Uso racional del medicamento: el PAMI haciendo camino al andar
Durante más de 20 años la industria farmacéutica sin importar el origen del capital consolidó su poder oligopolico mediante un proceso de integración vertical “aguas arriba” que se inició cuando capturó el contrato del PAMI allá por el año 1997. La creación de la empresa Farmalink para “administrar” el contrato consolidó un esquema de control y sometimiento de los agentes del sistema: laboratorios, droguerías, farmacéuticos, y médicos, mediante el uso de la información privilegiada sobre prescripción, consumo y utilización de medicamentos (laboratorios), modalidades de pago (notas de crédito a las farmacias), control societario (droguerías), incentivos a la prescripción (médicos) y financiamiento para el gobierno, la política y la seguridad social que permitió mantener el “mecanismo” cerrado a la competencia de genéricos, al uso de las compras conjuntas y al control del consumo y uso racional del medicamento.
En varios trabajos realizados durante los últimos 20 años se analizó la naturaleza del funcionamiento del mercado farmacéutico en Argentina y se expuso la trampa a la cual se había entrado durante los años noventa con la convertibilidad en vigencia y donde la seguridad social se había visto seriamente afectada por la disminución de las contribuciones patronales que impactaban sobre los ingresos de las obras sociales y del PAMI. El gobierno de Menem y la Alianza le dieron continuidad mientras duró la convertibilidad.
La abrupta salida de la convertibilidad en el año 2002 generó una pasajera incertidumbre por el discurso de la época sobre el genérico que sin embargo se quedo en las puertas del PAMI y nunca amenazó la continuidad del contrato que el gobierno de turno termino arreglando. A partir del año 2003, el cartel farmacéutico disfrutó de 12 años de estabilidad y crecimiento del mercado de medicamentos en la Argentina.
En 2016 el gobierno ya había iniciado algunos cuestionamientos serios al control que la industria mantenía sobre la financiación del medicamento. Este proceso comenzó reclamando al cartel moderación en cuanto a precios y mayores controles. Pero resulta imposible que el mismo agente que produce sea el que tenga que controlar las prescripciones y los consumos de medicamentos, simplemente no está en la naturaleza de cualquier industria y menos en esta, que el productor promueva el uso racional del medicamento.
Los tiempos fueron tensando la cuerda y convenciendo al gobierno que en este tema no había otra salida que no fuera la ruptura del contrato para barajar y dar de nuevo. Esta decisión política fue tomada por el Director Ejecutivo de PAMI y estamos viviendo la previa a este nuevo modelo de gestión de medicamentos que el Instituto tomará de manera directa con los desafíos que significan en materia de articular y poner en caja a los distintos intereses en juego. Muchos de ellos afectados por este cambio de paradigma que permitirá con el tiempo comenzar a normalizar el funcionamiento de un mercado donde los laboratorios se vuelvan a encargar de producir, competir y exportar y se aparten de las negociaciones sobre la administración y financiación del medicamento. Salvo Argentina no existe ningún país del mundo donde las Cámaras representativas de la industria se sienten con los seguros y financiadores para arreglar condiciones de acceso, consumo y utilización.
Se abre un camino nuevo que permite en primer lugar definir una sólida política de uso racional del medicamento que evite los excesos por auto consumo y utilización excesiva dañina para la salud de los beneficiarios y por otro lado construir una política de financiamiento donde se compita por precio y donde la calidad este fuera de dudas que resulta relevante tanto para la confianza en el uso del mercado interno como para la exportación que exige el requisito de la bioequivalencia para ingresar medicamentos en otros países del mundo.
Las líderes globales en la industria farmacéutica poseen grados variables de poder de mercado según el estadio del ciclo de vida de cada producto. En la tabla siguiente se muestra la cuota de mercado de productos genéricos en valor en el año 2011, observándose grandes variaciones entre los países, que oscilan entre el 9,8% de Suiza y el 62,2% de Polonia, con países como Alemania e Italia que están alrededor del 30% de su mercado con genéricos.
Figura: EFPIA European Federation of Pharmaceutica Industries and Associations. The Pharmaceutical Industry in figures. 2013.
Respecto del consumo mundial, la utilización de genéricos seguirá aumentando considerablemente pasando de una cuota del 27% al 36% del total durante el año 2017. Sin embargo en Argentina ese % no supera el 4%.
En el caso argentino podemos mencionar sin temor a equivocarnos que el ingreso del genérico[i] [1]al mercado local depende hoy en día más de las barreras impuestas por los laboratorios nacionales que tienen organizado su “negocio” entorno a los medicamentos (copias y/o similares de marca) que del interés que podrían tener algunas empresas que han hecho del genérico su negocio en el mundo.
La construcción de confianza en la calidad del genérico resulta clave. Argentina tiene un retraso importante en materia de estudios de bioequivalencia respecto a países de la región que abordaron programas similares durante los últimos años. Se destacan Brasil y Chile. En el caso de este último del total de registros vigentes de medicamentos (9.300) los bioequivalentes corresponden al 12% del mercado[ii]
De una entrevista mantenida con el Director de ANMAT Dr. Carlos Chiale el mismo planteó que para los medicamentos considerados de “mediano y bajo riesgo” no se requieren estudios de bioequivalencia y que los mismos se implementan para el universo de alto riesgo, formas farmacéuticas y principios activos críticos.[iii]
La participación de los genéricos sin marca es aún en extremo reducida, indicativo de la necesidad de políticas proactivas de sustitución por genéricos, tales como reglas de obligatoriedad de prescripción por nombre genérico, mecanismos de fármaco vigilancia que aseguren la eficacia y seguridad de los genéricos sin marca y campañas de información a los profesionales y al público.
Existe un camino por recorrer y resulta auspicioso que el PAMI lidere este proceso y que el sistema de salud en su conjunto comience ahorrar en aquellas áreas que no agregan valor (más no es mejor) y que el uso racional constituya un criterio clave para definir la utilización y el consumo de bienes y servicios en salud.
[i] Genérico puro: ingresa al mercado una vez que la patente del innovador ha vencido, tiene estudios de bioequivalencia acreditados en las agencias correspondientes y no tiene marca. Se vende por el nombre genérico (denominación común internacional) y está producido por un laboratorio con plantas autorizadas. Se lo distingue del genérico de marca que es un medicamento que tiene estudios de bioequivalencia pero tiene una marca que lo identifica. En Argentina existe una gran cantidad y variedad de medicamentos que son copias o similares, que no tienen estudios de bioequivalencias y se utilizan bajo un nombre comercial sobre el cual los laboratorios han invertido en el posicionamiento de la misma.
[ii] Bioequivalentes crecen 10 veces en cuatro años y representan 12% del mercado de fármacos. Autor: C. Yáñez / P. Sepúlveda. Diario La Tercera (Chile).
[iii] Se comenzaran a realizar estudios sobre 4 productos de referencia y luego seguirán 6 más siempre de aquellos considerados de alto riesgo (requieren estudio in vivo). Ya están hechos los estudios sobre inmunosupresores, anticonvulsionantes y HIV Sida.