Una mirada amplia a la sostenibiidad en salud
En el caso español, como en buena parte de los países occidentales, la sostenibilidad económica del sistema sanitario público está en el centro del debate político, especialmente en el contexto actual. No cabe duda de que la pregunta cada vez más oída y planteada en foros económicos y sanitarios, "¿es sostenible la sanidad?", así como la afirmación cada vez más reiterada de que “la sanidad no es sostenible en nuestro país”, están ambas referidas a la cuestión de si es o no “pagable” la factura sanitaria del actual modelo. Sin embargo, y aun considerando que las restricciones económicas son determinantes en la gestión de los fondos públicos, cabe plantearse si abordar la sostenibilidad del sistema sanitario considerando también cuestiones sociales y medioambientales, pudiera contribuir a su vez a incrementar la eficiencia económica del mismo y por tanto repercutir positivamente en su viabilidad.
La salud además de proporcionar bienestar a los individuos es un poderoso instrumento para el desarrollo social y económico La salud y el desarrollo sostenible están íntimamente unidos. La salud además de proporcionar bienestar a los individuos es un poderoso instrumento para el desarrollo social y económico. El estado de salud de las poblaciones depende entre otros factores de la posibilidad de tener acceso a los servicios sanitarios adecuados, este aspecto es bien conocido y asimilado por nuestra clase política que destaca la accesibilidad como un elemento clave junto con la cohesión y la universalidad.
El concepto de accesibilidad apunta, por otro lado, a una necesaria promoción de la equidad en el sentido de que a igual necesidad corresponde el acceso a un servicio de igual calidad y competencia. Algunos de estos paradigmas, herederos de un estado del bienestar cada vez más complicado de sostener desde un punto de vista económico, añaden cuestiones de primer orden ante las abrumadoras circunstancias que retan la sostenibilidad del sistema sanitario, especialmente las relacionadas con encontrar el camino que permita actuar con la mayor efectividad posible. La propuesta de un mix de políticas de equidad orientadas desde todas las instancias de la Administración, no solo desde las políticas de salud, sino desde medio ambiente, transportes, mercado de trabajo o políticas de educación, podría ser una vía alternativa de actuación como señalan Muntaner y otros autores. Las preocupaciones económicas y de financiación del sistema sanitario están sobre la mesa de todos los gestores, pero quizá cabría impulsar las otras dos dimensiones que, de hecho, en el caso de los aspectos sociales, pueden suponer un apoyo eficiente en cuestiones como la adherencia a los tratamientos, la motivación de los enfermos crónicos o la implicación de la familia que debería ser además enfatizada y apoyada por los programas de salud de cara a tener éxito y conseguir una mayor visión integradora del sistema en su conjunto.
La contaminación es un enorme problema de salud pública.
LA RESPONSABILIDAD DE LA SOCIEDAD RESPECTO A SU SALUD
La salud y la enfermedad también son producto de la forma en la que las personas organizan sus vidas y del contexto en el que lo hacen. Esta healthification de las cuestiones sociales nos remite a las evidencias del papel que el estado puede desempeñar como proveedor de información para una toma de decisiones bien informada por parte de los ciudadanos respecto de la salud. En el año 2004, se publicó Choosing Health, un resumen de las competencias del gobierno británico para motivar cambios en el estilo de vida de la población y reforzar la responsabilidad personal respecto de la propia salud. El hecho, no obstante, de que el estado pueda asumir un papel de guía en las conductas personales también tiene detractores.
El entorno y la vivienda son aspectos claves en la salud y el bienestar de las personas En una tercera dimensión de la sostenibilidad, cabe destacar que el clima también tiene una gran influencia sobre la salud y las tasas de morbimortalidad. Las temperaturas extremas, diluvios, olas de calor y otros fenómenos atmosféricos afectan a la biodiversidad y producen consecuencias negativas. Uno de los ejemplos más significativos de este siglo fue la ola de calor del año 2003 en el oeste de Europa, donde el número de fallecidos como consecuencia del exceso de temperatura fue de dos mil personas en Inglaterra y Gales y de catorce mil ochocientos en Francia durante aquel verano.
El cambio climático es solo uno de los muchos aspectos que las autoridades sanitarias pueden considerar respecto del medioambiente y la sanidad, parece clave determinar qué modificaciones serían necesarias en los planes y programas sanitarios para reducir el peso relativo del impacto del clima y el medioambiente en los resultados de salud de la población. ¿Qué determinantes ambientales son relevantes para la salud y qué resultados producen, cómo se miden, como reducir el impacto y adaptar las estructuras?
Pero no es solo la incidencia que sobre el índice de mortalidad puede tener el clima o los impactos ambientales, el incremento de la morbilidad también produce una mayor incapacidad laboral y tiene incidencia sobre las economías de los países. Las cohortes de población más desfavorecidas socioeconómicamente padecen con mayor severidad estas consecuencias derivadas de hogares inadecuados desde un punto de vista térmico, higiénico y de salubridad ambiental. El entorno y la vivienda son aspectos claves en la salud y el bienestar de las personas e inciden de manera significativa en aspectos como la salud mental. La percepción de seguridad en las calles o el barrio, la limpieza, el índice de criminalidad y la participación social juegan un papel relevante.
UN RENOVADO CONCEPTO DE SOSTENIBILIDAD
La visión actual de sostenibilidad suele ser fundamentalmente una cuestión de financiación económica que sitúa en un plano menos visible el ámbito social y, en ocasiones, otorga una relevancia testimonial a la vertiente medioambiental. En ello, puede incidir el hecho de una necesidad de mejora en la comprensión del concepto de sostenibilidad, y de la asimilación de que en la triple bottom line las cuestiones ambientales, económicas, sociales y culturales son todas importantes. De hecho, como señalaran Jameton y McGuire, es el balance entre los diferentes aspectos lo que define la sostenibilidad como problema a resolver en el sistema sanitario. Así mismo, las dimensiones del concepto pasan por las necesidades de los pacientes, las preocupaciones económicas y los costes ambientales. Los objetivos de sostenibilidad del sistema sanitario, sobre todo los financieros, son paralelos a determinados paradigmas ideológicos del gestor como es el de la equidad y continúan pendientes de solucionar en la sanidad del entorno europeo.
En un estudio realizado en España en el año 2008, el 58% de los administradores sanitarios encuestados pensaba que el sistema sanitario español no era sostenible, frente a un 38% que si lo creía y un 4% que manifiesta no saberlo. Este resultado por sí solo debía mover a la acción desde los diferentes puntos de actuación posibles para corregir la tendencia, es evidente que el peso de lo “pagable” a corto plazo condicionaba la percepción de no sostenibilidad del sistema sanitario, pero sería un error estratégico no haber realizado un diseño global y dejar solo las medidas tomadas en el recorte presupuestario como solución ideal con la idea de que simplemente con esa “cura de urgencias” el sistema volvería a ser sostenible.
Artículo publicado en "La Mirada Responsable" (ver)