Un Perú Para Mi Hijo II
La televisión encendida, subimos el volumen para escuchar mejor, se confirma la muerte del primer joven que salió de casa (despidiéndose de mamá y papá imagino) para defender sus ideales y con ellos los de su país, nuestro país. El cacerolazo retumbando cada vez más fuerte e intenso, padres con sus hijos asoman por las ventanas, los más grandes salen a la berma para hacer sentir su indignación. 14 de noviembre será una fecha más para recordar en nuestro calendario patrio.
Joaquín pregunta por qué el ruido y quiere que acabe de una vez, me pide que lo cargue y lo hago de manera automática; lo pego a mi pecho y le voy susurrando al oído que ya todo pasará. La televisión nuevamente, esta vez son imágenes de los padres del joven fallecido que ante millones de peruanos se quiebran de dolor y con ellos yo también. Joaquín sigue en mis brazos y solo atino abrazarlo con todas mis fuerzas, las lágrimas desbordan mis pupilas y empiezan a caer; miro a Andrea y ella a mí, estamos llorando igual. La bulla cesa más no la indignación, si bien Joaquín al fin duerme será una noche (y días) de larga reflexión.
"Mi hijo debe sentir un orgullo profundo por haber nacido en el mejor país del mundo. Mi hijo no tiene la culpa de presenciar como nos desconocemos como hermanos nacidos en la misma tierra. Mi hijo debe tener el derecho de escoger en qué color militar y respetar la opinión ajena, la cual a veces se vuelve tan necesaria en pluralidad de las ideas. Mi hijo no debe ser contagiado con la fraudulenta práctica de la oportunidad, codicia y el desconocimiento de los infortunios de nuestro prójimo. Mi hijo no debe debe dejar de tener sensibilidad y respeto por su entorno; es él quien practicará siempre la moral y la ética en sus actos de vida. Mi hijo no debe renunciar a la esperanza y el derecho de soñar, creer en la posibilidad de realizarse bajo la premisa de la equidad, bajo un pensamiento de igualdad y humanidad" (Un Perú Para Mi Hijo).
Hace más de tres años, fiestas patrias del 2017, escribía un post derivado por la coyuntura de aquel momento el cual se derivaba, "coincidentemente", por las mismas razones que originaron hoy el caos instaurado en nuestro país.
Es paradójico, se supone que con los años debemos madurar pero quienes nos representan hoy parece que no entendieron nada; han sido los jóvenes de nuestro país los que vienen demostrando esa madurez cívica que tanta falta nos hace como nación.
"Aunque suene un poco idealista, solo deseo un país con buena educación, con políticos íntegros que no nos roben y que legislen para nosotros, no para ellos mismos. Quiero un país donde me pueda jubilar y pueda ayudar a mi hijo, como hoy hacen quizás nuestros padres con nosotros, o mejor, quiero un país donde mi hijo no necesite la ayuda de sus viejos y zarandeados padres".
Creo que mi hijo, nuestro hijos, ya no necesitaran tanto de nosotros. Estos días han demostrado que entre ellos mismos se pueden ayudar, que pueden propiciar un cambio; que si se lo proponen pueden hacer del Perú una nación más hermosa donde todos sean escuchados, donde todos sepan que pueden participar, donde todos nos podemos dar la mano por un objetivo común: El Perú.