Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que los badajocenses vivían en perfecta simbiosis con sus murallas. Un tiempo de “encontronazos”, refriegas, sitios y batallas. Un tiempo en el que los hombres dirimían sus discrepancias a golpe de espada, tiro de fusil o, en el mejor de los casos, a cañonazos. En aquel pasado, ahora inimaginable, los pacenses mirábamos orgullosos nuestra muralla abaluartada, conocedores de su valor e importancia en la vida de la Ciudad. En aquella época se reforzaba, rehabilitaba, apuntalaba e, incluso, ampliaba; sabedores de que su protagonismo como escudo ante los ataques de nuestros sitiadores era vital. Eran tiempos difíciles en los que el sistema defensivo abaluartado de Badajoz, uno de los mejores de su época, salvó en más de una ocasión a la Ciudad de ser arrasada por las tropas enemigas y, por extensión, a sus habitantes.
Badajoz, Extremadura y España en general tienen mucho que agradecerle a estas antiguas murallas. Podemos decir con toda seguridad que sin la función de contención de dicho sistema abaluartado en la frontera con Portugal, el dibujo de España sería otro, quizás más pequeño. La importancia de la muralla de Badajoz fue, por lo tanto, primordial.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y la Muralla Abaluartada, incomprensiblemente, permanece olvidada, mutilada y encajonada tanto en el tiempo como en el espacio de una ciudad, Badajoz, que permanece ciega, sorda y muda en todo lo relacionado con su pasado y su Patrimonio. Los ciudadanos pacenses, que en otro tiempo fueron cobijados y amparados dentro de sus vetustos lienzos, miran ahora de reojo a esta vieja muralla sin saber muy bien qué es o qué hacer con ella.
Desde estas líneas, pues, me gustaría romper una lanza por nuestra historia y en concreto por nuestro sistema defensivo abaluartado. Creo, sinceramente, que nuestra Ciudad tiene una deuda histórica con la muralla moderna y que hasta que no la saldemos, recuperando y poniendo en valor todo el recinto amurallado, Badajoz no estará completo. Estoy seguro que la mayoría de ustedes estarán conmigo en que tanto el presente como el futuro de Badajoz no se podrán entender nunca sin sus murallas, sus batallas, sus sitios y su posición fronteriza como punta de lanza sobre nuestros vecinos lusos.
Por lo tanto, ¿a qué esperamos? Saldemos nuestra deuda y recuperemos la Muralla Abaluartada.
Badajoz, Extremadura y España en general tienen mucho que agradecerle a estas antiguas murallas. Podemos decir con toda seguridad que sin la función de contención de dicho sistema abaluartado en la frontera con Portugal, el dibujo de España sería otro, quizás más pequeño. La importancia de la muralla de Badajoz fue, por lo tanto, primordial.
Sin embargo, los tiempos han cambiado y la Muralla Abaluartada, incomprensiblemente, permanece olvidada, mutilada y encajonada tanto en el tiempo como en el espacio de una ciudad, Badajoz, que permanece ciega, sorda y muda en todo lo relacionado con su pasado y su Patrimonio. Los ciudadanos pacenses, que en otro tiempo fueron cobijados y amparados dentro de sus vetustos lienzos, miran ahora de reojo a esta vieja muralla sin saber muy bien qué es o qué hacer con ella.
Desde estas líneas, pues, me gustaría romper una lanza por nuestra historia y en concreto por nuestro sistema defensivo abaluartado. Creo, sinceramente, que nuestra Ciudad tiene una deuda histórica con la muralla moderna y que hasta que no la saldemos, recuperando y poniendo en valor todo el recinto amurallado, Badajoz no estará completo. Estoy seguro que la mayoría de ustedes estarán conmigo en que tanto el presente como el futuro de Badajoz no se podrán entender nunca sin sus murallas, sus batallas, sus sitios y su posición fronteriza como punta de lanza sobre nuestros vecinos lusos.
Por lo tanto, ¿a qué esperamos? Saldemos nuestra deuda y recuperemos la Muralla Abaluartada.
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