TODO PARA EL PACIENTE, PERO CON EL PACIENTE

TODO PARA EL PACIENTE, PERO CON EL PACIENTE

La experiencia del paciente se encuentra en el corazón de la atención sanitaria del siglo XXI. Es una llamada a reimaginar y reinventar cómo prestamos servicios, cómo interactuamos y cómo valoramos la salud. Al centrarnos en la experiencia del paciente buscamos enriquecer y dignificar cada interacción dentro del sistema de salud, y no solo mejorar los resultados clínicos. Es un viaje hacia una atención más humana, más compasiva y, en última instancia, más efectiva. Es un recordatorio de que, en el mundo de la atención sanitaria, cada paciente es una historia, un ser humano con esperanzas, miedos, valores y sueños. Y es nuestro deber, y privilegio, atenderlos con la dignidad y el respeto que merecen.

La medicina (y sus ciencias afines), en su núcleo más esencial, ha sido siempre un acto profundamente humano. A lo largo de la historia, la relación entre el profesional sanitario y el paciente ha sido el eje central de la atención sanitaria. Sin embargo, en la era de la tecnología avanzada y la práctica clínica basada en la evidencia, corremos el riesgo de perder de vista esta verdad fundamental. El sector sanitario, que siempre ha sido un baluarte de la humanidad y la comprensión, ahora se encuentra en un punto de inflexión. La necesidad de transformar la relación con las personas no es simplemente un ideal, es una obligación moral.

No es suficiente que los profesionales sanitarios posean habilidades clínicas superiores. La auténtica práctica clínica trasciende la biología y se sumerge en las profundidades de la experiencia humana. Hay tres niveles en la perspectiva del paciente que merecen nuestra atención: la biológica, que aborda la excelencia técnica y clínica; la subjetiva, que se refiere a la calidad percibida de la atención; y la íntima, que evoca las emociones y experiencias vividas durante el proceso de atención.

Más allá de la competencia técnica y la excelencia clínica, la calidez en el trato es esencial. No podemos subestimar la importancia de la calidad percibida y las emociones del paciente. Las ciencias de la salud no son exactas y cada individuo es una entidad compleja con sus propios miedos, esperanzas, valores y expectativas. El profesional sanitario es el garante del bienestar físico del paciente, pero también de su dignidad en un momento de vulnerabilidad y necesidad.

Y esta dignidad es inapelable. Nada, ni la falta de tiempo, ni los recursos limitados, ni la presión sistémica, puede justificar su desatención. Es cierto que la calidad de la atención se mide en términos de resultados clínicos, pero también en la calidez con la que se brinda. Generar un ambiente de confianza es básico, y esto se logra no solo a través de la competencia técnica, sino también a través de la empatía, la escucha activa y el respeto genuino.

Históricamente, la relación entre el paciente y el profesional sanitario ha sido de naturaleza paternalista. Se esperaba que los pacientes aceptaran pasivamente las decisiones tomadas en su nombre. Pero este modelo ya no es adecuado. Los pacientes de hoy están mejor informados, más empoderados y desean desempeñar un papel activo en su atención. Aquí radica la belleza de la toma de decisiones compartida. Es un cambio de paradigma que reconoce al paciente como un igual, un socio en el proceso de atención.

La frase "todo para el paciente, con el paciente" encapsula esta filosofía. Implica que no solo ofrecemos atención para el bienestar del paciente. Ahora también lo involucramos activamente en cada paso. Esta es la verdadera personificación de la atención centrada en el paciente.

A pesar de nuestras mejores intenciones, los profesionales sanitarios no están exentos de sesgos. El sesgo de intervención, la inclinación hacia la acción en lugar de la inacción, y el sesgo del statu quo, la resistencia al cambio basada en la tradición (ese peligroso mantra de “siempre se ha hecho así”), son realidades palpables en el ámbito sanitario. Estos sesgos pueden nublar nuestro juicio y afectar la calidad de la atención que prestamos. Aunque difícil, resulta necesario reconocerlos, comprenderlos y, lo que es más importante, controlarlos.

Desde el punto de vista operativo, para abordar la idea de la atención centrada en el paciente, precisamos herramientas que nos permitan evaluar y mejorar constantemente. Aquí es donde entran en juego los PREM (Patient Reported Experience Measures) y PROM (Patient Reported Outcome Measures). Estos instrumentos, que capturan la experiencia y los resultados reportados por los pacientes, son imprescindibles para entender la atención desde la perspectiva del paciente. Porque no hay mayor gesto humanizador que consultar con las partes interesadas, y los PREM y PROM (entre otras herramientas de evaluación y consulta) nos permiten hacer precisamente eso. Nos ofrecen una atalaya para conocer la experiencia real del paciente, más allá de las métricas clínicas. Es una forma tangible de asegurarnos de que estamos realmente cumpliendo con las necesidades y expectativas de aquellos a quienes servimos. Al escuchar y actuar según estas perspectivas, las organizaciones sanitarias pueden adaptar y mejorar continuamente su atención.

En última instancia, velar por la experiencia del usuario no es simplemente un "extra"; es la esencia de la atención sanitaria. El trato digno, la empatía y el respeto por la autonomía del paciente son inexcusables. Al fin y al cabo, los profesionales sanitarios son mucho más que meros proveedores de servicios. Son garantes de la confianza del paciente, defensores de su dignidad y compañeros en el viaje durante su proceso.

La atención sanitaria es, y siempre será, un acto de humanidad. En cada consulta, en cada intervención, en cada conversación, se presenta una oportunidad para reforzar la dignidad y humanidad del paciente. Es una llamada a cuidar personas y no solo a tratar enfermedades. Porque, al final del día, no hay mayor honor y responsabilidad para un profesional sanitario que ser testigo y guardián de la historia humana de sus pacientes. Es un viaje de calidad y calidez, donde cada paso lleva el sello inconfundible de la dignidad humana.

Monika Fernandez

Medico de Atención Primaria en Osakidetza

6 meses

Y la dimensión comunitaria y relacional, Sendoa. Contar con las redes afectivas, de apoyo y de salutogénesis , reconocerlas como fundamentales en el cuidado, reconocer nuestro impacto no siempre positivo en este entramado. Excelente texto, pero qué te voy a decir...

María Jesús Bocos Reglero

Directora de Enfermería en Hospital Nacional de Parapléjicos

6 meses

Totalmente de acuerdo Sendoa Ballesteros. No se puede concebir la excelencia sin contar con lo excelente, es decir, con nuestros pacientes. El cambio está en marcha y ellos6don los protagonistas de su proceso y nosotros tenemos la suerte de acompañarlos. Cómo bien dices, es un privilegio poder hacerlo.

Blas Blánquez

Supervisor de Enfermería en Benito Menni CASM. Enfermero Especialista en Salud Mental. Referente de implantación Safewards. Gestión de riesgos de eventos adversos de violencia.

6 meses

Enhorabuena Sendoa Ballesteros Peña, excelente artículo. Totalmente de acuerdo que en la atención sanitaria actual es necesario definir los procesos conjuntamente y en colaboración con los pacientes. Tener en cuenta su experiencia es primordial para promover la mejora continua de cualquier organización.

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