ser superior. La información proporcionada por los reclutadores fue utilizada hábilmente; él ya conocía todos sus puntos vulnerables, su relación familiar, sus carencias afectivas, etc., es decir, ya la había "escaneado" a fondo para poder apropiarse de su mente. Por supuesto, también sabía en qué trabajaban sus padres y cuál era su nivel de ingresos.

Ángela fue envuelta poco a poco en una relación tóxica con Pedro. Él la alejó de su familia, se apropió de sus cuentas bancarias y de su teléfono, es decir, de todo. La manipulaba permanentemente para hacerla sentir culpable de todo. Cuando Ángela quería salir de la relación, él la amenazaba con el suicidio e incluso se autoinfligía cortes en diversas partes del cuerpo. La introdujo en el consumo de drogas ilegales.

El día que Ángela cumplía 18 años, su familia la esperaba con ansias para darle una hermosa fiesta sorpresa en su casa, pero ella simplemente no apareció ni atendió las decenas de llamadas de sus hermanos, primos y amigos de la infancia. Ya era demasiado tarde. Pedro ya le había prohibido terminantemente tener cualquier relación con su familia "clasista", "racista" y otros calificativos absurdos. Exigía una separación sentimental de la familia, pero no económica; era tan manipulador que obligaba a Ángela a pedir más dinero a su familia, que luego utilizaba para satisfacer todas sus exigencias, adquiriendo ropa de marcas caras, dispositivos electrónicos, alcohol y drogas.

El control al que estaba sometida era total, hasta el punto de que ya convivía con él en un lugar terrible, rodeada de vecinos en su mayoría delincuentes o personas de mal vivir. Ángela no entraba en razón y no era consciente de que era presa de un psicópata que la tenía sometida a un secuestro psicológico.

Después de varios meses de arduo trabajo coordinado con toda la familia finalmente se logró la liberación de Ángela. Esta no solo fue una liberación para ella, sino para toda su familia que jugó un papel fundamental de apoyo al que le llamo “Vitamina F”. Tuvo que seguir un riguroso tratamiento de desintoxicación, además del acompañamiento psicológico necesario. Ángela recuperó su vida, sus padres recuperaron a su hija, y sus hermanos y amigos vieron regresar a la inocente niña, dejando atrás para siempre la sombra del despojo en que su secuestrador psicológico la había convertido.

¿Sabe si su hija o su hijo está siendo víctima de un secuestro psicológico?

¿Conoce bien con quiénes se relacionan sus hijos?

Si necesita más información o ayuda sobre este tema, no dude en contactarme.

jpalomino@zerosecuritysouthamerica.com

¡Que tenga un gran día!


Sufrir el secuestro de un ser querido es una de las experiencias más angustiantes y demoledoras que podemos vivir; es aún peor cuando la víctima es uno de nuestros hijos. A nivel mundial, los secuestros han ocupado las páginas policiales de los diarios más importantes, han inspirado grandes películas y se han escrito novelas que se han convertido en bestsellers. Para efectos de este artículo, no me refiero a los secuestros perpetrados por terroristas.

Cuando ocurre un secuestro, siempre hay un motivo (generalmente económico, aunque también puede ser chantaje, etc.). Normalmente, al menos un miembro del grupo de secuestradores toma contacto, directa o indirectamente, con la familia para hacer llegar sus pretensiones. Es en ese momento cuando se requiere de un especialista "negociador" con formación especial y mucha "sangre fría" para utilizar todas las técnicas profesionales necesarias para lograr la liberación del secuestrado, preferiblemente sin daños físicos. No cualquiera puede ejercer este rol; se requieren muchas habilidades específicas.

Después de la negociación, la respectiva prueba de vida y otras acciones, se logra obtener un pacto que debe ejecutarse con sumo cuidado para que el secuestrado no sufra daño alguno. Además, en lo posible, se debe capturar a los secuestradores y evitar que salgan impunes.

Todo esto puede llevar días o incluso semanas. Al lograr el éxito del operativo de liberación, la familia siente que le regresa el alma al cuerpo y puede rehacer su vida, adoptando ciertas medidas de seguridad a futuro. Final feliz la mayoría de las veces...

Pero si un secuestro común es horrible, un secuestro psicológico es infinitamente peor. La persona secuestrada no se da cuenta y la familia sufre enormemente. La duración de un secuestro psicológico es también mucho más prolongada, y durante todo ese tiempo la familia carga una serie de emociones que les corroen el alma.


Thank you for highlighting such a critical issue. The emotional toll of any form of abduction is deeply upsetting, and it's important to raise awareness about the psychological impacts as well. How can we better support those affected by these situations?

Dajana Rodríguez

Wellness Coach | Hipopresivos

4 meses

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