Ahora, con la vuelta de Trump, qué

Ahora, con la vuelta de Trump, qué

Trump va a volver a la Casa Blanca, y en esta ocasión llega con más fuerza que antes. La victoria tanto en votos electorales como en voto popular hace que su regreso se produzca sobre una sólida base de legitimidad democrática. Sin embargo, en este artículo no vamos a centrarnos en que hicieron mal los demócratas ni en los pormenores electorales. A continuación, vamos a ver qué puede suceder en el mundo más allá del 20 de enero de 2025.

La Teoría del Loco Donald

La visión de Trump y del movimiento MAGA sobre la política exterior no es nueva. Como pudimos ver en el artículo "Los Cuatro Jinetes del Apocal-ismo", publicado en septiembre pasado, la política aislacionista de Trump encuentra precedentes en el séptimo presidente, Andrew Jackson. Las ideas básicas son las de una política exterior muy centrada y, cuando se vea obligado a actuar, ser vigoroso pero sin extralimitarse. Un ejemplo de esto es su política hacia Corea del Norte. A su llegada a la Casa Blanca en 2017, desató una crisis sin precedentes con los coreanos que incluso escaló hasta la retórica nuclear, y en menos de un año se celebró la cumbre en Singapur en 2018 entre ambos países.

Trump es muchas cosas, pero ninguna de ellas lo define como un hombre con un pensamiento político complejo. Se basa en lo posible en las acciones unilaterales y bilaterales, y huye de las multilaterales. Él entiende el uso de la fuerza, o la amenaza de su uso, como el único camino para conseguir la paz. La teoría que mejor lo define es la Teoría del Loco. Esta teoría se fundamenta en una estrategia arriesgada que consiste en hacer creer a tus adversarios que eres completamente inestable y demente. El fin último es alterar el cálculo estratégico del contrario para que, ante la falta aparente de líneas rojas, se quede inmovilizado. Si tu rival, que posee armas nucleares y tiene un poder militar convencional muy superior al tuyo, carece de normas ni predictibilidad, tienes que pensártelo muy bien antes de enfrentarte a él. Esta teoría puede ser buena si el único objetivo que se busca es la seguridad y uno posee capacidades de ejercer un gran daño. Sin embargo, para el resto de ámbitos es fatal, ya que nadie quiere tener como socio comercial o diplomático a una contraparte impulsiva e impredecible.

El plan de Trump para el mundo

Las relaciones que ha prometido tener con el resto del mundo auguran un escenario más confrontativo. El mundo del periodo 2017-2021 ha cambiado rápidamente. El acercamiento que tuvo durante su presidencia con Putin ahora parece lejano. No se trata solo de la guerra en Ucrania, ya que ese conflicto no le importa lo más mínimo y lo considera un "problema europeo", sino también del acercamiento de Rusia con China, Corea del Norte e Irán. Estos países, que conforman el "Eje antiamericano", no muestran signos de ruptura a corto plazo.

China e Irán son su mayor obsesión. La retirada del Pacto Nuclear de 2015, el asesinato del general Soleimani y la política de máxima presión en materia de sanciones sobre el régimen de los ayatolás marcaron las relaciones en el pasado. Actualmente, la guerra en Gaza y Líbano, el intercambio de salvas entre Irán e Israel y los ataques de las fuerzas hutíes a los cargueros en el Mar Rojo son situaciones que culpa a la "mano blanda" de la administración Biden respecto a Irán y al descuido de sus relaciones con las monarquías del Golfo Pérsico. Por ello, es probable que busque renovar la coalición de países de los Acuerdos de Abraham (Israel, Emiratos, Arabia Saudí, etc.) para redoblar los esfuerzos frente a Teherán, ya sea en materia de sanciones o militarmente.

Con respecto a China, su política es clara, la confrontación directa. Respecto a la denominación de China como un "rival sistémico" para la hegemonía estadounidense existe consenso bipartidista, pero ese consenso no se traslada hacia las políticas. Los demócratas, más temerosos de los posibles problemas del alejamiento repentino de China, buscan una vía más progresiva de confrontar con China, el conocido como derisking. Por otro lado, los republicanos ven más inminente la amenaza china y quieren cortar lazos de una forma más acelerada, el conocido como decoupling.

Por esa razón, la política de Trump frente a China se alejará del apaciguamiento de la era Biden hacia un frentismo más agresivo. Lo más probable es que vuelva a reavivar la guerra comercial con la subida de aranceles a sus productos y "animará" a sus socios a seguir sus pasos. Para ello, reforzará las relaciones comerciales y militares con los países asiáticos que también ven en China una amenaza directa. Estos países son Australia, Japón, Filipinas, Singapur, Indonesia, Vietnam y Corea del Sur.

Por último se tendrá que enfrentar al auge de los BRICS+, que es una asociación de países que, en su mayoría han formado parte del Sur Global, y buscan nuevas soluciones alejadas del todopoderoso dólar y del sistema SWIFT. Si bien aún es una asociación joven, en construcción y sin una gran integración, en la actualidad lo forman países que conforman el 45% de la población mundial y sumados, el 35% del PIB PPA (Paridad de Poder Adquisitivo) mundial.

"Si vis pacem, para bellum"

La Unión Europea se enfrenta a una crisis existencial con la llegada del Donald Trump. Esta crisis puede ser como una tormenta pasajera o como una verdadera DANA. La primera crisis que promete desatar en el bloque comunitario ya se ha declarado con su victoria y es el impulso legitimador que está teniendo en las fuerzas políticas euroescépticas de derecha radical. El grupo parlamentario del Parlamento Europeo de Patriotas por Europa liderados por Viktor Orbán estaba expectante de su vuelta. El que ya conforma el tercer grupo más mayoritario del Parlamento Europeo, seguido por ECR de Meloni, prometen una crisis política en ciernes importante para el proyecto europeo.

La otra crisis que se avecina con la vuelta de Trump se centra en el ámbito de la seguridad europea. El escepticismo demostrado con la OTAN y con sus supuestos aliados europeos en materia de defensa ya está generando cierto pánico en Bruselas. El excomisario europeo de Mercado Interior Thierry Breton, escribió en X (Twitter): "Europe’s strategic autonomy, anyone?". En referencia a un recurrente tema de discusión en las esferas europeístas sobre la necesidad de construir un sistema de seguridad europeo autónomo del paraguas de Estados Unidos. Este proyecto, esbozado en 2016, siempre se ha encontrado grandes resistencias por parte de los estados miembros. El principal temor de sus críticos ha sido que cuando se habla de "autonomía estratégica" se busca favorecer a la industria de defensa del eje franco-alemán frente al resto de países. Eso sumado a que el tema de la integración de competencias en el ámbito de la seguridad y defensa es un asunto que tradicionalmente genera recelos para los estados.

En definitiva, la vuelta de Trump promete ser un punto de no retorno para el mundo entero y, al contrario de otros "hombres fuertes", su presidencia durará sólo cuatro años. La carencia de nuevos conflictos bélicos durante su primer mandato no significa que vaya a revalidar esa excepción histórica. Además que el conflicto bélico no es la única vía para generar destrozos. La más que probable guerra comercial (al menos) con China y la escalada de tensiones con Irán también puede torcer la vida de millones de personas. En relación con la Unión Europea y también con Rusia, al presentar una crisis de seguridad sin precedentes puede acelerar el proceso de integración defensiva europea, pero sin duda es una apuesta arriesgada, como todo lo que rodea a Donald Trump.

¿Y el cambio climático? ¿Nos podemos olvidar de una estrategia comprtida entre la UE y Estados Unidos

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