🌟 SOS 🌟

De acuerdo con el IMSS, 75% de los mexicanos padece fatiga por estrés laboral, lo que ocasiona síntomas emocionales, conductuales y cognitivos, entre otros. También el IMSS menciona que, los mexicanos en contadas ocasiones realmente atendemos la salud mental porque tememos ser juzgados o, definitivamente, negamos los síntomas.

¿Pero qué pasa cuando simplemente no existen los mecanismos de apoyo para atender casos de violencia laboral?

Me sucedió hace apenas algunos meses, trataré de resumir la historia.

Inicié un nuevo trabajo, desde el primer día hubo “señales de alerta”, pero decidí relajarme y avanzar un poco más. No me arrepiento de haber querido avanzar, pero hoy sé que definitivamente no me permitiré volver a estar en “el mismo lugar”, y no hablo de la empresa, sino de “las circunstancias”.

Era claro que en la empresa el ambiente laboral no era el mejor, se me había “advertido” durante el proceso de selección, pero las advertencias se habían quedado muy cortas en comparación a lo que realmente sucedía.

Horarios o permisos “especiales”, impuntualidad en reuniones o entregables, falta de capacitación, problemas graves de comunicación y procesos sumamente confusos eran solo una parte de lo que sucedía. Poco a poco el “micromanagement”, el cambio de dirección constante y la violencia pasiva se volvieron parte del día a día. Hasta el momento en el que decidí buscar ayuda porque ya era “irreal”. Después de unos meses “la luz” de algunas personas dentro del equipo se había apagado, no había nadie que no “dudara de su capacidad”, nos enfermábamos, ocurrían muchos olvidos y errores, si algo podía salir mal, salía mucho peor, siempre había caos.

En una llamada a la PROFEDET me lo confirmaron, estábamos sufriendo “violencia laboral”, me recomendaron acudir con el psicólogo del IMSS y a las oficinas para recibir asesoría.

En el IMSS me dieron cita con Psicología para un mes después, aunque el test que te facilitan para medir tus niveles de estrés laboral me daba como resultado más de 60 puntos, colocándome en el rango de "Estrés alto: te encuentras en una fase de agotamiento de recursos fisiológicos con desgaste físico y mental. Esto puede tener consecuencias más serias para tu salud”. Esto está solo por debajo del nivel “Estrés grave”, en el que solo recomiendan “busca ayuda”.

Y así fue, busqué ayuda, tuve una consulta con una Psicoterapeuta especialista en materia laboral y NOM-035. Quien solo confirmó lo que ya me habían dicho en la PROFEDET, la empresa estaba incurriendo en faltas graves de la NOM-035, pero como no había denuncias previas, si yo quería “tomar medidas” me tocaba la responsabilidad de la “carga comprobatoria”, es decir, demostrar que lo que yo decía era verdad. Me sugirieron enviar un correo a Recursos Humanos donde expresaba mi inconformidad sobre cada una de las situaciones que ocurrían y cómo estas situaciones estaban afectando mi salud y el ambiente dentro de la empresa. En ese momento lo supe, no había nada qué hacer. ¿Cómo se supone que funciona enviarle un correo a Recursos Humanos para quejarte de los malos tratos del dueño hacia ti, hacia tus compañeros y sobre todo hacia tu jefe directo? Sólo reí.

Afortunadamente mi situación personal, familiar y económica en ese momento no me exigían tener que aguantar y seguir, pero pensaba en todas las personas que sí están en esas circunstancias, con compromisos económicos importantes que les requieren “aguantar” hasta poner en riesgo su salud física, mental, emocional o incluso su vida”.

A los meses la empresa decidió hacer “una reestructura” y poco a poco nos despidieron. Jamás pensé que me tocaría sentir tanto alivio al ser despedida, por fin se había acabado ese infierno. Justo unos días después de que yo ya había decidido renunciar, porque, aunque no quería irme “con las manos vacías” mi salud era mucho más importante que una liquidación y era claro que las cosas no cambiarían.

Afortunadamente no llegué al IMSS por un infarto o algo similar, pero fue tremendamente decepcionante el darme cuenta que si estás en esta situación, realmente no existen los mecanismos adecuados para ayudarte y poner orden donde se debe poner.

Ojalá que el resumen de esta historia haga reflexionar a cada persona que la lea respecto a qué están haciendo para cuidar su salud, sobre todo su salud mental, y qué están haciendo para no ser la causa de la enfermedad “del otro”. Este es un ejemplo claro de la terrible influencia que una sola persona puede ejercer sobre un grupo, pero generalmente estas personas no están solas, están rodeadas de otros que “normalizan la violencia” que constantemente dicen “así es aquí” y que no conformes con eso “aplauden el liderazgo maltratador” porque muestra “carácter y firmeza”.

Definitivamente no es mi intención ser “la víctima”, ni causar lástima, solo tengo como intención hacer una invitación a ti que me lees para que no encuentres comodidad quedándote en el lugar de víctima solo porque es "lo conocido", ni te sumes con silencio o volteando la mirada hacia otro lado, cuando ves que alguna o algunas personas dentro de tu equipo de trabajo no están siendo tratados de forma digna. Sobre todo, quiero invitarte a que mires hacia adentro, con total franqueza, para dejar hablar a tu alma y te diga si en verdad estás siendo el o la mejor líder, el mejor compañero o compañera, justo esa persona que tu equipo necesita para dar lo mejor de sí y lograr el éxito. Si lo eres te felicito. Si no lo eres, estás a tiempo para hacer cambios, busca ayuda profesional, sé valiente.

Nadie en este mundo merece sentirse “incompetente” porque alguien más no está siendo capaz de resolver sus traumas y frustraciones consigo mismo. Nadie que se sienta bien consigo mismo maltrata a los demás.

Espero mi historia te lleve a la reflexión y vengan a ti muchas buenas ideas para mejorarte a ti mismo.

¡Que tengas una excelente semana!

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