¿Una idea de futuro?

¿Una idea de futuro?

Escrito por Cristina Bucero

Sobre el futuro siempre me ha entretenido pensar que no tenemos certeza sobre lo que pasará y por lo tanto se abre un mundo de posibilidades. De niña solía cavilar en lo emocionante que suponía no saber dónde viviría, quién me acompañaría en el viaje o si tendría amigos alrededor del mundo. 

Crecí creyendo en una idea de un futuro ilusionante, de un camino por descubrir. Me emocionaba solo de pensarlo, ¿qué había más intrigante?.

Con los años a tu vida se suman acontecimientos. Algunos dulces y otros tan amargos que te cuesta quitarte el mal sabor de boca una temporada, si es que te lo quitas. 

La percepción que tienes entonces del futuro no deja de ser incierta. Siempre lo ha sido en realidad, pero ahora sientes que lo es más. Millones de preguntas se tiñen de otras emociones. 

El contexto social las trae sin remilgos y se quedan haciendo cola en ese espacio desconocido: el de las preguntas sin respuesta. ¡Bienvenida señora Incertidumbre!.

Muchas de esas emociones que antes te elevaban unos centímetros del suelo, se convierten ahora en preocupaciones que no te dejan despegarte de la tierra.

Perdemos entonces la perspectiva positiva e ilusionante de la idea de futuro, nos acercamos a una realidad que puede no ser tan fantasiosa como lo era antes. Hacerse mayor tiene consecuencias.

Sobre el pasado, siempre me ha entretenido escoger recuerdos bonitos y saborearlos, pararme en ellos como si tuviese todo el tiempo del mundo, sin reparo. Decorarlos desde mi dibujo de una realidad sesgada, dándome un baño de ensoñaciones incoherentes. 

El pasado ha sido siempre una burbuja nostálgica en la que embriagarme en momentos en los que el presente, no estaba siendo del todo amable.

En la vida adulta de nuevo el pasado re-significa su sentido y se convierte en una parte que construye o ha construido lo que somos. Forma parte de cómo te entiendes ahora, de cómo piensas y porqué piensas de ese modo, de cómo actúas y porqué lo haces así. 

No pasa inadvertido en el presente, es nuestra marca de agua. Sigue vivo en la experiencia que hemos ido desarrollando con los años y quizá sea el que nos lleva a querer imaginar un futuro mejor para las próximas generaciones.

Sobre el presente, escojo pensar que está en cada uno conseguir que el día merezca o no la pena. 

Estar abierto a dejarse sorprender por el amor, la generosidad, la amabilidad de las personas con las que convives, con las que trabajas o a las que te cruzas en cualquier lado. Y dar otro tanto de tu parte. Lejos de pretender ser una mirada idealizada de la vida, acepto que últimamente me resulta especialmente complicado.

¿Qué hay más difícil en un mundo violento y conmovido por el miedo que tratar de guiarse por el amor o la belleza? Arduo reto. 

Si a día de hoy consideramos que vivimos en un contexto desalentador en muchos sentidos, desde luego no les estamos dejando suficiente "campo para correr” a las generaciones que nos siguen.

Ya nos hablaban varios filósofos de la antigüedad (desde diferentes posturas), que el concepto de vivir una vida plena, o una “buena vida” se podía sustentar en tres grandes pilares: la bondad, la justicia y la belleza. 

Partiendo de esta premisa, ¿qué sucede entonces si rescatamos estos tres conceptos para pensar en el mañana?, ¿se puede acaso dejar como herencia bondad, justicia y belleza?, ¿cómo podemos convertirnos en buenos antepasados para las generaciones venideras?.

Opciones.

En un mundo en el que no hay opciones, la posibilidad de “vivir una buena vida” se reduce a “vivir la vida que te han dejado vivir”, omitiendo esa parte de calidad o bienestar tan importante.

Dejar como herencia un mundo de posibilidades es construir un presente consciente, coherente y responsable. Es aceptarnos finitos y pasajeros, y entender nuestra naturaleza como seres que comparten la tierra.

Es trasladar la importancia del pensamiento crítico, la reflexión y la capacidad de elección para que los que vienen detrás entiendan la importancia de tomar buenas decisiones.  

Dejar como herencia un mundo de posibilidades es relacionarnos desde la sensibilidad con los datos que manejan el impacto que generamos, para entender que son cosas que nos afectan a todos y nos afectarán eternamente como especie.

La relación que veo que tenemos con el futuro es, en muchas ocasiones, una relación construida desde el hastío y la pesadumbre que hemos arrastrado entre el pasado y el presente. Una relación que viene cargada de cosas e inevitablemente nos aleja de pensar con la claridad que podríamos si fuéramos capaces de desprendernos de eso.

Quizá nuestra naturaleza como seres humanos necesite pintar en su imaginario una idea alentadora de futuro como motor del día a día.

Quizá nuestra naturaleza como seres humanos necesite de sabernos en nuestro pasado para poder avanzar desde el conocimiento.

Quizá en el presente esté la solución y no la estemos viendo, pero solo quizá.

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