Soñar en madera.

Siendo consciente de que, demasiado a menudo, las redes sociales no son sino un altavoz del autobombo que alimenta nuestros egos de calorías vacías, hoy quiero hablar de mi libro. Bueno, más qué de mi libro jamás escrito quería contar cómo un apasionado de la carpintería termina proyectando villas con estructuras de madera.

Siendo sincero primero fue el amor por el material, por sus texturas, su calidez, su olor y la paz interior que me da trabajarlo que la consciencia sobre sus cualidades como materia prima sostenible que nos permite hacer una arquitectura respetuosa con el medio ambiente y sana. Soy aquel niño que fabricaba juguetes con cuatro tablas y que hoy es feliz diseñando edificios cualificados por la nobleza natural de la madera. Sin embargo, no voy a negar, que a menudo echo de menos el contacto directo con la sierra, el agotamietno del trabajo físico y, sobre todo, la inmensa satisfacción del resultado a corto plazo. Otro gran valor de la artesanía.

De pronto, el destino nos robó la libertad y nos regaló el tiempo, así funciona el universo. Mis pequeñas no entendían como su papá arquitecto no les hacía una casita prometida hace años y entonces llegó el confinamiento y la oportunidad de reencontarme y cumplir la palabra dada. Así fue como retomé la sierra, la escofina, las lijas, el cajón de ingletes, los gatos carpinteros y como volví a jugar en madera para que Jimena y Petra soñaran.

Hoy hablo de mi proyecto más personal, hoy quiero compartir el resultado de la reconexión con mi naturaleza.