Actitud o conocimiento
¿A qué apostamos hoy? ¿Cuál es el talento que integraremos a nuestra organización? Quizá hoy no es el un momento de pensar en hacer contrataciones para muchas empresas, pero la pausa sirve para reajustar el plan. Y en este sentido, la pregunta siempre es vigente: ¿conocimiento o actitud?
La respuesta parece sencilla si no la meditamos bien, y podemos decir: conocimiento. Quiero llenar las filas de mis colaboradores con conocimiento técnico, que las ideas se desborden y que lo que se escuche en los pasillos sea el teclado de la computadora y lápices que no paran de proponer y planear. Conocimiento por encima de todo.
En cambio, la otra respuesta es: actitud. Colaboradores que lleguen en blanco a los puestos, pero tengan una disposición que contagie al resto, ya después veremos cómo llegamos a la meta.
Lo dicho anteriormente, con exageración, sirve para ejemplificar que la respuesta es mucho más compleja, no podemos atraer talento nuevo poniendo la balanza en uno u otro extremo; y para el talento que ya está en casa, no podemos privilegiar una u otra cualidad como si se trataran de un todo.
El mejor talento es aquel que está equilibrado: conocimiento-actitud, con un elemento más: habilidad para poner el conocimiento en práctica. Ver únicamente una cualidad como la más importante es como tener binoculares para ver lo que tienes a centímetros de distancia; pero si alzamos la mirada nuestra visión se amplía y se llena de opciones.
Sin embargo, algo que debemos tener en mente es que la actitud hace brillar u opacar el conocimiento y la experiencia. Idealmente queremos que nuestros colaborares tengan esas cualidades, pero ambas se equilibran con una actitud correcta. Conocimiento sin actitud se puede convertir en soberbia, experiencia sin actitud se puede tornar en individuos que no sepan y no valoren trabajar en equipo.
Una persona con la actitud correcta usará y compartirá su conocimiento, usará su experiencia para establecer relaciones sanas y equipos cohesionados. La actitud sostiene, nos lleva a tener más conocimiento porque tendremos siempre disposición a aprender, amplía nuestra experiencia porque tenemos apertura a la colaboración con otros, haciendo de las interacciones un espacio saludable para quienes nos rodean.
La adecuada actitud nos equilibra, nos encamina a ser los colaboradores más valiosos para nuestra organización. No existe otra manera de tener la actitud adecuada más que a través de nuestra inteligencia emocional, entre más desarrollada esté, el piso que nos sostiene será más fuerte.