Vísperas demoradas
Rizzi
Los más ansiosos podrían decir que las “vísperas se demoran” y otros podrían decir con más suficiencia que uno vive en “vísperas” permanentemente y el único dato seguro, como lo recordó Carlos Menem, hace un tiempo, es que nadie muere en las “vísperas”, es imposible.
Quienes se ufanan de tener buena información, hace días que hablan de un cambio de gabinete y hasta se aventuran los nombres de quienes se irían, que casualmente serían los ministros más afines al presidente, como podrían ser Daniel Arroyo y Maria Eugenia Bielsa, según Claudio Jacquelin. Otros incluyen al Ministro de Trabajo y obviamente al de Salud Ginés Gonzalo García que, tuvo la decencia de reconocer que la pifio.
Reconocer errores es una rareza en la Argentina.
Por otro lado hay un ensañamiento contra Alejandro Vanoli, por el famoso viernes “negro” de abril, cuando en todo caso en la misma línea de responsabilidad debería estar el Presidente del Banco Central. Es absolutamente cierto que demostraron, ambos, falta de idoneidad política, más aún hasta de “calle”, pero de allí a un proceso penal hay una distancia sideral que demostraría, en todo caso, que el “lawfare” ya es un medio de uso político disponible en el mercado, incluso para dirimir o reprimir disputas internas.
Claro, más bien es un medio a disposición de los oficialismos, porque para los opositores, siempre el “lawfare” luce como un arma imposible de cargar, a lo sumo se pueden conseguir proyectiles de fogueo, pero solo hacen ruido.
En la Argentina ya es un clásico que las internas se dirimen en el ejercicio del poder, ya que cada uno busca afianzarse para permanecer. Por eso se suele decir que el ejercicio del poder impone medios que es la conclusión que uno obtiene luego de leer a Maquiavelo, diría que en términos políticos eso es lo ético y moral. La habilidad política consiste en saber administrar los medios y saber usarlos en los momentos oportunos.
Otra cosa es enamorarse de los medios que resultan exitosos como parece ser, ocurrió con las ya centenarias cuarentenas. Asi como en un primer momento las decisiones sanitarias generaron un casi masivo apoyo, su abuso hizo que la gente comenzara a virar en sentido contrario y en este momento el gobierno está como el 20 de marzo pasado, pero con menos apoyo y con las consecuencias negativas de 120 días de virtual inactividad que tiraron para abajo todos los indicadores, mientras que los negativos como el costo de vida, la pobreza, el desempleo, comenzaron a subir junto con otras preocupaciones como los niveles de inseguridad que las sucesivas cuarentenas habían mitigado, precisamente por el aislamiento obligatorio.
A esos problemas, el gobierno debe sumar sus internas, en la que los subordinados no dudan en marcar sus diferencias, difundirlas y hacerlas valer.
Las decisiones que toma Alberto Fernandez están sujetas a una suerte de condición resolutoria, que es el eventual “veto” por parte de Cristina, con eso a ella le basta y sobra para desde la vicepresidencia, ejercer su poder sin necesidad de exponerse. En cierto modo tendría el rol del “partícipe necesario”, con la diferencia que lo puede ser por acción y por omisión.
Alberto Fernández sabe que Cristina debe pensar en su fuero íntimo, que con él es insuficiente y sin él no se puede.
En cierto modo este dilema encierra a los dos en un mismo círculo cuyo oxígeno político no es eterno, como en el misterio del cuarto amarillo, no sabemos por donde podrá salir, solo uno de ellos. El otro quedará encerrado por el resto de su vida política.
En realidad esta es la verdadera “víspera” que nos tiene en vela a la mayoría de los argentinos, ya que es probable que el futuro dependa de cuál de los dos encuentre el modo de salir de ese círculo que ya es asfixiante.
Este dilema, podría pasar a ser parte de la teoría de los juegos, con la diferencia que se trataría de una experiencia real.
Cristina es más parecida a Lady Macbeth para ella el fin justifica cualquier método, por el contrario Alberto Fernandez parecería que espera el avance de los bosques como fuerza de rescate, como lo anticiparon las famosas brujas.
Acá la cuestión es que en la obra de Shakespeare el destino de cada uno estaba signado por la fatalidad, en cambio el de Fernández y Cristina, depende de ellos, quizás a su pesar.
Si el resultado dependiera de otros, los dos se quedarán sin nada.
Es la frialdad de la política que no tiene corazón…y el que pierde, fue…Que es el caso de Macri, fue y mal.